Os dejo por aquí un artículo que publiqué en el año 2007 en el periódico local. Unos cuantos años más tarde, todo este material ampliado se publicaba en el nuevo El habla de Las Pedroñeras (a vuestra disposición, 8 ejemplares me quedan a día de hoy.
Tal y como apareció (con ligeros retoques) os lo dejo con la esperanza de que sea de vuestro agrado.
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A mis aplicados alumnos del Fray Luis
Aunque en claro retroceso, el uso de vulgarismos ha sido frecuente en el habla de Las Pedroñeras y en el ámbito rural en general. El siguiente artículo se centra en cómo se ha dado este fenómeno en los antropónimos o nombres propios de personas.
Algo sobre los vulgarismos
Una de las características propias del habla rural ha sido el uso de vulgarismos léxicos, es decir, de palabras que, no siendo propias del uso culto ni normativo de la lengua, atentan contra la norma académica al haber sido transformadas por el pueblo. No obstante, conviene señalar que hay veces en que las palabras se convierten en vulgares precisamente porque se alejan del uso normativo actual de la lengua, si bien pudieron ser usadas en épocas lingüísticas anteriores de modo regular e incluso normativo. En este caso es, creo, preferible aplicarles la denominación de arcaísmos (aunque en esto, como en todo, hay diversidad de opiniones). El uso arcaico de una palabra sigue manteniéndose en muchas ocasiones en el ámbito rural que, por lo general, es más conservador (lingüísticamente hablando también) que el urbanita.
La conversión de una palabra en vulgarismo se debe al hecho de haberse dado en ella un determinado fenómeno fonético que puede consistir en la supresión o agregación de uno o varios sonidos, en el cambio de un sonido por otro o al cambio de posición de un sonido dentro de la palabra. También puede darse el caso del cambio del acento de una sílaba a otra.
El hecho de que los vulgarismos muchas veces coincidan en zonas muy alejadas unas de otras geográficamente se debe quizá a una tendencia inherente a la lengua a sufrir los fenómenos que he especificado arriba (muchas veces por simple economía lingüística), a la vez que por la existencia de una continuidad geográfica-diastrática en el espacio que no se ha estudiado, pienso, suficientemente.
Cuando un vulgarismo se da en una zona concreta es lícito a mi entender el aplicarle la denominación de dialectalismo.
El vulgarismo en el antropónimo
Con el nombre de antropónimo designamos a los nombres propios de personas. Esos fenómenos que mencionamos arriba se dan también en este tipo de palabras, como no podía ser de otra manera.
Hoy en día, el uso general en las voces que relacionaremos abajo (como de los vulgarismos en general) ha disminuido en gran medida, si bien aún podemos oírlos en determinados estratos sociales. La alfabetización y los medios de comunicación (así como las nuevas tecnologías) son quizá los agentes con mayor peso que han favorecido el destierro de tales vocablos.
La causa de la abundancia de tales voces vulgares es en algunos casos de difícil explicación, aunque es fácil comprender que cuando se trata de un antropónimo no muy usual (recordemos la popular tendencia a poner el nombre del santo del día, muchos de los cuales eran de raro uso) sea este transformado de inmediato y acomodado a una más fácil (por corriente) pronunciación. En otros ejemplos simplemente se aplican sobre ellos determinados fenómenos fonéticos que se daban en todas las palabras de formación idéntica (pensemos en la reducción del diptongo eu en Pedroñeras que se convierte en u regularmente a principio de palabra).
A las nuevas generaciones muchos de estos nombres propios de persona les resultarán inauditos, pero tan solo hace unas décadas se escuchaban en el pueblo. Para procurar su eliminación completa (pues no aportan riqueza a nuestra habla) los pongo a su disposición, una vez extraídos estos setenta y pico del nuevo Habla de Las Pedroñeras que preparo [que preparaba, claro]. Si no están todos los que son, sí al menos son todos los que están pues han sido tomados al dictado, de la voz del pueblo, el nuestro. Junto al vulgarismo aparece la forma normativa de enunciarlo y escribirlo. He tenido en cuenta en la consulta de algunos de ellos el Santoral Completo, editado por la librería “La Hormiga de Oro”, en Barcelona.
Nombres vulgares con su equivalencia normativa
Abrán = Abraham
Adón = Abdón
Agusto = Augusto
Anucio = Anuncio
Arcensión = Ascensión
Asenio = Arsenio
Bastián (recogido en el santoral) = Sebastián
Benardino = Bernardino
Benerito = Benedicto
Benino = Benigno
Calistro = Calixto
Celipe = Felipe
Cesario = Cesáreo
Ciriaco = Ciríaco
Conceción = Concepción
Crisantos = Crisanto
Damaso = Dámaso
Dogracias = Deogracias
Donisio = Dionisio
Eduviges = Eduvigis
Enemesio = Nemesio
Erineo = Ireneo
Féliz = Félix
Filicísima = Felicísima
Flugencio = Fulgencio
Gapito = Agapito
Ginio = Higinio
Grabiel = Gabriel
Gualdo = Uvaldo
Gumesildo = Gumersindo
Idé = Haydee o Haidé
Irenia = Irenea
Isaz = Isaac
Juaquín = Joaquín
Lauriano = Laureano
Luterio = Eleuterio
Madalena = Magdalena
Marmeto = Mamerto
Meregildo = Hermenegildo
Merquiades = Melquíades
Nastasio = Anastasio
Norato = Honorato
Odulia = Obdulia
Otaciano = Optaciano
Otavio = Octavio
Pifanio = Epifanio
Pólita = Hipólita
Polonia = Apolonia
Pronuana = Aproniana
Rebustiano = Robustiano
Resureción = Resurrección
Rimundo = Raimundo
Rinaldo = Reinaldo
Rumaldo = Romualdo
Sidoro = Isidoro
Tanasio = Atanasio
Temio = Eutimio
Todosio = Teodosio
Ufemio = Eufemio
Ugenio = Eugenio
Ulalio = Eulalio
Ulogio = Eulogio
Ulpiano = Vulpiano
Uria = Áurea
Úrsola = Úrsula
Usebio = Eusebio
Usicio = Eusicio
Ustaquio = Eustaquio
Ustasio = Eustasio
Utimio = Eutimio
Vítor = Víctor
Vitoria = Victoria
Vitoriano = Victoriano
Zequiela = Ezequiela
Zoílo = Zoilo
NOTA FINAL: Otro caso merecedor de estudio, y que quizá trate en otra ocasión, es el de los nombres reducidos (Resure de Resurrección, por ejemplo) e hipocorísticos (Faco de Francisco).
[El anterior artículo se publicó en Pedroñeras 30 Días, nº 61, abril de 2007].
[El anterior artículo se publicó en Pedroñeras 30 Días, nº 61, abril de 2007].
©Ángel Carrasco Sotos.
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Ángel Carrasco Sotos
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