La foto no es mía, y sí, sin embargo, de mi amigo Juan Olimpio Haro Fernández. El sábado coincidimos en un viaje premeditado del que os hablaré pronto y me mostró esta bella estampa. Debía de ser de mañana cuando la foto fue hecha, quizá de sábado, pues parecen verse en primer término las furgonetas de los que vienen ese día a vender sus cosas al mercado, que no se ve en la imagen.
La fotografía está tirada buscando un encuadre profesional o, mejor, artístico, de modo que se ha elegido que la iglesia quede exenta entre las farolas, mostrando su erguido porte, pero enmarcada por las ramas de un árbol próximo al fotógrafo, a modo de orla que realza el elemento central. Chulísima, claro; desde esa cima de la cuesta los Hitos (del Pepito) el pueblo nos sorprende con una figura magnífica, alargado, extendido como un lagarto sobre el cerrete pétreo desde el que se enseñorea de la Cañá Vieja, ahí a sus pies. No obstante, lo que más impresiona de la imagen es la que imagino que sería la causa de sacar el móvil, pinchar en el icono de la cámara y disponerse uno (Olimpio) a apuntar hacia su objetivo. Ya lo habréis adivinado: el color que muestra el cielo. La maravillosa pigmetación, la tonalidad de película en technicolor, de fotografía coloreada (esas que a mí me encantan) de principios de siglo. Ya os he dicho que el cielo de la Mancha es un prodigio y un regalo para los ojos que andan solo acostumbrados a ver tierra o el alquitrán de la calle. ¿Qué bien se le da pintar a la naturaleza, eh?
Una buena foto, sí, señor, que dejamos aquí recogida en nuestra colección de la foto semanal que tan descuidada tenemos. Damos las gracias a nuestro amigo Juan Olimpio y lo animamos a que siga practicando con la fotografía, más aún por el Lugar, y nos siga obsequiando con cosas tan hermosas como esta.
ÁCS
Una preciosa foto y un comentario digno de ella y viceversa, tal para cual. Muchas gracias a los dos.
ResponderEliminarA ti por tu comentario, Fabián. Un saludo.
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