por José Vicente Navarro Rubio
Se atascó la burra y dejó de caminar
y con ella todo un hato de ganado lanar
y los pastores que no dejaban de protestar
pues era de noche y se podían de frío helar.
Era un invierno de un año lunar musulmán
de esos de pelar
con la nieve cayendo desde Albacete a Ciudad Real
cuando los pastores creyeron ver
cerca del embalse del Molinar
una cueva profunda donde poder pernoctar.
Llevaban en los morrales patatas tardías
más duras que un pedernal,
aceite de oliva ideal para cocinar,
huevos duros de gallinas de corral,
nueces de los nogales de la Sierra de la Caballa en Alcalá
y bacalao más salado que la propia sal.
Acomodados los animales
en el fondo de la gruta del Molinar
y los asnos rebuznando sin parar
pensaron los pastores en cenar
y cada uno sacó de su morral
lo que les acabó de detallar.
En un recio fuego colocaron una sartén
que pesaba más de un quintal
y en él sin rechistar
y ya los burros más calmados en su "asná"
cocieron las patatas con el bacalao
que en un surco de agua habían puesto a desalar.
A uno que se llamaba Juan el de Alcalá
le dio por pensar más de lo normal
y así dijo a los demás:
¿Por qué no machacamos con un poco de agua la mezcla
y le echamos aceite para que de para más
pues con lo que hemos cocido no hay para empezar?
Aprobada la propuesta por unanimidad
se pusieron a echar aceite sin parar,
ajos de las Pedroñeras, de un tal Jonás, y a remover el manjar
en una olla de cobre sin estrenar
y de esta forma tan original
la mezcla comenzó a engordar
y más cuando la adornaron con huevos duros
y nueces de esas que de lo buena que están
se pegan al paladar.
Se ha atascado la burra dijo el susodicho Juan
a lo que el resto de presentes vinieron a replicar
pues atascaburras se llamará
esta receta que acabamos de preparar
con agua de nieve, ajos, patatas, aceite, huevos,
nueces del nogal de Tomás
y bacalao de Terranova
que un vizcaíno nos vino a regalar
en la Sierra de la Caballa en Alcalá.
Desde entonces se dice que en el Molinar
una burra se vino a atascar
y los pastores que con ella iban
se pusieron a rebuznar
y fue de esta forma tan original
que salió una receta que a coces se tiene que propagar.
Escrito está
en una lápida sepulcral
que dice con gran claridad
Año del Señor de mil quinientos
y un poco más
aquí reposan los restos de Juan
el inventor del atascaburras de Alcalá del Jucar.
Descansa en paz
él y las burras por no callar.
©José Vicenta Navarro Rubio
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