Memorias y vivencias de
Emilio Castillo Ramírez
Capítulo VII:
Las posguerra (III)
Más sobre el estraperlo. Los maquis.
Con aquella borriquilla pude ir
trapicheando con el aceite, patatas, judías y garbanzos, y lo mismo trigo y
harina para ir cociendo los panes y después venderlos.
Ya
me fui enterando de quién tenía trigo y
poco a poco me fui orientando por los labradores a cómo estaba de precio
y quién quería vender, porque como estaba tan caro y prohibida su venta entre
particulares, los labradores tenían mucho miedo de vender, pues una fanega
(43,25 kilogramos) se pagaba hasta 500 pesetas, pero a pesar del miedo siempre
había quien quería vender.
Al principio sobre la actividad
de cocer pan para vender no se nos daba
mal. La María, mi mujer, se encargaba de toda esta tarea: llevaba la harina
y amasaba en el horno y traía la pobre
el escriño con la masa o los panes a cuestas y subía con él las escaleras de la cámara, cargada que daba
miedo. Pero esta faena tuvimos que dejarla pronto porque no teníamos matrícula
y los horneros nos daban toques y nos iban advirtiendo que nos iban a
denunciar, porque solo autorizaba el gobierno los hornos que ya cocían antes
del comienzo de la guerra y si acaso, alguno que ellos hubieran querido favorecer
por una u otra causa. Por tanto lo que
tuvimos que hacer fue dejarlo y tomar otra marcha.
Así que conociendo ya
los entresijos de esta vida, unas
veces traía aceite de Las Mesas, que allí venían los
pobres arrieros con sus burros y sus pieles desde Andalucía, con mucho miedo;
pero todo iba “rulando" y buscando
cada uno su comida que falta nos hacía a
todos porque había mucho hambre.
Otras veces iba a Socuéllamos
que allí venían bastantes más arrieros. En la posada nos juntábamos toda la cuadra llena de animales y personas
entre vendedores y compradores y allí dormíamos cada uno en su saca de paja, o
encima de una manta de las caballerías. Lo traía siempre con mucho miedo,
amedrentao perdío, porque si te pillaban te lo quitaban todo y después tenías
que pagar una multa.
Como estábamos en en aquella situación y había poco dinero, se usaba
con frecuencia el cambio, por ejemplo una
@[1] (arroba) de aceite por una fanega de trigo y otras veces una @
de judías por una @ de trigo. Otras veces iba al molino El Concejo a comprar
harina y José “Molineta” me la vendía ascuso de su padre un poco más barata que estaba. Entonces llevaba esta familia aquel
molino. Esto se hacía siempre con mucho cuidao y miedo porque la guardia
civil andaba siempre por todas partes.
La vida estaba bastante fea. Había hambre de sobra, no sobraba na más que
hambre y miedo. Pero esto no había más remedio que hacerlo si querías poder
hartarte de pan. Desde luego con lo mala que estaba la situación, tuve mucha
suerte, no me denunciaron nunca. Hubo a quien lo pillaron y le quitaron todo
además de multarlo. Así teníamos las
cosas en España después de casi cuatro años acabada la guerra.
Ya corría el año 1943,
mi hermano Ángel había vuelto de la mili, estaba soltero y se había quedado con
las tareas en casa de mi madre. Aquel año, el 14 de
noviembre nació nuestra primera hija; María le pusimos de nombre, como el de su
madre. Fue una gran alegría para
nosotros a pesar de como estaban las cosas de mal.
El último viaje como estraperlista
El aceite en bombonas por la tiná.mp3
El tiempo fue pasando con estos quehaceres y así fuimos viviendo hasta que llegó para mí lo que podemos decir el último viaje de estraperlo.
El último viaje como estraperlista
El aceite en bombonas por la tiná.mp3
El tiempo fue pasando con estos quehaceres y así fuimos viviendo hasta que llegó para mí lo que podemos decir el último viaje de estraperlo.
Voy a contar lo que nos pasó yendo a vender harina a Socuéllamos con la
misma borrica. Íbamos Gerardo “Morceguil” y yo. Cada uno
llevábamos 40 Kg de harina a ver si podíamos ganar algunas pesetas. La cosa
estaba mal, había bastante hambre en el pueblo, no me canso de repetirlo, y teníamos
que hacer algo para intentar por todos los medios no pasar hambre. Pues bien,
fuimos de posá en casa de una estraperlista que era recovera y le decían
la hermana “Raneta”. Se dedicaba esta mujer, aparte de los huevos, a expender la
harina a las casas donde ella sabía que les hacía falta y nosotros le dábamos
una comisión. Total, como los corredores estaban muy al tanto de las cosas, en
aquel viaje resulta que nos encontramos en la calle con ellos y nos
preguntaron que qué hacíamos allí, que si habíamos llevado algo de venta y les
dijimos que no. Ellos con muchas tablas no se tragaron el embuste, se figuraban
algo, y así fue cómo nos vigilaron y en
la casa de la hermana “Raneta” nos pillaron. Pasaron a la casa y tuvimos que
decir la verdad y, entonces dicen:
-Ahora por engañarnos estáis
denunciados. Coger la harina en la borrica y vamos ahora mismo al cuartel.
Total, que salimos por la calle con la harina en la burra, pasmaícos perdíos íbamos, pero un poco antes de llegar al cuartel nos
encontramos a un señorito entrado en años y nos para; los corredores se ponen a
hablar con él y entonces dirigiéndose a
nosotros dice el señorito:
-¿Qué es lo
que llevan estos muchachos?
Y nosotros ya con lo que nos había ocurrido, pues
le dijimos la verdad:
- "Harina de trigo”
Y le dice al corredor abiertamente:
-Os la compro, porque no tengo en mi
casa ni harina ni pan.
Total que añade:
Total que añade:
-Tirar detrás de mí.
Entonces, los
corredores con él y nosotros detrás,
fuimos con ellos hasta su casa, pesamos la harina y nos la pagó a 12 pesetas Kg., así que ya no fuimos al cuartel, se portaron con
nosotros perfectamente. A los corredores
les pagamos un real en kilo y se fueron muy contentos y nosotros también. Nos
vinimos al pueblo y ya no pisamos más por allí ni a otro sitio, hasta unos años después con otras tareas que más adelante contaré.
Como el agosto estaba muy cerca ya abandonamos el estraperlo que bastante
miedo pasamos.
A mí después de todo
lo que pasaba no me molestaron los guardias para nada. Tuve mucha suerte, lo
repito.
Los Maquis
En este año es cuando por el
pueblo también se vivió muy de cerca lo de los Maquis.
Es cuando se empezó a hablar y oír
hablar de esto. Fue el último intento de resistencia a la
dictadura de Franco. Con armas en la mano, en forma de guerrilla, los que todavía
creían que podía volver la República
y las libertades que hubo entonces. Para el gobierno eran y les llamaban
bandoleros o rebeldes (parecido a lo que ahora llaman terroristas). Eran
personas muy metidas en política de izquierdas y con esperanzas
de llegar a triunfar. Unos habían sido comunistas, otros socialistas, y anarquistas también estuvieron en esta lucha, que no
querían someterse al gobierno del general Franco. Se tiraron a los montes y cada uno
por donde pudo para que no les cogieran temiéndose lo peor y varios
eran del pueblo, los principales fueron los llamados “Cavavegas”,
muchachos que eran de buen corazón, Fernando y Fabián.
La gente los considerábamos muy buenas personas, pero en
aquellas circunstancias tuvieron que enfrentarse a la Guardia Civil y aquello entonces
era lo más grave que se podía hacer.
Fabián Buedo Pacheco “Cavavegas”, conocido
entre ellos como “Joaquín” vivía por entonces en Socuéllamos. Al parecer se unió a los Maquis en septiembre de 1945 y se integró también con su
hermano Fernando, en un comité de Unión Nacional que su cuñado Juan Haro “Moro” organizaba clandestinamente en Las Pedroñeras. Fabián, en un enfrentamiento, fue herido en un brazo y costado
pero logró huir y fue a refugiarse
en Villarrobledo. De allí luego pasó a Socuéllamos, pero como no se sentía seguro, con otro compañero buscó refugio
en el monte de Pedroñeras,
pasando en alguna ocasión a pedir
ayuda y escondite en algunas casas del pueblo.
Estuvieron escondidos
Fernando y Fabián por los montes, y luego Fernando en un manjano de piedra que estaba pegando a una caseja que su padre tenía en “La Casa el Aire”, donde
también tenían un pedazo de viña y, su padre iba a trabajar y le llevaba de comer.
Por más que los guardias civiles los buscaban no los
encontraban, según se supo luego. Fernando estaba debajo del manjano que tenía un hueco
donde solo cogía él. Otras veces se trasladaba a otro manjano en una casa que tenían en el camino de La Navazuela, junto a una huerta de
ellos, y lo mismo cuando iba a trabajar su padre le llevaba comida, como
cualquier padre hubiera hecho. Ya se dio cuenta que esa vida no era normal y
pensó de entregarse, lo cual
que lo encerraron muy poco tiempo. Si estas personas no se van de su casa no
les dice nadie ni una palabra.
Sobre esta etapa de los maquis tengo más recuerdos escritos y
guardo una copia de la sentencia donde se juzga a 13 personas de Pedroñeras
de las que 12 fueron condenadas en un Consejo de Guerra en Cuenca, no porque fueran maquis ni mucho menos, sino
simplemente porque en algún momento les dieron de comer o les
cobijaron alguna noche y no los denunciaron a la Guardia Civil. En el próximo
capítulo incluiré partes de esta sentencia
que me parece a mí que es muy
interesante y a algunos curiosos le puede interesar leer. Creo que hasta la
fecha no he visto escrito esto en
ninguna parte.
[1] Puede verse en el texto manuscrito el uso del
símbolo @ mucho antes de que se usara en el correo electrónico que ahora todos
conocemos.
©Fabián Castillo Molina
yo cuando era pequena me iba con mi madre asu cama y me contamba muchas cosas que abia vivido en la guerra y que miedl
ResponderEliminarComo dice mi amigo Juan,esto es una joya.
ResponderEliminarHay quien piensa que es mejor olvidar,pues yo pienso que para entender el presente se debe conocer el pasado para no repetir errores