Un artículo de Luis Pérez González (de Las Pedroñeras) en la revista "Ceres" (año 1956) | Las Pedroñeras

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martes, 14 de octubre de 2014

Un artículo de Luis Pérez González (de Las Pedroñeras) en la revista "Ceres" (año 1956)



Hace ya un tiempo, publiqué por este blog un extraordinario artículo sobre las fiestas firmado por Luis Pérez González y publicado en el libro de las fiestas del año 1955. Ya dije por allí que Luis Pérez tenía una prosa clara y firme de la que todos tenemos que aprender.

Hoy me acerqué a la librería Maricarmen a llevar unos libros del Folclore Infantil y de Basura Espacial y volví a comentarle a José Luis, su hijo, esta eventualidad. Agradecido por el elogio (merecido a mi entender), me fotocopió otros artículos que su padre había publicado en la Revista Nacional de Economía Agrícola Ceres. Leo los artículos y estos no hacen otra cosa que confirmar lo que ya sabía: que Luis Pérez González conocía bien el oficio de escribir. Y algo más: que era una erudito en la materia que trata. 

Este que transcribo para este blog es un artículo publicado en el número 245 de noviembre de 1956 (año XXI) (sí, tenía ya larga vida la revista Ceres). Por aquel entonces, la revista se publicaba en Valladolid y se vendía a 10 pesetas el ejemplar. El artículo de nuestro paisano se titula "La agricultura y su industrialización científica". Leed y ya me diréis. El texto está firmado en Pedroñeras ("Pedreñeras" se puso por errata) en septiembre de 1956.


El artículo

Acostarse exhausto por las largas tareas, levantarse y mirar al cielo, es lo que día tras día, en monótona y agotadora sucesión, hace el hombre del campo en el transcurrir del calendario de su arrastrada existencia; y es en esa mirada escrutadora de lo desconocido donde deposita toda su ansiedad e intuitivamente adivina, más que ve, presagiando su incierto porvenir. Ese ignorado mañana que hace de él un paria de la tierra a la que lentamente va tributando su vida, muchas veces a cambio de muy poco, otras tantas por nada y muy contadas por algo. Y es el tiempo, siempre él, que encarnado en su entraña el oscuro velo de lo ignorado juega el principal papel en la tragedia de la vida campesina. 

Hasta tanto el factor tiempo meteorológicamente definido, pueda disciplinársele y el hombre,  de esclavo, pase a rector de su elemento, mucho queda por hacer a la Ciencia o puede que tal vez no pasen de utópicos nuestros propósitos por muchas horas de vigilias y elucubrantes estudios que se consagren a este fin. Si bien, mucho espera el hombre de este siglo que corremos y en nuestro días grabadas quedan indelebles muestras de nuestro caminar por el sendero que pudiera abocarnos a las grandes revelaciones.

Hoy ya se cuenta con tecnicismos de índole industrial incorporados a la agricultura que sobrepasan a todo lo imaginado hace medio siglo, con toda su gama de elementos mecanizados, de maquinaria moderna en sus más diversos tipos: tractores, segadoras, cosechadoras, seleccionadoras y toda una serie de poderosos auxiliares prolijos de enumerar. Modernos procedimientos más avanzados aún como lo son la siembra y las fumigaciones aéreas, amén de otros ultramodernos aparatos de utilísimo concierto agrícola-forestal. Tales tecnicismos, sin duda alguna, de vital importancia en el desenvolvimiento agrícola, no constituyen el primer puesto en la vida del agro.

Existe, o mejor diríamos, debe existir, una industrialización harto más importante a la que, pese a todo lo hecho -y es mucho lo realizado-, aún se está en sus preliminares, y es a ella a quien cabe concederle ese lugar de supremacía, faro esperanzador de la riqueza agrícola del mundo: la industrialización Agrícola-Científica.

Dos ramificaciones puede hacerse de ella: una de carácter "productivo" y otra, la más importante, de índole "protector".

De la primera, prometedor es lo hasta aquí realizado, y a cierta distancia del punto de partida loable es la labor llevada a término. La genética abre un ancho campo de investigación y tras un largo proceso de hibridaciones ha conseguido dar a la agricultura un gran impulso y valor económico satisfactorios. Hoy se cuentan en número elevado diversas variedades de nuevas semillas que siguen sometidas a un meticuloso régimen de selección dentro de cada clase de cereal, que han permitido reducir el ciclo evolutivo del vegetal con rendimientos sorprendentes, en tanto el amplio estudio analítico aplicado a la fertilización del suelo labrantío y las investigaciones que se vienen realizando para el tratamiento de las plantas con radiaciones especiales actuantes sobre su biología reduciendo al mínimo su proceso vegetativo de madurez, abren perspectivas de alto valor productivo, tendentes a solodificar aún más las garantías alimenticias de la población del mundo.

Pero no basta lo ya todo hecho verdad; no es suficiente el proliferar los rendimientos con la máxima fructificación de la vida vegeta si no se procuran los medios de aumentar las posibilidades de su posesión.

Crear y poseer deben ser los horizontes donde el hombre descanse su mirar, y ello entra de lleno en esa segunda ramificación antes aludida.

También en ella la ciencia hendió sus investigaciones consiguiendo esperanzadores resultados. Desde el cohete granífugo, las cortinas de humo evitadoras de las heladas, hasta la reciente conferencia de San Francisco (California) sobre la posibilidad de la conservación del calor de los rayos estivales del sol, hablan con marcada elocuencia de un período interrumpido de estudios que dejan bien diseñada una avanzada posición en el camino de la ciencia, nuevo punto de partida de futuras y esperanzadoras investigaciones.

Sabido es que, con excepción del cohete expansivo, poco conocemos en nuestra Patria de resultados prácticos obtenidos con los expuestos índices, ni tan siquiera de ese cohete los conseguimos porque tal vez no lo empleemos en tiempo y forma adecuados, pero no es menos cierto que en aquellos países a la vanguardia de la evolución inventiva tampoco se sabe mucho de sus resultados cosechados, y son contadas las veces que se han aplicado en la práctica y solo se ha circunscrito su uso a pruebas investigadoras de perfeccionamiento que han dado con el resultado comprobatorio de su alto coste de creación y por lo tanto su antieconómico empleo.

Hoy, en la era del átomo, todo pudiera solucionarse y ser la energía nuclear la que en su día nos diera la clave de una gran verdad.

La FÍSICO-QUÍMICA-ATÓMICA dirigida y aplicada debidamente para fines de paz, está llamada a abrir en la vida del mundo perpectivas maravillosas nunca soñadas por los más sesudos hombres de ciencia. Sus electrones, neutrones y toda esa cadena de elementos unitarias de potencialidad de que se compone la materia, lejos de servir para la destrucción del mundo, encauzados sus efectos radiactivos en pro de la humanidad pudieran ser consecutivos de transformaciones ambientales, dominando temperaturas, dosificando presiones atmosféricas ajustadas al deseo del hombre, poniendo el medio ambiente al servicio de sus necesidades.

Volvemos a considerar que todo ello parezcan sueños irrealizables si se analiza bajo la influencia excéptica de mediocridad del individuo, pero por fortuna esta clase de cerebro no hacen número en la máquina del progreso, y lo mismo que nada pueden hacer en su favor, menos aún harían en su contra.

¿No está concebida y casi a punto de realizarse la creación de planetas artificiales? ¿No se ha conseguido hacer llover? ¿A qué, pues, no concebir el dominio por el hombre del medio ambiente en que se mueve? ¿Por qué no ser posible el acondicionamiento de un ambiente templado por medio de corrientes de aire caliente producidas y acumuladas de antemano para a su debido tiempo ser inyectadas en el espacio, o disminuida su presión por refrigeraciones aplicadas al igual que se ambienta la sala de un espectáculo?

Si Dios ha permitido al hombre llegar a este grado del saber, si le ha licenciado para el dominio del átomo en su desintegración, y con su energía mal aplicada puede destruirse el mundo, según se afirma, ¿a qué dudar de con tan poderosa energía cósmica no pueda salvarse a la humanidad de tan desastroso fin y a trueque de un caos se alcance el resurgir más placentero?

Pensar de otro modo sería ofender a lo divino, pues que no habiendo mayor verdad que lo ya realizado, sentada la conclusión de que con esta verdad puede llegarse al más horrendo final, ¿a qué considerar quimera la magna obra de la salvación del mundo con los mismos elementos que son capaces de destruirle? Ello sería dudar de la suprema bondad de DIOS que todo lo dio por redimirnos, y si ÉL puso en manos del hombre fuerzas y reacciones hasta ahora desconocidas debemos pensar indubitablemente, y a fuer de creyentes que están destinadas para nuestra prosperidad y salvación.

(Pedroñeras, setiembre de 1956)

Luis Pérez González

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