Nuestra paisana y periodista, Maricarmen Izquierdo Pulido, se ha dejado caer por este blog del Lugar para dejar registrado en él el famoso pregón (digo famoso por lo popular: aún siguen los lugareños acordándose de sus palabras) que diera para presentar las fiestas del año 2009. Maricarmen también fue reina de nuestras fiestas cuando se celebraron el año de 1982 (por aquí podéis echarle un ojo a las fotos). Conocida periodista provincial, ha trabajado en la cadena SER, en el periódico conquense El Día de Cuenca y ahora lleva las riendas, como sabréis, de Las Noticias de Cuenca, un periódico que en la actualidad se publica semanalmente y que también puede consultarse en la Red. Sirvan estas pocas palabras como presentación de este memorable pregón que hizo que, al menos en ese día, en esas fiestas, su autora fuese profeta en su tierra. Y mira que es difícil conseguir esto. Bueno, no me alargo más, y por aquí abajo le paso la palabra a Maricarmen Izquierdo Pulido. Este fue su pregón.
Pregón de las fiestas pedroñeras de 2009
(por Maricarmen Izquierdo Pulido)
Gracias,
Aitziber, buenas noches, amigos, paisanos, Corte de honor y autoridades
.
En
otro escenario, pero desde esta misma tribuna he tenido el honor de presentar
en varias ocasiones el acto de apertura de nuestras fiestas patronales, he
subido a esta tarima a recoger un premio periodístico del ajo y también a
recibir la corona que en el 82 me proclamó reina de las fiestas en honor a
Nuestro Padre Jesús Nazareno y al Santísimo Cristo de la Humildad… pero nunca,
nunca, habría imaginado que un día tendría la responsabilidad de pronunciar el
pregón de fiestas.
Cuando
la alcaldesa me hizo la invitación mi primera reacción fue de negativa: el
pregonero es alguien importante, fueron mis palabras, y yo no lo soy; pero soy
pedroñera, ese es mi mérito y aquí
estoy, ante mi pueblo, al que con orgullo saludo y me presento agradecida como
una más de sus hijas… la que en este 28 de agosto de 2009 tiene el privilegio
de ser su pregonera, noble oficio que aún resuena en los ecos de mi familia y
que me enorgullece revivir gracias a esta oportunidad que me brida el
Ayuntamiento, a quien públicamente desde aquí doy las gracias por el honor con
el que me distingue al haberme encomendado la tarea de hacer saber que dan
comienzo nuestras fiestas patronales; que Las Pedroñeras se pone sus mejores
galas para revivir el rito ancestral de la fiesta; que abre puertas y ventanas
para dejar entrar la música, la alegría y el jolgorio de unos días en los que
la fe en nuestros queridos patrones se refuerza, se renueva y se mezcla
con el populismo alegre y desenfadado que dan unas jornadas repletas de
actividades festivas, que espero y deseo que todos podamos disfrutar
intensamente.
Como
nieta de pregonero que soy, quisiera recorrer las calles de punta a punta,
desde El Sepulcro hasta los Viveros, desde el Pepito hasta Legazpi, de la Casa
la Era al Pico del Chato; subir al Cerro Ratón y anunciar a los cuatro vientos
que Las Pedroñeras está de fiesta… que hace un alto en el camino para honrar a
sus queridos patrones y que abre las manos al vecino y al foráneo para disfrutar de un merecido descanso.
¡Llegan
las fiestas!, y otra vez el paseo de la feria se llenará de sabores
agridulces, otra vez las atracciones
despertarán los sueños infantiles y todo un mundo se abrirá ante la esperanza
de los jóvenes que por primera vez disfrutarán de una libertad sin horarios.
Volverán las interminables jornadas de camaradería en los locales de ocio, los
juegos, los espectáculos, las verbenas,
las cañas mañaneras, las partidas, las abundantes mesas y…durante estos
días... otra vez surgirá la añoranza por
los que ya no tienen la oportunidad de perderse entre la amalgama de voces que
despiertan el apetito del reencuentro. Para todos ellos, para los que nos han
dejado este año y a lo largo de todos los años de nuestras vidas, para los que
han escrito nuestra historia dejando su impronta en nuestros corazones, vaya
nuestro homenaje de pedroñeros.
Mis
primeros recuerdos de las fiestas patronales están en esta misma plaza.
Recuerdo el kiosco de la música, justo ahí enfrente, y a mi padre con su
flamante uniforme de músico y un reluciente bombardino al que días antes toda
la familia había sacado lustre con Sidol.
Recuerdo
el olor a pólvora y el miedo que me daban las carretillas, sobre todo desde que
uno de aquellos toros de fuego pilló a tío Emilio en la calle Mayor y le quemó
el pantalón; él gruñía indignado, la
gente le pasaba corriendo por encima, mi tía Isabel reía y yo lloraba… nunca más estuve cerca de una carretilla.
Corría
la década de los sesenta y por aquel
entonces se celebraban dos fiestas patronales: las de Jesús el primer domingo
de septiembre y las del Cristo, el 14 del mismo mes. En aquella época Las Pedroñeras estaba
viviendo las primeras mieles del progreso que la mecanización trajo al campo.
El
cultivo del ajo se extendió de forma masiva y avalada por la calidad que
distingue a su excelencia el Morado, la fama del ajo pedroñero conquistó las
fronteras. El impulso económico que produjeron estos hechos fue toda una
revolución, la forma de vida cambió. Las Pedroñeras inició su carrera de
ascenso.
Atrás
quedaba la humilde etapa en la que la promoción del ajo morado era poco más que
el fruto de los viajes a lugares como
Requena en Valencia, que tantos y tantos
pedroñeros hicieron con sus carros
tirados por mulas para vender o la sazón cambiar sus ristras de ajos por otros
productos y enseres. Así consiguió mi abuelo Salvio sus primeras carretillas
para transportar el agua.
En
los setenta la calidad de vida mejoró, el ajo cambió la economía y la fisonomía
del pueblo. Las tradicionales casas de tapia con vivienda, corral y cámara,
fueron dando paso a construcciones de dos alturas, la primera: para el porche,
para almacenar y cortar los ajos a la sombra.
Las
comodidades se fueron instalando poco a poco en los hogares y el esperanzador
futuro que se abría en el horizonte frenó el éxodo a las grandes ciudades y fue
reclamo de vuelta para los emigrantes.
En
esta situación de bonanza Las Pedroñeras quiso engrandecer sus festejos y así
nuestros dos patrones, cuyas hermandades siempre habían mantenido una sana y
festiva rivalidad, unieron sus celebraciones. Jesús, Jesusillo, El Cristo y el
Cristillo más el día de vísperas, cinco días seguidos de fiesta que despertaron
el interés de los feriantes.
Esta
plaza dejó de ser el escenario de fiesta, la feria se fue al paseo de la
antigua carretera nacional. Llegaron los caballitos, las voladoras, los coches
de choque, los conciertos con grandes figuras de la canción de la época.
El
cultivo del ajo seguía creciendo, adentrándose en la forma de vida y cultura de
este pueblo hasta que formó parte misma de sus entrañas y por supuesto de sus
fiestas. En 1973 nació la 1ª Fiesta Internacional del Ajo, y ese bendito pan de
nuestros campos arañó dos días más de merecido descanso en las fiestas
patronales, que desde entonces se han venido celebrando del 31 de agosto al 7
de septiembre.
Hoy,
comenzamos una nueva etapa, las fiestas han cambiado de fecha, no es la primera
vez, y probablemente no será la última… si hay algo en la vida que no cambia
son los cambios, es lo que nos hace avanzar, lo importante es que no cambie la
esencia de nuestras tradiciones, y esa… esa, es nuestra tarea de pedroñeros:
contribuir al mantenimiento de nuestras costumbres, de nuestras raíces, porque
sin ellas un pueblo no tiene identidad pero Las Pedroñeras sabe muy bien quién
es.
El
ajo, nuestro Ajo Morado, nos ha forjado el carácter, nos ha dado fuerza,
valentía y tesón para ser lo que somos, para avanzar y crecer como pueblo. El
camino no ha sido fácil, recorriéndolo hemos padecido ese dolor de ajo que abre
las carnes en canal cuando un mal día de pedrisco o una lluvia a destiempo echa
por tierra el trabajo de todo un año.
Vosotros
lo sabéis bien, todos hemos visto el mismo gesto de preocupación en nuestros
abuelos, padres y vecinos. Lo hemos
visto en sus ojos, resecos de tanto mirar al cielo; en las manos curtidas de
sol, escarcha y arado.
Pero
el trabajo no nos asusta, si hay algo que distingue a Las Pedroñeras es la gran
capacidad de trabajo de sus gentes… y las primeras en ponerlo de manifiesto han
sido sus mujeres, verdaderas heroínas de la expansión económica, cuya labor al
frente del proceso productivo del ajo ha sido ejemplo a seguir en toda la
comarca.
Ahora
tenemos máquinas sembradoras y recogedoras, desgranadoras e incluso cortadoras
de ajo, pero quién no recuerda las interminables cuadrillas de mujeres sobre el
hilo con el morral en el halda en las gélidas mañanas de invierno; mañanas en
las que el hielo congelaba las entrañas… y ellas, sin poder hacer apenas el
huevecete con sus dedos, con increíble destreza sembraban milimétricamente de
jeme en jeme los ajos que por la noche, en armoniosa tertulia con familiares y
amigos, desgranaban uno a uno con sus propias manos. Eran las trasnochás de
esgorolle, que por la cercanía con la Navidad concluían con sabor a mantecado y
polvorón, mientras la noche envolvía el pueblo con una densa niebla mezclada
con el humo de la cascarilla quemada que salía de las casas.
La
mujer, también en la escarda; en el
palote, en las madrugadas estivales preparando meriendas y aviando la casa
antes de plantarse en el hilo a recoger la cosecha; en las mañanas y tardes
veraniegas en porches, corrales y almacenes cortando ajos -o pelando en las
zarandas-… La mujer, siempre la mujer pedroñera tirando del carro de un pueblo
que a fuerza de trabajo ha conseguido ser la envidia de la comarca.
Hay
quien dice que somos orgullosos, y yo digo que si así lo parecemos es por que
lo somos, y los somos porque estamos orgullosos de ser lo que somos: de ser
pedroñeros... herederos de los hombres y mujeres de San Blas, El Robledillo y
Santiaguillo, hombres y mujeres coraje que en busca de un futuro mejor
emprendieron un éxodo en busca de agua , y en abundancia la encontraron aquí
–en Las Pedroñeras– en el Lugar, y sobre sus piedras fundaron un pueblo que
pronto fue villa y que hoy es una de las primeras poblaciones de nuestra
provincia gracias al tesón y al trabajo infatigable de sus gentes, herencia de
los próceres primigenios que supieron ver en la unión la fuerza de su vida.
De
Las Pedroñeras y de sus fiestas os han hablado grandes plumas de España,
políticos, artistas, científicos, historiadores y otros muchos personajes que
con gran brillantez han pasado por esta tribuna como pregoneros. Yo no
pretendo, puedo ni quiero ponerme a la altura de mis predecesores, personajes
de todos los ámbitos que han cantado con verbo fluido las bondades y
excelencias de Las Pedroñeras, desgranando su origen, historia y patrimonio con
diligente intelecto.
Esta
noche, lo que quisiera es poder tocar la trompetilla de pregonero de mi abuelo
Pulido y que su eco llegara a todos los rincones del mundo para hacer saber que
en el corazón de La Mancha hay un pueblo que se ha ganado a pulso el
sobrenombre de capital internacional del ajo, y que sus gentes reclaman la atención
que merece el esfuerzo no de una vida, sino de toda su existencia.
Hemos
pasado años buenos y malos, y siempre hemos salido airosos; con más o menos
penurias hemos aceptado malas cosechas y bajos precios, pero la competencia
desleal es un monstruo al que no podemos combatir solos.
Necesitamos
que se vigilen las fronteras; que en las importaciones de terceros países se
exijan las mismas garantías de trazabilidad y calidad alimentaria que se exigen
a nuestros ajos; pero también, que se ponga freno al abuso de una
intermediación que arruina al sector y estafa a los consumidores.
Las
autoridades lo saben, porque el sector se lo ha dicho, y hoy, desde esta
tribuna, con la legitimidad que me da ser de Las Pedroñeras –en nombre de todos
sus vecinos– pido al presidente de Castilla-La Mancha –hoy representado por el
delegado de la Junta, Ángel Valiente–
que luche con todas sus fuerzas y utilice todos los medios a su alcance
para conseguir que las autoridades competentes pongan su mano sobre este sector
que, como bien sabe, es el responsable
de que esta comarca registre el mayor
índice de población joven de la provincia.
El
ajo es la vida de este pueblo, por eso no es de extrañar que los que nos
visitan siempre digan aquello de ¡Las Pedroñeras huele a ajo!
Y
es cierto, huele a ajo y ¡ojalá que siga oliendo durante muchos años!, porque
eso significará que tendrá la suficiente protección como para no estar
amenazado por el invasor. ¡Ojalá que siga oliendo durante muchos años! porque
eso significará que se nos permitirá la utilización del agua necesaria para que
nuestras cosechas sigan adelante sin tener que abandonar la provincia; porque
eso significará que el uso de los recursos de nuestras cuencas excedentarias
como Rus-Valdelobos y Altomira no habrán arruinado a los agricultores con
injustas sanciones.
Sí,
ojalá, delegado, que Las Pedroñeras siga oliendo a ajo durante muchos años,
dígaselo al presidente.
Ajos
hay … y muchos, por todo el mundo; pero el nuestro, su excelencia el Ajo Morado de Las Pedroñeras es
excepcional, no sólo viene avalado por el marchamo de calidad que le da tener
nombre y apellidos, sino que no tiene igual.
De
cabeza pequeña, redonda y blanca, sus delicadas
camisas protegen unos dientes morados que concentran el más alto índice
de principios activos de todas las variedades de ajo del mundo.
Nuestro
ajo -casi panacea- posee grandes cualidades curativas y medicinales, de las que
ya se hablaba en los tiempos antiguos y que hoy vienen avaladas por estudios
científicos que todos conocéis porque,
como no podía ser de otra manera, fue un pedroñero, Luis Antonio Gómez
Fernández, quien con su proyecto fin de carrera despertó el interés de la
universidad regional… y desde entonces, al amparo de la Diputación de
Cuenca, la Universidad de C-LM lleva las
riendas de un proyecto que se gestó en el seno del equipo que dirige el Doctor
García Plaza, un provenciano que es jefe de Gastroenterología del Hospital
Ramón y Cajal.
La
cocina también sabe de las inigualables cualidades gastronómicas. Un solo
diente de Ajo Morado de Las Pedroñeras da a los platos mucho más aroma y sabor,
y por supuesto más sutil y menos repetitivo, que tres dientes de ajo chino. Es
como comparar un vino de mesa peleón con un buen crianza manchego.
¿Pero,
si todo son bondades, qué pasa; por qué tenemos tantos problemas en la
comercialización de nuestro ajo...?
Hace
unos días, cuando en el marco de la FIDA se celebró el Primer Concurso Nacional
de Cocina “Ajo Morado de Las
Pedroñeras”, Erlantz Gorostiza - jefe de cocina del restaurante de Manolín- me
decía que es sorprendente que un ajo tan diferente y único como el nuestro, no
esté ocupando en el mercado el lugar que se merece.
El
problema, decía, es que no sabemos
vender, y como ejemplo citaba que cuando alguien va a comprar espárragos de
Navarra no se sorprende por el precio, ni busca otros más baratos… sabe que
está pagando calidad y no le interesa otra cosa que no sean espárragos de
Navarra. Y eso, me decía, es lo que hay que lograr con el Ajo Morado de Las
Pedroñeras.
Estaréis
conmigo que parte de razón no le falta; pero somos nosotros los primeros que
tenemos que creer en las posibilidades de nuestro producto, apostar por él, por
su calidad diferenciada, y no buscar mayores rendimientos con variedades de
mayor calibre, por aquello de que lo que vende son los ajos gordos… No, con la
globalización la oferta es cada vez más y más grande, el éxito no está en salir
al mercado como uno más, sino como el único .
En
su día el ajo nos dio nombre y fue uno con nuestras fiestas patronales, hasta
en eso nos han favorecido sus bondadosas cualidades. Hoy es él, el Ajo Morado
de Las Pedroñeras el que pide que todas las partes se impliquen en la medida de
sus posibilidades y posiciones y prestigien su buen nombre por el mundo.
Hoy,
el ajo lanza un grito para que el sector esté unido, para que sepa ver -como
los hicieron nuestros primeros pobladores- que en su unión está la fuerza de su
lucha y, por ende, de su futuro.
La
tarea no es fácil, y nos ayudaría mucho, delegado, que las administraciones nos
echasen una mano para convencer a todos los consumidores del mundo de que
nuestro ajo es el mejor, que no necesita más tamaño ni menos precio, y que no
van a encontrar otro igual.
El
mercado es cada vez más duro y competitivo, y desde luego sabemos que
conquistarlo no es un camino fácil ni corto, pero si todos, desde la parte que
nos atañe, ponemos todo el intento desde las tripas, seguro que lo vamos a conseguir.
Ese
es el mensaje de esperanza que quiero pregonar hoy en esta tribuna y quisiera
que desde aquí, como puntos suspensivos en la cuna del viento, el eco de la
trompetilla de pregonero de mi abuelo lleve la buena nueva a todos los rincones
del universo:
Las
Pedroñeras… tiene sabor de futuro
Buenas
noches, amigos. Felices fiestas.
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