En más de una ocasión nos hemos acercado por aquí a la figura política de José Mª Álvarez-Mendizábal y Bonilla (véase esta entrada). Esta completa semblanza que os presentamos por aquí está recogida de la obra de Ricardo Robledo Los Ministros de Agricultura de la Segunda República (1931-1939) (Política y Sociedad en la España del siglo XX).
José María Álvarez-Mendizábal y Bonilla, abogado y político, nació en Las Pedroñeras (Cuenca), el 14 de agosto de 1891, y falleció en esta misma localidad conquense, el 21 de febrero de 1965.
Perteneciente a una familia acomodada, biznieto del Ministro Mendizábal,
Álvarez-Mendizábal, militó en el Partido Liberal durante la Restauración, e ingresó
tras la proclamación de la II República en el Partido Republicano Radical. Fue
Diputado por este Partido en 1931 y 1933, y en 1936 como independiente en las
listas de Frente Popular, lo que le valió el calificativo de “tránsfuga de todos los
partidos” en un agitado debate parlamentario de julio de 1936. Como la discusión
de su acta de 1936 coincidió con la de José Antonio Primo de Rivera, candidato
también por Cuenca, hubo ocasión para que los falangistas le tildaran de
“aventurero político”.
Desempeñó brevemente el cargo de Director General de Agricultura a fines de
septiembre de 1933, siendo nombrado al mes siguiente con Cirilo del Río
Subsecretario del Ministerio de Agricultura, cargo que desempeñó también con el
ministro Joaquín de Pablo. Como radical disidente, afín al centrismo de Portela, fue
nombrado Ministro de Agricultura, Industria y Comercio en el Segundo Gobierno
Portela Valladares (30 de diciembre de 1935). El gobierno anterior había durado
dos semanas debido a la crisis provocada por las maniobras de Gil Robles
(apoyadas desde dentro por Martínez de Velasco) para volver al poder. Ninguno de
los Ministros, ni de las fuerzas políticas representadas en los últimos gobiernos
(radicales, CEDA, agrarios, regionalistas) tuvieron cabida en este último gabinete
encargado de convocar las elecciones de febrero de 1936.
Ocupó diversos cargos en las Cortes, entre ellos el de Presidente de la Comisión
de Agricultura entre noviembre de 1934 y febrero de 1935. Su postura frente a la
ley de bases de la reforma agraria de 1932, como la del partido radical, consistió
en limar los aspectos que pudieran perjudicar a las clases medias agrarias,
defendiendo al cultivador directo. Cuando llegó la hora de la contrarreforma agraria
de 1935 Álvarez-Mendizábal mantuvo posiciones de centro, oponiéndose al
desahucio de yunteros y manteniendo una dura oposición como “la voz de la
conciencia de los radicales” para que no triunfaran las medidas más reaccionarias
de los representantes del partido agrario. Es más, consiguió añadir en el proyecto
de ley de Velayos un artículo que permitía expropiar una finca en casos de “utilidad
social” mediante ocupaciones temporales que anticiparan los asentamientos
(artículo 14 de la Ley 9-XI-1935). Meses más tarde se convertiría en el
instrumento legislativo aplicado por los gobiernos del Frente Popular para acelerar
la implantación de la reforma.
Dada la escasa duración de su mandato y, sobre todo, las circunstancias
político-electorales de las primeras semanas de 1936 poca relevancia tuvieron las
“medidas urgentes y definitivas” para resolver el problema triguero, que no hacían
más que incrementar el escepticismo de los afectados (decretos del 22-I-1936
sacando trigo –adquirido por el Estado– para piensos), o la aprobación de algunas
disposiciones del Instituto de Reforma Agraria cuya Presidencia también desempeñó. Quizá más eco tuvieran sus declaraciones (ABC 8-I-1936) en las que
(a diferencia de la “reunión de un grupo de camareros o cocineras que al fin y al
cabo representan alguna fuerza”) quitaba importancia a las noticias sobre reuniones
clandestinas de jefes y oficiales del Ejército, manifestando que los militares
comprometidos en conspiraciones nunca cumplían su palabra... Azaña consideró
una imprudencia estas palabras de quien desempeñaba también la función de
Ministro Secretario, si bien creyó que expresaban la pura verdad.
En su breve etapa de Ministro no siguió, según Malefakis, las inclinaciones
progresistas que había mostrado en los debates parlamentarios. Él mismo se
excusó, cuando alguien le recordó su paso por el Ministerio (D.S. 1-VII-1936), de
no haber dispuesto más que de cuarenta días y con las Cortes cerradas. No
obstante el Decreto de 6-II-1936 se planteó “para aplicar coactivamente la reforma
agraria” y en vez de esperar la buena voluntad de los dueños para ofrecer las
fincas (de acuerdo con la ley Velayos) dispuso que fueran las delegaciones del IRA
las que señalaran las fincas más adecuadas para resolver el problema campesino.
ÁCS
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