En llegando este tiempo primaveral ya se sabe: los que tenemos acostumbrado el paladar a viandas rústicas, aunque no por ello faltas de exquisitez, en nuestra mesa, de postre, siempre veréis almendrucos verdes (rucos, cucos), habas o tronchos. Y pronto piñas verdes, que por casa nunca faltan (ni faltan ni van a faltar, dice mi padre, mientras pueda subirse a un pino). Algún día habrá tragedia en casa con estas cosas. Ya cayeron collejas, espárragos y ajetes, como podréis suponer.
El caso es que hoy ha tocado ir a coger unos tronchos, que están ahora en sazón, y en un momento teníamos cada uno un brazao no pequeño. Los tronchos, como todo pedroñero que se precie sabe, no son otra cosa que las puntas de los sarmientos verdes de las cepas, que por primavera comienzan a crecer desde los cascos.
Hay que tener cuidado al cogerlos. Las viñas lo agradecen, pero hay que tomar solo las puntas blandas de los sarmientos, "tronchándolos" con cuidado con pulgar e índice, y solo los que NO tienen uva, que, en ciernes, colgando se ven raquíticas aún de estos primaverales sarmientos tiernos. Hay quien los pela y los guarda luego en aguasal. Por casa nunca se ha hecho. Es cogerlos y, después de comer, se pone un manojo sobre la mesa y todos vamos cogiendo, pelando a base de uña, y a la boca, sin mojar en sal ni na, degustando ese sabor algo agrio que te anima a tomar otro y otro más. Además, solemos coger los tronchos de las viñas de negro, que son los más sabrosos (consejo de amigo). Y otro consejo: metedlos en el frigorífico para que se mantengas mejor, que, si no, se ponen blandos.
Bueno, ¿qué?, ¿gustáis?
Ángel Carrasco Sotos
Buen trabajo recopilatorio de viandas rústicas desconocidas para mucha gente pero digna de conocer y degustar año tras año. Muchas gracias.
ResponderEliminarAhí también tienes tajo para tus historias, Fabián. Un saludo.
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