El habla de Las Pedroñeras - Sobre aguilandos y cofadres: el arcaísmo lingüístico en Las Pedroñeras | Las Pedroñeras

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viernes, 23 de marzo de 2012

El habla de Las Pedroñeras - Sobre aguilandos y cofadres: el arcaísmo lingüístico en Las Pedroñeras



Empezaremos diciendo que se entiende por arcaísmo cualquier término o expresión que, si bien tuvo un uso regular en nuestra lengua en un pasado, hoy en día ha caído en desuso o resulta anticuada en el momento presente. 


Es, por tanto, un arcaísmo algo muy distinto a un vulgarismo, pues éste se refiere a lo que se aparta del uso normativo de la lengua (to, pa, venío, presinase, etc, serían vulgarismos, por ejemplo, frente a los normativos todo, para, venido o persignarse). 

Hay quien piensa que el arcaísmo es además un vulgarismo. Sin entrar en excesivas profundidades, yo estimo que el vulgarismo lo es por desmarcarse, como digo, de la norma culta en un momento de la lengua determinado, mientras que el arcaísmo es un simple vestigio del pasado de la lengua en un lugar o comarca concreta. Los arcaísmos son restos del naufragio del castellano antiguo y clásico, y por lo tanto tesoros que hay que cuidar pues sirven para definirnos como comunidad de hablantes. 

En cualquier caso, creo que en el ámbito de estudio de la dialectología no tiene sentido hablar de arcaísmo cuando el objeto de estudio es un área concreta. Es decir, ¿cómo considerar que una palabra es arcaica si para los hablantes de una determinada zona no ha dejado de usarse con el paso de las generaciones? Esto significa que si se considera arcaísmo un vocablo concreto se ha de tener como referencia no el ámbito donde se ha dado o la norma de la zona concreta de uso, sino la norma general de la lengua. 

Pero, en fin, dejando de lado discusiones sin una solución clara, creo que es conveniente quejarse de los diccionarios generales que definen determinadas palabras o expresiones como en desuso cuando aún existen ámbitos en los que se siguen usando. Estimo que sería de recibo indicarlo, como se hace en el caso de los dialectalismos. 

En Las Pedroñeras yo al menos tengo recogidos alrededor de un centenar de términos que en los diccionarios se marcan como arcaicos, anticuados o en desuso. De estos supuestos arcaísmos me limitaré a hablaros hoy de tres de ellos, y quizá otro día comentaré algunos otros.




aguilando 

Parece proceder esta palabra del latín hoc un anno ‘en este año’. Seguramente dio en primer lugar aguinando, de la que derivaría aguilando y de esta la actual y más divulgada aguinaldo (por metátesis: se intercambian los sonidos [d] y [l]). 

Así, el marqués de Santillana (siglo XV) escribe: “esto sólo vos demando,/ este sea mi aguilando”. Y el poeta Alfonso Álvarez de Villasandino, en el mismo siglo: “aunque pasada es la fiesta/ non se pierda mi aguilando”. 

Es palabra recogida en varios diccionarios dialectales de nuestra Mancha, aunque también en otras zonas que van desde Asturias a Andalucía, pasando por La Rioja o Murcia. 

Así que no dudéis en decir aguilando; que no os dé apuro, paisanos, pues es palabra que ha vivido en nuestro idioma desde tiempos antiguos y quiere seguir haciéndolo con nuestro permiso. 

La costumbre de ir a pedir el aguilando el día 24 de diciembre se ha perdido en parte, pero antes era habitual ver a los niños con sus bolsetes de aguilando acercarse a casa de los familiares a pedirlo, así como a niños procedentes de familias humildes solicitarlo de puerta en puerta a modo de postulación. Esto no significaba que siempre tuviésemos la suerte de recibirlo, pues había quien nos lo quería dar “con la porra de San Fernando”, lo que significaba una negativa manifiesta. 




cofadres y cofadrías 

La palabra cofrade procede del latín cum frater, lo que significa que, al menos etimológicamente, lo más correcto sería decir cofrade y no cofadre, y decir mejor cofradía que cofadría

Sin embargo, tanto cofadre como cofadría son palabras que se recogen desde antiguo en el español y han pervivido en nuestro pueblo hasta tiempos recientes. Estos términos convivieron en el pasado con otros como confadre, confradía o cofradría, y fueron recolectados en diccionarios antiguos clásicos como el de Francisco del Rosal, el de Sebastián de Covarrubias o el Diccionario de Autoridades

Por poner un ejemplo tan solo, en la universal obra de Fernando de Rojas, La Celestina, hablando un personaje precisamente de esta alcahueta, comenta: “En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofadrías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo”. 

Así que eso: decid cofadre y cofadría sin miedo, que de siempre estuvieron en nuestro idioma y ello nos ha de dar derecho a utilizarlas cuando nos venga en gana. Y esquivad con los argumentos de autoridad que pongo en vuestra mano cualquier reticencia de relamidos y puristas. 




Y una expresión: “Quedarse [alguien] asperges”

Fijaos lo que son las cosas, que si bien el diccionario de la Real Academia Española (1992) recoge la expresión como familiar y en desuso, el monumental Diccionario de uso de María Moliner ya no lo hace ni con tales apelativos. 

Que aún se siga usando en nuestro pueblo es síntoma inequívoco de que no se ha perdido del todo, siendo usada para referirnos a que alguien no logró lo que pretendía o se quedó sin nada (en un reparto, por ejemplo): Se quedó asperges, decimos. 

La palabra asperges procede del latín aspergere, significando ‘rociar’. De esta manera, en español se usó con el sentido de ‘rociadura o aspersión’, con el de ‘hisopo para arperjar’, así como con el significado de ‘antífona (pasaje bíblico que se reza antes o después de los salmos) que comienza con esta palabra utilizado por el sacerdote cuando rocía con agua bendita’, que quizá sea el único de los sentidos que aún perdure. 

Tiene por tanto esta expresión un sentido metafórico que se nos escapa, de modo que eludiremos arriesgar una interpretación para evitar decir alguna barbaridad insostenible. 


[Este artículo fue publicado en el periódico local Pedroñeras 30 Días, nº 62, mayo de 2007].

 ©Ángel Carrasco Sotos

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Ángel Carrasco Sotos

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