De lo que se entera uno curioseando por ahí. Sí, me refiero a cosas sobre nuestro pueblo. Cosas pasadas, pero no muy lejanas (tan solo han transcurrido 50 añitos, algo menos). Y son cosas, o cosejas, que pasaron desapercibidas, pues parece ser que el Ayuntamiento ni se enteró (o se hizo el sueco) y, por supuesto, la gente, que iba a lo suyo, no reparaba en estas minucias. Pero hete aquí que va uno ahora y se entera, y no puede pasar mayor vergüenza, porque es algo vergonzoso y denunciable. Algo que da grima y provoca náuseas. Porque nauseabundo es ese comportamiento, el hacer esto a sabiendas y hacerlo tratando a un pueblo como un puñado de campesinos miserables e incultos, tomándoles el pelo, vamos. Sin embargo, el asunto no pasó desapercibido para el periódico conquense El banzo, que lo mismo ni se distribuyó aquí, en nuestro pueblo, y, si lo hizo, pues se pasó por alto algo que no se consideró de importancia... o se ocultó. Los que pagaron a los implicados decidieron echarse una manta por encima de la cabeza y pasar página, sin divulgar lo sucedido para que no los tratasen de tontos. ¿La culpa? No fue de las autoridades, sino de esos que, tras la fama que atesoraban, se rieron de nosotros. Os cuento, que estoy alargando demasiado la agonía.