El Padre Guzmán en su obra Historia de las Misiones que han hecho los religiosos de la Compañía de Jesús para predicar el Santo Evangelio en los reinos de Japón, impresa en Alcalá de Henares en el año 1601, recoge el paso y la estancia de unos príncipes Japoneses por Belmonte en el año 1587.
Formaban parte de esta expedición (unos príncipes de los antiguos reinos ubicados en el Japón) un sobrino del rey de Funga, llamado Mancio Ito, un primo carnal del Arima y un sobrino del rey de Omura, llamado Miguel Ciungiua, acompañados por los también caballeros japoneses cristianizados, Julián de Nacaura y Martín de Fara, llevando como acompañante e intérprete al Jesuita padre Mezquina.
En el año 1587, partieron desde Alcalá de Henares, camino de Cartagena, haciendo una primera parada en Villarejo de Fuentes, para partir más tarde hacia Belmonte; y de esta estancia el padre Guzmán cuenta lo siguiente:
De Villarejo partieron otro día a las diez, primer domingo de Adviento, y llegaron aquella tarde, casi de noche, a Belmonte. La fundadora de aquel Colegio ( Colegio de la Compañía de Jesús) doña Francisca Ponce de León, deseando mostrar en esta ocasión su piedad y devoción, les envió su carroza muy bien aderezada, dos leguas antes con sus criados y algunos padres de la Compañía, para que entrasen en ella: Salieron a recibirlos casi media legua a caballo el Cabildo de la Iglesia Colegial y el Corregidor y el Ayuntamiento con las demás gentes principales de aquella villa; mostrando todos su particular contento y alegría que habían recibido con su buena venida; a la entrada de la villa les hicieron desde encima de la puerta, su salva de arcabucería, y por ser ya de noche, yendo siempre delante una docena de pages, bien aderezados, con sus hachas, les llevaron hasta el Colegio de la Compañía, donde les recibieron los estudiantes de aquella escuela de la Iglesia, con buena música y en el patio con algunos ingenios de pólvora, de tanto gusto y entretenimiento.
Era mucha la gente que había acudido de los lugares de la Comarca, pero como su entrada fue de noche, apenas pudieron verlos, y por no privarlos de este consuelo, quisieron aquellos señores visitar al día siguiente por la tarde, la Iglesia Colegial de aquella villa, donde había concurrido todo el pueblo. Salieron a recibirlos el Prior, con todo el Cabildo, hasta la puerta y desde allí los llevaron al Altar mayor, donde hicieron oración, acompañándoles siempre la música que para este efecto tenía prevenida; de la Iglesia fueron a visitar el convento de los padres de S. Francisco y otro de religiosas de Santo Domingo, y últimamente a la fundadora (doña Francisca Ponce de León), para agradecerle el regalo y buen hospedaje que les había hecho; tomó esta señora a su cargo el aderezarlos muy ricamente los aposentos y hacer el gasto de dos días que allí estuvieron, regalándoles con mucha abundancia y poseyéndoles con gran liberalidad para el camino de Murcia, y últimamente a la despedida les hizo un presente, que por ser la cosa tan nueva para ellos, lo estimaron en mucho y pidieron que se les guardase hasta que regresasen de Roma, porque lo quería llevar consigo al Japón; eran todas piezas de Alcoriza con muchas labores de oro y de diversos colores:
La primera era una vihuela de casi tres cuartas de largo, que parecía hecha muy al natural.
La segunda era un espejo de lo mismo de más de media vara en cuadro, el cual tenía engastado el cristal en medio, y la cubierta de él era un juego de ajedrez.
La tercera pieza era, un San Francisco de más de media vara en Figura de corazón, puesto en el monte Averna cuando le impresionaron las llagas; y la figura del santo era muy escogida.
La cuarta, un Misal y un Breviario y un Diurnal de lo mismo y muy al propio, con un cofrecito también de Alcoraza, de poco más de una cuarta, todo lleno de crucifixos y Agnus Dei. Todas estas piezas con otras a este modo, puestas en unas cajas se las envió después a Madrid cuando volvieron estos señores de Roma”.
El señor Álvarez M. Del Peral en un artículo publicado el 5 de septiembre de 1928 en El Día de Cuenca, comentaba sobre estos regalos: "Quizás en algún museo nacional o particular del Japón, existan unos objetos raros y exóticos para ellos y que a la postre pudieran ser algunos de los regalos descritos, donativo de una dama conquense (de Belmonte) que permanecerán ignorándose su procedencia”.
Fuentes:
• Historia de las Misiones que han hecho los religiosos de la Compañía de Jesús para predicar el Santo Evangelio en los reinos de Japón, 1601, del padre Guzmán
• Artículo de Álvarez M. Del Peral publicado en el día de Cuenca en 1928, Titulado: "Viaje de unos Príncipes Japoneses por la provincia de Cuenca en el siglo XVI”
©Miguel Ángel Vellisco Bueno
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