El chozo de Pepe "Moro", un sueño hecho realidad: Entrevista con su artífice | Las Pedroñeras

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martes, 5 de enero de 2016

El chozo de Pepe "Moro", un sueño hecho realidad: Entrevista con su artífice



Día ventoso, con chirimiri a rachas, desapacible, pero era el acordado para juntarnos con José Haro Jerez para hablar de algo muy peculiar, inusual en estos tiempos, como lo es el levantar un nuevo chozo. Y es inusual porque los chozos tenían la utilidad de servir de refugio o casa para que el pastor pudiese alojarse durante la noche o para comer, de modo que todos los chozos tenían a su vera un aprisco donde guardar el ganado y casi siempre piedras llamadas de la sal para que las ovejas la tomasen. Como estos chozos (cubos, cucos, bombos, chozas... en otros sitios) ya dejaron de usarse al perder su función pragmática, han ido derrumbándose en estos años y son pocos los que mantienen su lozanía de antaño.




Pepe viene acompañado de su hija, Esther, y de sus nietecillas. Es un hombre que tiene fama de terminar aquello que se propone, de ser un todoterreno, que lo mismo se hace a un roto que a un descosido, y se le metió en la cabeza que si en lo alto de este cerrete hubo siempre un chozo, ese chozo había que levantarlo de nuevo. Todo era cuestión de ponerse manos a la obra y cumplir con un sueño, como nos dice, un sueño que enriquece desde luego el patrimonio rural de esta localidad y al que vale la pena acercarse (lo aconsejo con efusividad; ya me daréis las gracias, veréis qué chulada).



Yo he llegado unos minutos antes y me he quedado deslumbrado cuando he visto la obra. Ya se atisbaba coqueto y vistoso desde la lejanía y a medida que me iba acercando, pero al llegar hasta él me ha parecido monumental, una obra gloriosa, enorme, solo fruto del empeño de un hombre con dotes de artista, más que apañao, diestro y habilidoso. Boquiabierto se queda uno. La fama de Pepe en este sentido ha quedado demostrada, certificada con esta obra, y para el pueblo deja un tesoro que formará parte de su legado. Orgulloso comprobamos que está porque lo notamos en su cara, en sus gestos, rebosantes de una alegría interior; y orgullosa ha de sentirse su familia y nuestro pueblo de Pedroñeras. Es de admirar la gente como Pepe "Moro".





La entrevista:

Yo: Hoy, 4 de enero de 2016, nos encontramos con José Haro Jerez, que ha terminado un chozo, que, aunque pueda resultar algo anacrónico, fue una obra que él se propuso hace un tiempo y aquí estamos, dentro del mismo chozo, ya terminado para hacer la entrevista. Quiero darle, antes de nada, la enhorabuena por esta obra meritoria, que ha quedado de película. 

La primera pregunta que quisiéramos hacerle es cómo surgió la idea de hacer un chozo, porque desde luego es algo excepcional hoy en día.

Pepe: La idea surgió porque en el lugar donde estamos siempre hubo un chozo, el chozo Marcelinete o Marcelinejo, que es el que da nombre también al paraje, y se me metió en la cabeza de hacerlo de nuevo, y con un poco de sacrificio pues lo he conseguido.

Yo: Y echando unas horas...

Pepe: Pues sí. Bueno, al principio yo pensé "esto yo en tres o cuatro días lo hago", pero han sido unos cuantos más.

Yo: Bueno, pues de alguna manera ha servido también para comprobar lo trabajoso que resultaría en su día fabricar un chozo de estas características.

Pepe: Pues sí, la verdad, porque además antes lo hacían con barro o yeso o sin nada, piedra sobre piedra, y luego los enlucían un poco por fuera para que no se derrumbaran. Yo este lo he hecho de cemento.

Yo: El chozo Marcelinejo estaba ya prácticamente hundido, ¿no?

Pepe: Nada, de ese chozo aquí ya no quedaba nada, era ya tan solo una montón de esccombros.

Yo: ¿Lo había visto entero ese chozo antiguo?

Pepe: Pues hace ya muchísimos años, cuando era muy joven (hará 50 años lo menos) estuve cogiendo lentejas o guieros del Aceitero y tenía aún un recuerdo de ver este chocete aquí, pero yo no tenía terreno por esta zona y la verdad es que no supe ya nada más de él. Eso sí, ahora no fallo casi de venir a diario a hacerle compañía a este mío.


Los vestigios que quedaban del chozo Marcelinejo.


Yo: Prácticamente ha terminado usted el chozo el año de su jubilación, y  parece como una especie de culminación simbólica, no de una vida, pero sí al menos de una vida laboral.

Pepe: Pues sí, exactamente eso, de una vida laboral.

Yo: De todos modos el chozo Marcelinejo era más pequeño que este, ¿es así? Por la base que quedaba del chozo, según recuerdo.

Pepe: Sí, eso me ha dicho la gente mayor.

Yo: De todas formas, parte del chozo Marcelinejo vive en este, pues supongo que algunas de las piedras de ese antiguo chozo las utilizaría para hacer este.

Pepe: Pues efectivamente, muchas de las piedras de ese chozo las usé para la primera fase de este nuevo, y el resto, la mayoría, son de la zona.


Mapa de 1907 en el que aparece el chozo de Marcelinejo.


Yo: Supongo que otras piedras las habrá traído de otros sitios.

Pepe: Sí, al final me quedé sin piedras. Ocurre como con las aceitunas, que uno va cogiendo primero las más gordas hasta que al final en el plato quedan las pequeñas, y esas piedras pequeñas ya no servían para el chozo. Para la parte final usé losetas, piedras planchadas, planas, porque estas era ideales para la cúpula, cuando se iba cerrando.

Yo: Veo que la última piedra, la que cierra el techo, es de un tamaño considerable.

Pepe: Sí, esa es una losa que traje de la parte del chozo Culebra, y tendría un metro y medio así en cuadro, y veinte o veinticinco centímetros de recia. La losa pesará quinientos o seiscientos kilos y tuve que recurrir a una máquina para ponerla.


La cúpula del chozo por dentro.


Yo: ¿Visitó algunos chozos de la zona para tomarlos como modelo?

Pepe: Fui a ver de los que son redondos, pero pocos son los que quedan en esta zona: el chozo don Pepe y el chozo Vargas. También visité el chozo la Bisnieves, pero a este ya le falta un trozo bueno. Y poco más, porque ni libros ni Internet he mirado, ni he consultado a nadie. Primero fue hacer la circunferencia: coloqué un mástil en el centro y con una cuerda iba haciendo el círculo, y cuando ya empecé a cerrar la cúpula iba acortando la cuerda y me iba metiendo para adentro, que era lo que me servía de referencia. El peligro era que se me cayese, así que yo iba haciéndolo poco a poco y cuando se secaba el cemento de los reos de piedra que había hecho, ponía otro y lo dejaba secar. Yo así lo hice, y habrá a quien le guste más y a quien menos; yo estoy contento con mi obra.

Yo: No tiene que disculparse por nada, porque la obra está genial. ¿No se le pasó por la cabeza hacerlo sin cemento, siguiendo el modelo tradicional?

Pepe: Teniendo cemento a mano para qué usar barro. Creo que así será una obra que dure toda la vida y de otro modo pues no sería así.







Yo: ¿Cuáles fueron las mayores dificultades que tuvo?

Pepe: La más grande fue el andamio. Yo no tengo andamio y, bueno, tampoco servía un andamio normal pues el ponerlo a plomo no servía, porque al cerrar la cúpula no alcanzabas. Por dentro, bien, pero por fuera... Sobre unas cajas de ajos puse palés para tener buena base para pisar y tener el material. Luego puse unos ejes de bombas verticales. No valían las camas de las que usan los albañiles porque esto es una pared en redondo. Luego clavé unos hierros en las paredes y por fuera lo tenía todo bien amarrado con sogas, y así me iba apañando. (Ver foto de arriba).

Yo: ¿Cuáles son las medidas del chozo?

Pepe: De alto tendrá una altura de cinco metros y tres setenta de diámetro interior. Luego las paredes son bastante recias: habrá rodales de hasta setenta centímetros (risas).

Yo: En la construcción del chozo usted era el maestro albañil, pero supongo que habrá contado con la ayuda de alguien más.

Pepe: Había un marroquí, llamado Abdul, que fue el que me ayudó mayormente. Me amasaba, me daba la piedra... Luego se fue a Marruecos y unos días me traje a un rumano.


Fotografía de Esther Haro.


Yo: ¿Cuánto ha tardado en terminar esta obra?

Pepe: Pues desde octubre o noviembre de 2014, que la empecé, y terminé por esas fechas más o menos de 2015. Un año más o menos en total. Pero no estaba todos los días aquí. Yo tengo mi trabajo y a veces estaba hasta un mes entero sin venir.

Yo: Lo tenía como una especie de pasatiempo, entre comillas, porque esto llevaría un gran trabajo.

Pepe: Sí, porque cuando había faena en el campo yo no podía venirme aquí.

Yo: Ahora lo que toca es hacer una alboroque en el mismo chozo; unas gachas, por ejemplo.

Pepe: Parece que es lo que cuadra, sí. A ver si abre el tiempo y para primavera habrá que hacer algo.

Yo: Supongo que estará contengo con el resultado, ¿responde a las expectativas? ¿Qué opina la familia?

Pepe: Yo estoy muy contento, y como a mis hijos les gustaba la idea yo he trabajado muy a gusto.

Yo: Les va a dejar un buen legado.

Esther: Sí, además lo quiere acondicionar (interviene su hija, que ha entrado en el chozo; las nietas siguen fuera dando la guerra que corresponde).

Pepe: En principio pensé hacer una tarima alrededor, pero luego pensé que no. Le eché cemento al piso y tengo la idea de enguijarrarlo como en las casas de campo de antes. Esa es mi idea.

Yo: Bueno, al principio de la entrevista hemos hablado de que aquí estuvo el chozo Marcelinejo, pero este ya es un chozo distinto, y habrá que bautizarlo. Quizá lo mejor sería llamarle "el chozo de Pepe Moro".

Pepe: Lo suyo sería "antiguo chozo Marcelinejo, actual de Pepe Moro", sí.

Yo: Pues habrá que ponerle una placa.

Pepe: Hay una piedra encima de la puerta que habrá que alisarla un poco y ahí he pensado que podría poner mis iniciales.

Yo: Ideal. Bueno, no sé si no nos hemos dejado algo por ahí...

Pepe: Yo he intentado dejarlo lo mejor posible conforme a lo que era un chozo de antes. Hemos trabajado muchísimo para limpiar de piedras de todo el cerro. No he hecho el corral para el ganado ni tampoco chimenea, pero esto último, aunque si me pongo la hago, la veía ya cosa muy entretenida, y si hay que asar unas chuletas pues se asan fuera y nos las comemos aquí al abrigo. También había pensado poner una chimenea portátil con un tubo hasta el techo. Ya veré, de momento le he puesto una puerta de hierro que he hecho yo mismo.

Yo: Hablando de esa puerta de entrada: imagino que estará orientada al mediodía como en los antiguos chozos.

Pepe: Casi, pero la viré un poco procurando que desde aquí adentro se viese el pueblo.





¡Sublime idea! El pueblo desde aquí, como telón de fondo, está magnífico en un día como hoy, y seguro que lo estará en cualquier estación, entrevisto entre los árboles que Pepe ha plantado para dar mayor vistosidad a la construcción. Desde un chozo recién hecho todo se ve con otros ojos. ¿No es un privilegio estrenar un chozo nuevo cuando han pasado ¿cuántos? ¿Cien? ¿Doscientos años desde que se levantó el último en este pueblo? Lo dicho: un privilegio, amigos.




La llovizna arrecia y tras hacernos unas fotos para el recuerdo de este buen rato que hemos pasado juntos, subimos a los autos y salimos arreando sin decir "me paece". Las Pedroñeras necesita de hombres trabajadores y nobles como Pepe "Moro". Hombres que miren en sus vidas más allá de los cantos de la calle o del bar de la esquina. Hombres con un sueño, más aún con sueños cuya realización nos dejan una obra que compete y complace a una colectividad, a un pueblo. Porque el chozo de Pepe "Moro" se ha quedado ahí solico, cuando nos hemos marchado, con su porte noble y patricio presidiendo el paisaje, bellísimo desde aquí, con el pueblo al fondo. Aplaudimos la idea de Pepe, y aplaudimos que tal idea se convirtiese en obra, en obra terminada, tan rematada que quedó "que ni nacía". ¡Enhorabuena, maestro!


Fotografía de Esther Haro.

Ángel Carrasco Sostos

4 comentarios:

  1. Extraordinario el trabajo y la idea de Pepe. Necesaria y oportuna la entrevista, que agradecemos todos los que seguimos tu blog. ¡Felicidades! a los dos. Muy buenas también las fotos y la de Esther Haro.
    Fabián Castillo

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    1. La verdad es que, por mi parte, ha sido una satisfacción entrevistar a Pepe. Y la obra la ha materializado maravillosamente. Es un chozo muy hermoso y si uno, encima, valora el trabajo y la predisposición que hay detrás de esta construcción, pues solo podemos concluir que es algo digno de alabanza. Gracias por tus palabras, Fabián.

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  2. Gracias por la entrevista Ángel, para la inauguración oficial te avisamos :) Fabián, gracias por tus buenas palabras. Un abrazo!

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    1. No te preocupes por eso, yo agradecido. Dile a tu padre que ya han entrado más de 1.000 personas a leer la entrevista. Un abrazote.

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