Fotografía del autor incluida en el libro Mapa de Las Pedroñeras
[Pedroñeras 30 Días, número 62, marzo de 2007]
El nuevo dueño continúa con su política de demoliciones para “hermosear” la finca y esta vez le ha tocado a una de las últimas edificaciones que quedaba en pie.
La crónica de La Veguilla en estos últimos meses recoge quizá unas de las peores páginas de su historia (la que ocupa el último período franquista en el que se roturaron numerosas hectáreas de bosque no lo fueron en menor medida). Ya he manifestado en otros casos que los nuevos dueños de la dehesa habían comenzado a hacer tabla rasa con toda edificación que recordase que por allí habían pasado también hombres, que habían vivido y trabajado en ella. Esos vestigios de casas y chozos eran testimonio no sólo de un tipo de edificaciones (que algunos sólo vieron como mera ruina), sino de un modo de vida que había pasado a formar parte de la historia humana de nuestro pueblo. De todo ello ya no queda apenas nada, después de la idea de convertir en un coto privado y cerrado esta finca que, por sus características naturales, era un poco de todos, como lo era el río (y esperemos que lo siga siendo).
Está claro que nos tenemos que conformar y asentir con esas palabras que hablan de que al ser propiedad privada uno hace en su casa (y “con su casa” tendríamos que decir) lo que quiere, pues obra al abrigo de la legalidad. Pues nada, que continúe amparándose dentro de esa legalidad tan sui generis que nos deja a todos un poco atontados, como viéndolas pasar. Pero después del silencio y los parabienes vendrán los pésames (y espero que el tiempo no me dé la razón, pero creo que alguien aquí está haciendo de su capa un sayo). Además, y apropiándome de palabras de Andrés Trapiello, “¿dónde reclamaremos los que nos sentimos terceros de tanto daño?”
Fotografía del autor incluida en el libro Mapa de Las Pedroñeras.
La Casa Roja y su iglesia
Una de las casas más características de la zona era la conocida como Casa Roja (o Casa Colorá, Casa de la Peña la Higuera o Casa de Bonilla, que es el nombre que aparece en los mapas viejos). Esta casa perteneció en tiempos a don Anselmo y doña Paz, y últimamente al sanclementino Isidoro Olmeda, que pese a haberse resistido en un principio a las cosquillas económicas del nuevo dueño de la finca de La Veguilla, ha acabado por ceder al cheque en blanco y venderle La Peña de la Higuera por una pingüe cantidad de dinero, sobre la cual la rumorología hace sus quinielas.
Así que lo primero que ha hecho este potentado ha sido derribar la casa y lo que quedaba de la vieja iglesia que estaba adosada a ella. Tal iglesia, al menos en su última época de principios del siglo XX, estuvo dedicada a la Virgen de la Paz, imagen que aún conservan sus dueños, la familia de “los Aceiteros”. Del edificio quedaba poca cosa: sus paredes con los ventanales de arco apuntado y una puerta tapiada. El último dueño la usaba de corral, trastero y caballerizas. Así que donde antes se decía misa dominical a la que acudían todos los residentes en La Veguilla y aldeas y quinterías cercanas, en los últimos años se escuchaban los relinchos de un precioso corcel blanco.
La Casa Colorá era llamada así por el rojo almagre de sus paredes exteriores, una casa de quintería de dimensiones importantes y piso superior. Aunque estuvo abandonada un tiempo, y se cebó con ella el pillaje o la curiosidad, en los últimos 20 años se restauró y con el adorno labrador y cuidado de los dueños se mostraba acogedora y airosa. Una de las habitaciones principales interiores estaba forrada con viejos carteles de concursos hípicos, carreras de automóviles y carteles taurinos muy de principios del siglo pasado, donde se leían los nombres de Bombita o Mazzantini (los amantes del arte torero los conocerán, pues figuran con letras de oro en “el Cossío”). Lo que haya sido de esos cartelones no lo sé, pero me figuro que habrán quedado sepultados entre el escombro de su demolición.
Guardas de La Peña de la Higuera
En lo que ahora es una era o solar, había una casa (¡adiós!), en la que trabajaron como guardas, según las informaciones que poseo, Isidro Ojero, con su mujer María Serrano “Lina”; Salvio Izquierdo “Guiesca”, con su mujer Carmen Guijarro “de la Úrsula”; Anselmo Ramírez “Mocoso”, con su mujer Pilar Blanca Gracia “la Pilarcilla” o Nemesio Castillo “el Fraile”, con su mujer Ana María “Requena”.
A todos ellos, así como a todos los que dejaron parte de sus vidas en esta finca, está dedicado este artículo.
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©Ángel Carrasco Sotos.
Estimado D. Angel Carrasco Sotos, veo desconoce parte de la historia de la Casa Roja, mejor dicho Pena Higuera. Los penultimos duenos de esta finca eran los hermanos Pena Iniesta (Maria Teresa, Maria Luisa y Vicente), debido a malos consejos vendieron esta finca en dos millones de pesetas. Otra cosa la famosa Virgen de La Paz, fue cedida por esta Familia a su prima Maria Luisa Iniesta, .
ResponderEliminarMe gusta saber con quién hablo, pero en todo caso supongo que será un familiar de alguno de los dueños por los que ha pasado la casa.
EliminarEl nombre de Casa Roja o Casa Colorá era un nombre popular por el que era conocida esta casa, efectivamente emplazada en el paraje de la Peña de la Higuera. No sé cuándo se construiría, aunque supongo que era del siglo XIX, al igual que lo sería la iglesia adosada a ella, de factura similar a la casa.
Apunto el nombre de esos penúltimos dueños de la casa como datos con los que complementar el apartado sobre ella en el libro en el que trabajo dedicado a la toponimia pedroñera. Gracias por ello.
Si puedo decirle que los últimos dueños, antes de su demolición, fueron una familia de San Clemente (el dueño se llama Isidoro Olmeda) que fueron los que me enseñaron la casa, poco antes de venderla al actual dueño de la finca de La Veguilla (ahora de Rafael Santamaría), y la vendieron -junto a los terrenos- por una buena cantidad de euros.
La Virgen de Nuestra Señora de la Paz actualmente obra en posesión de la familia Ortega (los Aceiteros), aunque no niego esos datos que usted aporta.
Un saludo.
Buenas tardes Ángel, te puedo dar algo más de información sobre los guardas de La Peña de la Higuera, ya que mi abuelo Saturnino Bacete, también trabajó como tal, mi padre Luis Bacete Izquierdo se crió allí, hasta los siete años.
ResponderEliminarHola Angel yo también te puedo dar información sobre los guardas de La Peña de la Higuera ya que mis abuelos Siro González Izquierdo y Francisca Hortelano trabajaron allí en torno a los años 60,yo entonces era un niño y pasé algunas vacaciones que recuerdo con cariño y nostalgia. Hace como tres años estuve allí y quedaban los dos pinos Ada. Un saludo y gracias por ser la memoria de Pedroñeras
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