por Fabián Castillo Molina
El grupo levantino de percusión y danza callejera vino aquella tarde festiva de septiembre y recorrió las calles pedroñeras impregnándolo todo de reminiscencias africanas. Una gran comitiva de peñas y jóvenes, encabezadas por la reina y damas de honor acompañó la batucada. Los espectadores disfrutaban viendo pasar aquel desfile y, al final, la lluvia de espuma simulando una gran nevada vino a poner su punto guinda alegre y participativa a las peñas que mostraban el pueblo sin apariencia de estar en plena crisis nacional. Aquel día en la capital del ajo en fiestas, las palabras preocupación, corrupción o paro parecían carecer de sentido.
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