Donde se registran las imprecisiones o aberraciones por lo que toca a Las Pedroñeras en un mapa incorporado a SIGPAC.
Cuando alguien pretende hacer un trabajo como el que llevo años realizando sobre ese inacabable mapa de Las Pedroñeras, le es imprescindible acceder a ciertas páginas de Internet que nos ofrecen por medio de la fotografía aérea el espacio que uno intenta explorar. Una de esas páginas es el conocido SIGPAC, Sistema de Información Geográfica [de parcelas agrícolas] (existen otras similares). Pues bien, antes de llegar a esta “capa” fotográfica, resultado de un vuelo aéreo de hace algunos años, uno ha de pasar por otras que van mostrando al curioso distintos mapas de ampliación (mapas de carreteras junto a otros de I.G.N.). Me interesa de ellos uno del que, aunque no especifica su escala, ha de ser aproximadamente de 1:100.000.
Un “mapa” del SigPac
El mapa en cuestión es un cúmulo de despropósitos, un mapa definitivamente impresentable, ejemplo único de cómo no se debe hacer un mapa por muy de orientación que sea –pues sirve, en principio, para ampliar zonas concretas y terminar al fin accediendo a la visión fotográfica y consultar límites de tierras, cultivos o bien delimitar áreas o establecer distancias (éstas son las principales opciones de SIGPAC) –.
Es un mapa, a fin de cuentas, indigno para cualquier Instituto Geográfico Nacional o Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que se precie. Y pues el asunto, como se verá, tiene su miga y su gracia, anotaré los dislates y desaciertos acumulados.
1) El mapa señala las carreteras y los carreterines asfaltados, pero olvida el que, paralelo a la nacional 301, enlaza Las Pedroñeras con El Pedernoso. Perdonado, de momento.
2) No considera los caminos. Excepto uno: el que va de la carretera de La Alberca hasta la que enlaza Rada de Haro con Carrascosa de Haro. Desde luego es un camino importante, en principio (aunque no más que otros muchos del término: el de San Clemente, el de Villarrobledo...), pero hay que considerar que a partir de esa primera hoz que traza el río no es más que un camino de cabras o casi. En cualquier caso, lo que es inadmisible es que se escoja este camino y no La Vereda (Cañada Real de los Chorros) que cruza el término de Norte a Sur (con una anchura de 90 varas, o sea, 76 metros).
3) Sitúa la que él llama Casa del Robledillo en la zona de La Patoja (más o menos a la altura en que está junto a la carretera la Huerta [d]el Yuncar), cuando su emplazamiento real estaba, más o menos, donde ellos sitúan la Ermita del Robledillo, que, por cierto, ya no es ermita ni nada pues tan sólo existe una pared derruida que se eleva mínimamente sobre un cerrete baldío.
4) Establece La Veguilla como casa, cuando, en realidad, es un amplio paraje (léase finca o dehesa) que atraviesa el río Záncara. Además, la casa principal de La Veguilla se encuentra (se encontraba habría que decir ahora) más al norte, pues en el lugar en que está situada en este mapa se encuentra otra llamada Casa Alta (Casa Molina en mapas topográficos del I.G.N. y, simplemente, Las Vaquerizas para mi informante Aurelio Charco).
5) La Casa del Aire está en realidad más al suroeste, diríamos, y no en ese lugar en que la han puesto donde no existe casa alguna.
6) La Casa de los Quemados considero que es muy poco o nada significativa como para aparecer en un mapa tan limitado como éste (al menos la que ellos señalan como tal).
7) A la casa de la aldea de La Hita (antes propiedad de los padres de Paloma Gómez Borrero, por aportar un dato conocido) la llama Casa de Hita (nombre que uno relaciona, más que con otra cosa, con el famoso Arcipreste de esta localidad guadalajareña).
8) Puestos a no dar ni una, a la casa de la aldea de Miravillas la llama Casa Maravillas (sic; como el famoso retablo cervantino). No se nos escapa, por otro lado, que el mapa ha de ser selectivo, de modo que entendemos la ausencia de otras aldeas como la del Taray, la Casa del Cristo, el Nido del Águila, la Condesilla, el Castillo, etc. que, en cualquier caso, no hubiera costado trabajo situarlas.
9) Al molino del Concejo lo llama (¡tachán!) Molino del Conejo. Ahí queda eso (y se nos ocurren un porrón de chistes que no anotamos); y para colmo lo sitúa en el término de Santiago de la Torre, que pertenece a San Clemente, en vez de un poco más arriba, en término de Las Pedroñeras, que es del que forma parte.
10) En el sur, en vez de optar por situar la casa de La Saleta, la Torrecilla o el Corralillo escoge la Cruz de Periquillo, una cruz, por cierto, que yo descubrí siguiendo las indicaciones del mapa 1:50.000 del I.G.N., pero que, como comprobé más tarde, no conocía nadie en Las Pedroñeras. La pequeña cruz está totalmente destrozada y no es significativa. No busquen, por cierto, el edificio religioso que sitúa justo encima, pues no existe ni ha existido nunca.
11) Por lo que se refiere a las cotas encontramos dos: a) Corrales Valeros, que como indiqué algún día es nombre apócrifo (pese a que se recoja en los mapas topográficos con esta denominación), pues de toda la vida a este punto se le ha conocido como el Cerro [de] la Mira; y b) La Morra, a la que el mapa llama simplemente (en ambos sentidos) “Morra”; tal que así.
Olvida el Mojón Alto, el punto más alto del término, con más de 860 metros (en el mapa del I.G.N. como Virgencico).
12) Por último, y para no cansar más, se decidió que en este mapa de todos los demonios constasen las lagunas, aunque estén todas secas. Pero precisemos:
-Tanto la Laguna del Pozo de la Muela como la de La Navazuela (no Navazuela simplemente) se encuentran en término de El Pedernoso, pero el lector no avisado, si atiende a los nombres según están escritos en este mapa, entenderá que entran casi por completo en término de Las Pedroñeras.
-La Laguna Grande (en verdad, en Pedroñeras se le llama a este espacio Las Lagunas) la lleva a término de Las Mesas, como regalo, en vez de dejarla en Pedroñeras, que es donde Dios la puso.
-La que llama Laguna de Navablanca (ya seca) no es conocida así, pero sí se denomina a este paraje La Blanca actualmente.
-Y el remate: a la Laguna del Pozo de Pablico (que en realidad se conoce en Las Pedroñeras como La Laguna [de] Palacios) la llama Laguna del Pozo Público (¡chúpate ésa, María Teresa!), tal como lo están oyendo. Se trata, en fin, de un barranco que al no retener agua ya en muchas décadas ha sido plantado porque sí de viña.
Conclusioncilla
De todo esto uno deduce que no es gratuito el trabajo que está haciendo, sino que existe una necesidad seria de llamar a cada paraje o zona por su nombre y situarlos en el mapa con precisión, porque de estos desmanes que proceden de mano ajena surgen luego peripecias toponímicas indeseables para los naturales de, en este caso, nuestro pueblo (y de aquellos polvos, estos lodos).
La información que me ha ido llegando de los mayores y mejores conocedores de nuestro término, pues son ellos los que nombran cada paraje con esas denominaciones heredadas, será imprescindible en la construcción de nuestro mapa. En los últimos meses tal información procedió de Severiano Jiménez, Ángel Romero, Santos Gallardo, Desiderio Izquierdo o Bonifacio Romero, entre otros, a los que agradezco sin medida su colaboración desde aquí. Toda ella (tanto la toponimia como los datos complementarios) servirá para completar tanto el mapa como el catálogo comentado complementario que lo acompañará.
©Ángel Carrasco Sotos.
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