El habla de Las Pedroñeras - El vulgarismo en los nombres propios de persona en Pedroñeras | Las Pedroñeras

viernes, 23 de marzo de 2012

El habla de Las Pedroñeras - El vulgarismo en los nombres propios de persona en Pedroñeras


Os dejo por aquí un artículo que publiqué en el año 2007 en el periódico local. Unos cuantos años más tarde, todo este material ampliado se publicaba en el nuevo El habla de Las Pedroñeras (a vuestra disposición, 8 ejemplares me quedan a día de hoy.


Tal y como apareció (con ligeros retoques) os lo dejo con la esperanza de que sea de vuestro agrado.

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A mis aplicados alumnos del Fray Luis 

Aunque en claro retroceso, el uso de vulgarismos ha sido frecuente en el habla de Las Pedroñeras y en el ámbito rural en general. El siguiente artículo se centra en cómo se ha dado este fenómeno en los antropónimos o nombres propios de personas. 


Algo sobre los vulgarismos

Una de las características propias del habla rural ha sido el uso de vulgarismos léxicos, es decir, de palabras que, no siendo propias del uso culto ni normativo de la lengua, atentan contra la norma académica al haber sido transformadas por el pueblo. No obstante, conviene señalar que hay veces en que las palabras se convierten en vulgares precisamente porque se alejan del uso normativo actual de la lengua, si bien pudieron ser usadas en épocas lingüísticas anteriores de modo regular e incluso normativo. En este caso es, creo, preferible aplicarles la denominación de arcaísmos (aunque en esto, como en todo, hay diversidad de opiniones). El uso arcaico de una palabra sigue manteniéndose en muchas ocasiones en el ámbito rural que, por lo general, es más conservador (lingüísticamente hablando también) que el urbanita.


La conversión de una palabra en vulgarismo se debe al hecho de haberse dado en ella un determinado fenómeno fonético que puede consistir en la supresión o agregación de uno o varios sonidos, en el cambio de un sonido por otro o al cambio de posición de un sonido dentro de la palabra. También puede darse el caso del cambio del acento de una sílaba a otra. 

El hecho de que los vulgarismos muchas veces coincidan en zonas muy alejadas unas de otras geográficamente se debe quizá a una tendencia inherente a la lengua a sufrir los fenómenos que he especificado arriba (muchas veces por simple economía lingüística), a la vez que por la existencia de una continuidad geográfica-diastrática en el espacio que no se ha estudiado, pienso, suficientemente. 

Cuando un vulgarismo se da en una zona concreta es lícito a mi entender el aplicarle la denominación de dialectalismo. 


El vulgarismo en el antropónimo 

Con el nombre de antropónimo designamos a los nombres propios de personas. Esos fenómenos que mencionamos arriba se dan también en este tipo de palabras, como no podía ser de otra manera. 

Hoy en día, el uso general en las voces que relacionaremos abajo (como de los vulgarismos en general) ha disminuido en gran medida, si bien aún podemos oírlos en determinados estratos sociales. La alfabetización y los medios de comunicación (así como las nuevas tecnologías) son quizá los agentes con mayor peso que han favorecido el destierro de tales vocablos. 

La causa de la abundancia de tales voces vulgares es en algunos casos de difícil explicación, aunque es fácil comprender que cuando se trata de un antropónimo no muy usual (recordemos la popular tendencia a poner el nombre del santo del día, muchos de los cuales eran de raro uso) sea este transformado de inmediato y acomodado a una más fácil (por corriente) pronunciación. En otros ejemplos simplemente se aplican sobre ellos determinados fenómenos fonéticos que se daban en todas las palabras de formación idéntica (pensemos en la reducción del diptongo eu en Pedroñeras que se convierte en u regularmente a principio de palabra). 

A las nuevas generaciones muchos de estos nombres propios de persona les resultarán inauditos, pero tan solo hace unas décadas se escuchaban en el pueblo. Para procurar su eliminación completa (pues no aportan riqueza a nuestra habla) los pongo a su disposición, una vez extraídos estos setenta y pico del nuevo Habla de Las Pedroñeras que preparo [que preparaba, claro]. Si no están todos los que son, sí al menos son todos los que están pues han sido tomados al dictado, de la voz del pueblo, el nuestro. Junto al vulgarismo aparece la forma normativa de enunciarlo y escribirlo. He tenido en cuenta en la consulta de algunos de ellos el Santoral Completo, editado por la librería “La Hormiga de Oro”, en Barcelona. 


Nombres vulgares con su equivalencia normativa 

Abrán = Abraham 
Adón = Abdón 
Agusto = Augusto 
Anucio = Anuncio 
Arcensión = Ascensión 
Asenio = Arsenio 
Bastián (recogido en el santoral) = Sebastián 
Benardino = Bernardino 
Benerito = Benedicto 
Benino = Benigno 
Calistro = Calixto 
Celipe = Felipe 
Cesario = Cesáreo 
Ciriaco = Ciríaco 
Conceción = Concepción 
Crisantos = Crisanto 
Damaso = Dámaso 
Dogracias = Deogracias 
Donisio = Dionisio 
Eduviges = Eduvigis 
Enemesio = Nemesio 
Erineo = Ireneo 
Féliz = Félix 
Filicísima = Felicísima 
Flugencio = Fulgencio 
Gapito = Agapito 
Ginio = Higinio 
Grabiel = Gabriel 
Gualdo = Uvaldo 
Gumesildo = Gumersindo 
Idé = Haydee o Haidé 
Irenia = Irenea 
Isaz = Isaac 
Juaquín = Joaquín 
Lauriano = Laureano 
Luterio = Eleuterio 
Madalena = Magdalena 
Marmeto = Mamerto 
Meregildo = Hermenegildo 
Merquiades = Melquíades 
Nastasio = Anastasio 
Norato = Honorato 
Odulia = Obdulia 
Otaciano = Optaciano 
Otavio = Octavio 
Pifanio = Epifanio 
Pólita = Hipólita 
Polonia = Apolonia 
Pronuana = Aproniana 
Rebustiano = Robustiano 
Resureción = Resurrección
Rimundo = Raimundo 
Rinaldo = Reinaldo 
Rumaldo = Romualdo 
Sidoro = Isidoro 
Tanasio = Atanasio 
Temio = Eutimio 
Todosio = Teodosio 
Ufemio = Eufemio 
Ugenio = Eugenio 
Ulalio = Eulalio 
Ulogio = Eulogio 
Ulpiano = Vulpiano 
Uria = Áurea 
Úrsola = Úrsula 
Usebio = Eusebio 
Usicio = Eusicio 
Ustaquio = Eustaquio 
Ustasio = Eustasio 
Utimio = Eutimio 
Vítor = Víctor 
Vitoria = Victoria 
Vitoriano = Victoriano 
Zequiela = Ezequiela 
Zoílo = Zoilo 

NOTA FINAL: Otro caso merecedor de estudio, y que quizá trate en otra ocasión, es el de los nombres reducidos (Resure de Resurrección, por ejemplo) e hipocorísticos (Faco de Francisco).

[El anterior artículo se publicó en Pedroñeras 30 Días, nº 61, abril de 2007].

 ©Ángel Carrasco Sotos.

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Ángel Carrasco Sotos

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