Quizás algunos de vosotros no conozcáis esta tradición pedroñera que venía haciéndose en el pueblo durante muchos muchos años, siglos quizá, y que se estuvo realizando en el Lugar hasta los años 70 del pasado siglo. Apuntada tenía esta costumbre y estos días me la recordó, con ampliados datos, Jesús Antonio Madrigal López, así como el nombre de la última persona que las rezó, María Sotos Araque, que al resultar que es prima hermana de mi madre pues la envié como mensajera para que completase algunas dudas que yo tenía sobre ello.
A las doce de la noche del Sábado Santo se iniciaba el rezo, para lo cual se seguía el apartado titulado "Reloj que despierta al alma dando las horas de la Semana Santa", contenido en el libro de Bernardo Sierra, publicado en el siglo XVII y titulado Ramillete de divinas flores escogidas en el jardín de la Iglesia del que se hicieron numerosas ediciones en los siglos posteriores. La edición de María Sotos es de 1876; la de Jesús Antonio (perteneciente a su abuela Catalina), de 1898. El recorrido y rezo de las distintas estaciones ocupaba prácticamente toda la noche.
Estas eran las paradas en las que se rezaba según el orden que se seguía:
1) En la puerta de la ermita del Santo Cristo.
2) Frente a la antigua cruz de madera que había Entrecapillas (en la pared de la iglesia).
3) En la puerta principal de la iglesia.
4) En una pequeña cruz que había cercana al monumento al aviador laureado, que luego, cuando se retiró, fue sustituida por la cruz de los caídos por el bando franquista en la Guerra Civil.
5) Frente a la cruz de Marchantes.
6) En la puerta de la ermita del Santo (San Julián; antes, San Sebastián).
7) Frente a la cruz del Coso.
8) Frente a la ya desaparecida cruz Cerrá.
9) En la puerta del Sepulcro (ermita de Jesús).
Entre rezo y rezo (que se hacían a la luz de velas y faroles, y sentadas en asentillos que iban trasportando de un lado a otro), mientras la cuadrilla de mujeres avanzaba hasta la siguiente cruz para rezar la estación que tocase (estaciones que recordaban la pasión, muerte y resurrección de Jesús), iban rezando avemarías y padresnuestros, y cantando canciones devotas como aquella que decía:
-¿Dónde vas, Virgen María,
a deshora de la noche¿
-Voy en busca de mi Hijo,
que lo entierran esta noche.
Cuando se completaba el rezo, tenían la costumbre de ir llamando a las puertas para anunciar que el Señor había resucitado.
-¿Dónde vas, Virgen María,
a deshora de la noche¿
-Voy en busca de mi Hijo,
que lo entierran esta noche.
Cuando se completaba el rezo, tenían la costumbre de ir llamando a las puertas para anunciar que el Señor había resucitado.
María Sotos Araque, que era muy niña cuando comenzó a rezarlas, recuerda el nombre de antiguas rezadoras entra las cuales se encontraba mi bisabuela Lucía Haro. Otros nombres que apunta son los de: Catalina Izquierdo y su hija Alejandra, la Ramona "la Moralas", María Jesús "la Margarita", Luisa "la Fresneda", la Vicenta "la Tabuleta" y su madre, Luciana, y la hermana Guedica. María Sotos cuenta actualmente con 82 años y fue en los primeros años 70 cuando dejó de rezarlas. Nadie ha continuado con esta tradición.
El gran libro de las TRADICIONES DE PEDROÑERAS.
Lo más completo que encontrarás solo aquí.
Me apunta Antonio Jesús que piensa que tal costumbre devota comenzaría en años no muy lejanos a la publicación de este libro, que sería quien la impusiese, así como la colocación de ciertas cruces en lugares determinados para llevar a cabo el rezo de las estaciones, una costumbre, según me dice, anterior a las procesiones de Semana Santa.
Os copio la portada de tres de las ediciones decimonónicas de este libro y la página de dos de ellas en las que comenzaría el rezo de estas nueve estaciones. Si queréis acceder a su lectura, podéis ir, por ejemplo, a esta dirección de Google Libros. Podéis también adquirirlo en edición moderna aquí. También os recuerdo la tradición -moribunda hoy- de rezar el Vía Crucis el Viernes Santo, según os expuse en esta otra entrada.
ÁCS
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