por Fabián Castillo Molina
Han pasado 22 años desde que se grabaron las imágenes inéditas que ponemos a continuación. En 22 años, aunque haya períodos de sequía, llueve mucho. Da tiempo a pasar por tres etapas bíblicas de tiempos de José, 7 años de vacas gordas, siete de vacas flacas, otros siete de engorde y ahora que estamos en la travesía del desierto con poca agua. Más un año de regalo (que es como el día de la pólvora en nuestras fiestas). A pesar de todo, mientras se puede contar y podemos ver cómo éramos entonces, parece que respiramos, se produce una sensación de nostalgia y alegría, una mezcla difícil de precisar. Vemos personas que estaban allí viviendo la alegría del ambiente y que ya no están entre nosotros.
Otras que no estaban allí pero que sabemos que al llegar a casa las encontraríamos y podríamos comentar cómo había ido la tarde. Podemos ver el conjunto de vida que se mueve una tarde alrededor de un festejo cada vez puesto más en entredicho. No hay que olvidar que mientras unos van a disfrutar hay otros que sufrirán las consecuencias y hasta perderán la vida allí delante de jóvenes y viejos. Autoridades y pueblo que les votó para ser gobernados según su programa.
En este primer capítulo piloto de lo que puede ser una sucesión de entregas donde el objetivo será mostrar cosas que pasan por nuestro pueblo, en las que interviene la gente que allí vive o que va de visita, nos limitamos a poner lo que captó la cámara porque allí enfocó el que la manejaba. Que haya reflexión crítica en contra o a favor de este tipo de celebraciones es cosa de la formación y el funcionamiento de las conexiones neuronales de cada uno y cada una.
©Fabián Castillo Molina
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