por Miguel Ángel Vellisco Bueno
Las primeras noticias de brujería aparecen a principios del siglo sobre el año 1515, aunque toma verdadera fuerza a partir del año 1519 con la aparición de algunos niños muertos por asfixia en sus lechos, de cuyas muertes culpan a las brujas. La Inquisición por medio de un bando público solicitó se denunciara a toda persona que se conociera y tuviera sospecha que ejerciera como bruja. Como consecuencia varias mujeres son apresadas, y castigadas por ello aunque no se pudo demostrar su culpabilidad.
En los años que van del 1527 al 1530 vuelve a surgir una nueva etapa brujeril y en el año 1570 se reinicia una tercera parte que ya no termina hasta bien llegada la mitad del siglo XVII.
En la comarca de Belmonte se divulgó la noticia de que las brujas habían matado algunos niños. Enterado el Santo Oficio, ordenó tomar declaración a todos los testigos que atestiguaban tener información sobre estos temas. El día 4 de febrero de 1570, el comisario de Belmonte tomó declaración a Pedro Yepes, quien declaró que hacía aproximadamente tres años “le dixeron que abía bruxas en aquella tierra”.
El 10 de febrero un vecino de Las Pedroñeras, declaró que hacía un mes había muerto un niño en esta población como consecuencia de una bruja. Días después aparecieron ahogados en su cama tres niños. El miedo se apoderó del pueblo. En esos días se vieron 6 o 7 mujeres bailando por sus calles por la noche. El 12 de febrero, también se tomó declaración a Juan López, quien manifestó que había tenido un altercado con varias brujas una noche.
Águeda de la Torre, vecina de Belmonte, tenía concertado el matrimonio con Juan García Collantes, de profesión zapatero, pero el matrimonio no se celebró, y Juan García Collantes se casó con otra mujer llamada Ana “la Rubia”, auque siguió manteniendo relaciones con ella. Juan García Collantes murió por una misteriosa enfermedad y Águeda de la Torre fue acusada de haber sido la responsable de su muerte, porque con él se había confabulado para matar a Ana “la Rubia”, pues, según la testigo Merencia Ruiz , “ambos habían llamado a una mujer de El Pedernoso y por entonces Ana “la Rubia “ estuvo muy enferma y desquiciada de los médicos y, para matarla, la mujer de El Pedernoso "puso un artificio en el que le paresció que andaban mas de 100 candelillas ardiendo y del temor que tuvo Juan García Collantes se le espeluznaron los cabellos y tuvo mucho miedo de que hicieran con él otro tanto y prometió llevar hábito y se sintió muy mal y se le cayeron en poco tiempo los dientes y se fue secando hasta que murió y todos esto hechizos se hicieron por matar a Ana "la Rubia", mujer del dicho Juan García Collantes, para que se casara con Águeda de la Torre y que todo esto se lo oyó decir a Juan García Collantes antes d e morir”. Por su parte Ana “la Rubia” acusó de hechicera a Águeda de la Torre porque le habían dicho que “ tenía un muñeco con alfileres y enredos y que cuando quería que estuviese mala se sentía mala y, sin frío ni calentura, se sentía muy mala y fatigada”.
También hubo dos famosos “santiguadores”. María Rodríguez, que para curar a los enfermos los ponía sobre un “marruño”, antes de salir el sol y a la puesta del mismo, y luego les santiguaba el vientre. Más tarde cortaba el “marruño” a la vez que decía: “así como este marruño se seca, se seque este...( tipo de mal). Para conseguir que un hombre se apartase de las “queridas” su método consistía en echar huesos de muertos encima del tejado de su casa recitando las siguientes palabras: “Así como este finado aborrece el mundo, así aborrezca.... ( el nombre del señor) a.... ( el nombre de la señora).
Y el llamado “Beato de Belmonte”, el cual, para sanar al enfermo, le hacía hincar las rodillas debajo de una higuera, mirando al Oriente, santiguándose, preguntándole: “¿Qué corto?". Al cual el enfermo le respondía con el mal que padecía. A continuación rezaban un padrenuestro y un avemaría. Más tarde el “santiguador” cortaba tres palos de higuera, en una zona donde no les diera el humo ni el sol, "y como se iban secando, así sanaba el mal”.
Otro tema a destacar fue el de los buscadores de “tesoros encantados”. En el siglo XVII se corrió la voz de que en la inmediaciones de la ermita de Nuestra de Señora de Ruz, se encontraba un tesoro escondido, y allí acudieron en su busca unos vecinos de Belmonte y de San Clemente, junto con un famoso zahorí llamado Zapata; el cual aseguró que efectivamente en ese lugar se encontraba un tesoro escondido compuesto de grandes cantidades de oro y plata, pero protegido por unos demonios. Un sacerdote de Belmonte leyó conjuros y el Evangelio, y echó agua bendita. Después los hombres cavaron la tierra donde se suponía que estaba el tesoro, pero nunca apareció.
©Miguel Ángel Vellisco Bueno
Bibliografia:
-Hechicería y Superstición en Castillla la Mancha, de Juan Blázquez Miguel.
-Los procesos de Hechicerías en la Inquisición de Castilla La Nueva, de S.Cirac Estopañán.
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