por José Vicente Navarro Rubio
Recojo en este apartado algunas recetas y
curiosidades que he venido a plasmar en forma de poemas. La verdad es que todo
lo que aquí pueden leer ha nacido fruto de la curiosidad e interés que uno
muestra hacia esas nuestras tierras con tanta historia. Se me ocurrió un día
entrar en ese blog excepcional sobre Las Pedroñeras de nuestro amigo Ángel
Carrasco Sotos y dado que en mi blog sobre Pinarejo había, en su momento,
escrito algunos poemas que tenían que ver con los ajos de Las Pedroñeras, me
puse en contacto con Ángel. A ello se debe este título de “Las Pedroñeras con
sabor a ajos”. Sin más, que disfruten de los poemas, de las recetas y de los
ajos, tan sabrosos y buenos como el mejor de los perniles.
Vuestro amigo: José Vicente Navarro Rubio
AJO ERA Y SU PATRIA LAS PEDROÑERAS
El ajo morado que nace
en las Pedroñeras
no necesita títulos de propiedad
ni de riquezas
para entrar en las casas
y sentarse en lugar de honor
en las mejores mesas.
Desde el subsuelo de la tierra
el ajo de las Pedroñeras
aspira con ver la luz del mundo
y ya alejado de la tenebrosidad del subsuelo donde vegeta
poder crecer recto y fuerte
en todo aquello que un padre para un hijo anhela.
Ajo era
y para cuando llegó el otoño de su vida
en las Predroñeras
perdió su cabeza
sin necesidad de armar una guerra
ni de que su muerte fuera debida a ninguna acción ilícita ni fea.
Muere el ajo
y resucitan los manjares en la mesa
ya sean a la plancha
como la merluza y la ternera
o fritos, vuelta y vuelta,
con cordero, pollo e hígado
o con lentejas, huevos, patatas o setas.
Los ajos son un tesoro
que si se saben utilizar y se conservan
dan sus frutos
a quienes los saborean
y guardan en sus alacenas.
Recorren los ajos el mundo
ya sea en avión, barco, tren,
carro, en sus tiempos, y galeras
y van de boca en boca
como si fueran besos de enamorados en la primavera.
Morados ellos
y moradas se pusieron ellas
de pelar ajos
para echarlos en una cazuela
donde poco a poco
y con esa gracia propia de las mujeres que bailan en las fiestas
los ajos se pusieron tan dorados
como el sol que nos calienta.
En Pedroñeras, capital de ajo,
por las mañanas, tardes y noches
siempre se oyen las mismas cantinelas
que tienen que ver con los ajos,
se quiera o no se quiera.
©José Vicente Navarro Rubio
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