El secreto de Anchuelo que... lo sabían demasiados para serlo | Las Pedroñeras

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lunes, 4 de enero de 2016

El secreto de Anchuelo que... lo sabían demasiados para serlo



El grupo pedroñero "No eres del Lugar si no..." no es solo una forma de entretenimiento, sino que, además, sirve para destacar y hacer valer todo aquello que nos diferencia, que nos define, que nos hace ser pedroñeros, en definitiva. Y una característica en este sentido (si no la más representativa) es su habla. En el Grupo de Facebook hemos puesto fotografías, hemos recordado anécdotas, costumbres..., pero sin duda lo que más nos siguen llamando la atención son las expresiones y palabras que singularizan nuestra habla. Una buena almorzá he tomado yo de estas conversaciones que uno tiene con el resto de los miembros del grupo para ir enriqueciendo el diccionario que ya anda muy muy adelantado (vamos, que está a punto de cerrarse definitivamente), aun sabiendo que todavía, pese a llevar 20 años metido en estos menesteres, alguna expresión o algún vocablo se quedará sin apuntar. Pero, en fin, tiempo habrá de hacer apéndices si esto ocurre al ya de por sí monumental (por su tamaño ciclópeo) diccionario del Lugar.


El otro día mismamente Mª Luisa Madrigal Monedero, una habitual por estos pagos de la Internet lugareña, apuntó una expresión que uno no había escuchado nunca: el secreto Enchuelo, que lo sabían los del lugar y los forasteros. Decía nuestra amiga que era expresión de uso extendido en su familia y aunque en la mía no lo habían escuchado jamás, me puse a investigar por la Red. Y lo encontré.



A decir verdad el secreto Enchuelo era en realidad El secreto de Anchuelo ("que lo oyó -o supo- todo el pueblo" o "que lo decía dando voces"). Lo original de la versión pedroñera no era solo la transformación de Anchuelo en Enchuelo, sino del añadido "que lo sabían los del lugar y los forasteros". Estas peculiaridades lo convertían en un dicho que, evidentemente, tenía que venir a formar parte de nuestro diccionario local. Y, bueno, el significado (irónico), venía a referirse a lo que comúnmente se conoce con la expresión -más extendida- de ser algo un secreto a voces. Un secreto que conoce todo el mundo deja de serlo pues atenta contra la condición necesaria para que algo pueda ser considerado un secreto. En fin.

Anchuelo, amigos, no es el nombre de una persona, como podríamos pensar en un primer momento, sino el nombre de un pueblo madrileño muy cerca de Alcalá de Henares y, también, del límite con la provincia de Guadalajara.




El dicho tiene, al parecer, una base histórica (o legendaria, que esto pocas veces se sabe a ciencia cierta). Resulta que Cipriano y Pepe, ambos pastores que ejercían su oficio en Anchuelo, se encontraban haciendo lo que mejor sabían, dirigir al rebaño para apacentarlo en las inmediaciones de la localidad. Cipriano se hallaba en el llamado cerro de la Cruz y Pepe en el del tío Bernardo. Son dos cerretes entre los cuales Anchuelo se extiende. Al ver Cipriano a Pepe, aquel le dijo a este a voces: "¿Pepe, sabes que me caso? Pero no digas nada de esto por el pueblo". Pepe no le entendía con claridad, pues aunque los cerros son cercanos, existe entre ellos la distancia necesaria como para que una conversación secreta, como se entendía que debía ser aquella, no pudiese efectuarse conforme a lo que marcan lo cánones. Así que Cipriano empezó a levantar la voz, ya al final tanto que lo que se pretendía secreto llegó a convertirse en algo del conocimiento de todo el pueblo pues una vez que las palabras del pastor llegaron a oídos de los que en ese momento se encontraban en las calles de la población, estos, como es costumbre, comenzaron a divulgarlas tan pronto como encontraron la ocasión. Antes de que Cipriano bajase a su casa a recogerse, ya todos sabían que su vecino se casaría pronto. De ahí los versos:

Así nos cuenta la historia
sin trampa ni falsedad:
el gran secreto de Anchuelo,
que se supo en Santorcaz.


Anchuelo rodeada de cerros.


ÁCS

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Ángel Carrasco Sotos

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