Este chozo, hoy hundido, se hallaba entre los parajes denominados el haza la Pava y el haza el Rodillo, muy cercano al cerrojo de la Tobosilla y al final del trayecto del conocido como camino del Chozo Marcelinejo, un carrilete desdibujado que sale desde el camino Viejo de El Pedernoso a la altura de Las Calzás. En fin, uno aún puede acercarse para ver sus ruinas en lo alto de un pequeño cerrillo que se levanta en esta zona pedroñera, si bien hace apenas unas décadas estaba en pie. Respondía al modelo ovalado típico de los chocetes de pastores de esta zona. Este era de los chiquitajos. Ya conocéis lo que pienso sobre su conservación. Y es que cuesta tan poco reforzarlos por dentro para que no se hundan: unas pellás de yeso aquí y allí, algún remiendo oportuno y unos puntales. No más. ¡Ya van quedando tan pocos en nuestros campos!
El último propietario que se le conoce al chozo Marcelinejo -y creo que me informó de ello mi amigo José María, al que tanto echo en falta- fue Celedonio Navarro. Desconozco el porqué del nombre del chocete por el que tradicionalmente se le ha conocido en Pedroñeras, es decir, quién fuera ese tal Marcelinejo. Quizá algún lector pueda aclararlo. Tampoco sé en qué época se levantó, aunque ya en el mapa que he manejado de 1907 está señalado, así como en otros mapas y croquis catastrales posteriores o en el del Instituto Geográfico Nacional de 1942. Posiblemente es del siglo XIX, si no anterior, y ahora en unos años sus desgastadas piedras, esas que formaban su bóveda y que tanta sombra, fresquito y calor habían dado a quienes se ampararon bajo ellas, se han desmoronado. Y nadie se acordó ya de él.
Como ando también enredado en ese libro (o libraco) sobre la toponimia y el mapa general del término de Pedroñeras, agradecería todos los datos que podáis aportarme sobre este chozo de larga vida... y más larga muerte. Quedará al menos el recuerdo y ese montón de piedras sobre el cerrete que un día alguien se empeñó en juntarlas para hacer un chozo de pastores, el chozo Marcelinejo.
Ángel Carrasco Sotos
El patrimonio etnológico, Ángel, olvidado cuando no despreciado, y siempre en retroceso.
ResponderEliminarD.M.
No hay manera de convencer a nadie para que la conservación de este patrimonio rural sea una prioridad. Convencer y hacer que se produzca alguna actuación. Nada. Todo queda en bonitas palabras. En fin, es lo que hay.
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