Este artículo fue publicado en octubre del año 2006 en el periódico local. De ahí que la introducción al mismo no esté actualizada. Pero no quería yo quitar y poner en él para que lo leyeseis tal y como salió en ese momento. Ese momento de publicación de la nueva edición del libro El habla de Las Pedroñeras, que se esperaba próximo, se alargó justamente 10 años. No son ni muchos ni pocos. Yo no tenía prisa y quería que su publicación fuese lo más completa posible. Ahora estoy contento de que esa revisión que se hizo del viejo libro publicado en el 97 supiese esperar el tiempo suficiente que requería su maduración. Vosotros diréis si valió o no la pena: la espera y el trabajo. Si de algo adolece el nuevo libro publicado en 2016 no es desde luego de falta de este último. Os dejo con el artículo original, en el que se comentan el verbo alifar (que imagino que a las nuevas generaciones sonará a chino mandarín) y otra expresión pedroñera que imagino que aún la usará alguien, armase la de Naval. Vosotros diréis. Espero que os guste.
El artículo (año 2006)
Palabras y expresiones pedroñeras: alifarse y armarse la de Naval
Es tal la riqueza dialectal de este pueblo que un día dio lugar, no sin esfuerzo (aunque con mucho entusiasmo), a un libro titulado El habla de Las Pedroñeras, que, con posterioridad y día a día, ha ido creciendo con nuevos datos que van a convertir en unos años el viejo libro (publicado en 1997 con ayuda del Ayuntamiento) en casi una enciclopedia de nuestra manera particular de usar el castellano (y hablo ya de casi un millar de páginas escritas). En fin, todo se andará, y si el tiempo no lo impide, lo tendrán entre sus manos en un tiempo que espero no se alargue en demasía. Lo que sí deseo es que se trate de un estudio riguroso y serio (lo que no quita para que a algunos les provoque hilaridad el leer los ejemplos que pretenden contextualizar cada vocablo o expresión).
Me complace dirigirme a ustedes para hablarles en este caso de una palabra y una expresión que se usan (que aún milagrosamente pueden escucharse, habría que decir más bien) en nuestro querido pueblo de Las Pedroñeras.
Alifarse (alifase)
Se refiere este verbo (que se pronuncia alifase en este pueblo) al hecho de acicalarse uno y sobre todo peinarse, normalmente antes de salir a la calle, aunque no necesariamente.
Se recoge esta voz en los diccionarios generales como mancheguismo, incluso en el primer diccionario académico, el famoso Diccionario de Autoridades (del siglo XVIII), de la que se dice: “Voz del dialecto de la Mancha”.
Desconozco la etimología (origen) de esta palabra, aunque parece proceder de una forma árabe que dio lugar también a alifara de la que nos interesa la acepción derivada de ‘lo que se pone de más’ (remito a la famosa obra etimológica conocida como “el Corominas-Pascual” para ampliar referencias y comentarios). Recogen esta voz estudios dialectales de Casas de Benítez, La Roda o Albacete.
Así, podemos oír (a los más viejos, o mejor decir, viejas): “Espérate, que vi a alifame un poco y ahora salgo”. A mí me parece voz bonita y recuperable.
Armarse la de Naval
La expresión viene a ser equivalente a “montarse un escándalo, discusión o disputa”, que es como decir “armarse la de Dios es Cristo” o “la Marimorena”.
No crean que es frase muy difundida, pues en ninguna obra de carácter dialectal, como tampoco en recopilación alguna de dichos o expresiones, la he visto recogida. Así que me atrevo a arriesgar la afirmación de que es expresión pedroñera a no ser que me demuestren lo contrario (y me alegraría que esto ocurriese).
Existirían diferentes líneas de investigación en cuanto a su posible origen. Unos pensarán que se trate de Nabal, primer marido de la bella Abigaíl, que luego se casaría con el rey David al enviudar de aquél. ¿Pero no se les hace un poco rebuscado?
Tampoco creo que fuese conveniente derivarlo de la palabra nabal, al modo en que la utiliza Quevedo en su famoso Buscón cuando habla irónicamente de una “batalla nabal” para referirse al apedreo de nabos que se produce en determinado momento de la obra.
Lo más lógico es pensar que nace la expresión en el ruido o alboroto que se forma en una batalla naval de las de antes. Pero fíjense que no he dudado en escribir Naval, con mayúscula.
Escuchen: De todos es conocida la famosa batalla de Lepanto (Grecia) en la que las tropas cristianas vencieron a las turcas el 7 de octubre de 1571 a las órdenes de don Juan de Austria, hermano de Felipe II. Pero son pocos los que hoy en día saben que esta famosa batalla en la que murieron 7.800 soldados cristianos y 25.000 turcos, y en la cual nuestro insigne Miguel de Cervantes quedó impedido de la mano izquierda debido a un cruel arcabuzazo, fue conocida en su tiempo como “la Naval” (esto es, la batalla naval por antonomasia).
Tomemos un texto de esa misma obra citada de Quevedo: “Aquí fue ella, que se levantó el soldado con la espada tras el huésped, en camisa, jurando que le había de matar porque hacía burla dél, que se había hallado en la Naval, San Quintín y otras”. Por eso “armarse la de Naval” es equivalente a decir “armarse la de San Quintín” (otra de las batallas navales que causaron estruendo en el pasado).
Es pues deducible que “armarse la de Naval” no es ni más ni menos que armarse una gordísima, como la que se armó en las cercanías de Lepanto en aquel siglo crudelísimo en el que en España no se ponía el sol.
[Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico local Pedroñeras 30 Días, número 55, octubre 2006].
[Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico local Pedroñeras 30 Días, número 55, octubre 2006].
©Ángel Carrasco Sotos.
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Ángel Carrasco Sotos
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