Semblanza de San Juan del Castillo (Belmonte): un santo belmonteño | Las Pedroñeras

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miércoles, 25 de mayo de 2016

Semblanza de San Juan del Castillo (Belmonte): un santo belmonteño

Casa natal de San Juan del Castillo




Miguel Ángel Vellisco Bueno








Nació en Belmonte, Cuenca, el día 14 de septiembre de 1595. Hijo de, Alonso del Castillo y María Rodríguez. Su partida de bautismo reza: “A 27 de septiembre de 1595, bauticé yo bauticé yo Pedro Chaves, cura de la Colegial de esta villa, a Juan, hijo de Alfonso del Castillo y de María Rodríguez”.



Tuvo nueve hermanos más. Tres de sus hermanas llamadas: Juana, Jerónima y Jacinta ingresaron como religiosas de clausura en el convento de las Concepcionistas franciscanas de Belmonte. Su padre, fue el Corregidor de la villa.



Partida de bautismo de S. Juan del Castillo


Comenzó sus estudios en el Colegio de la Compañía de Jesús de Belmonte, después viajo a Alcalá de Henares (Madrid) para estudiar derecho en la Universidad. En 1614 ingresa en la Orden a la Compañía de Jesús en Madrid. Uno de sus profesores El P. Boroa comenta de él: "Se ejercitaba en los oficios más humildes y trabajosos de la Compañía, de cocinero, panadero y hortelano
Acabado el  noviciado, es destinado al Colegio  de la compañía de Jesús de Huete (Cuenca), donde realiza los estudios de Filosofía. El 2 de noviembre 1616 sale del Puerto de Lisboa con destino a sudamérica. El 15 de febrero de 1617 llega a Buenos Aires, desde donde viaja a la ciudad de Córdoba de Tucumán, allí termina sus estudios de Filosofía, sus superiores realizan un informe poco favorable de su persona: "Es mediano de inteligencia y también en la prudencia. La experiencia es poca. El progreso en el estudio de filosofía es mediocre. Pero es capaz de enseñar gramática".
En 1619 es destinado a la ciudad de Concepción en Chile, atraviesa la Pampa Argentina hasta la ciudad de Mendoza, desde allí, la cordillera de los Andes y el valle del río Aconcagua hasta llegar al colegio de San Miguel en Santiago de Chile, un mes después, inicia su viaje al sur, hasta llegar a Concepción.  Es una época muy peligrosa por la guerra que desarrolla ente los españoles y los indios Mapuches.
Al llegar a su destino es recibido por el  rector, el Padre Juan Romero. El célebre historiador jesuita P. Miguel de Olivares, escribe sobre él:
"Juan del Castillo se ocupó en el ejercicio de leer Gramática e instruir a la juventud en buenas costumbres. También enseñó las primeras letras a los niños, teniendo a su cargo la Escuela, con mucho cuidado, humildad y aprovechamiento. Entre los muchachos que tuvo a su cargo fueron dos los más señalados: el hijo del Gobernador Alonso de Rivera, y el del Maestre de campo Álvaro Núñez de Pineda. Como lo veían todos tan modesto y virtuoso, le tenían gran respeto y estimación".
En Concepción Juan permanece casi tres años. Los informes, al término de la experiencia, son mejores: "Bueno en ingenio y juicio", y "temperamento vivo".
Terminado el magisterio en Chile, nuevamente debe pasar por Santiago, cruzar la cordillera, llegar a Mendoza y terminar en la ciudad de Córdoba donde recibe la ordenación sacerdotal en noviembre de 1625.
En 1626 Juan y su amigo Alfonso Rodríguez son destinados a las nuevas Fundaciones del río Uruguay. El juicio del P. Diego de Boroa (provincial de la Orden) sobre su persona, es excelente: "Su fervor es grande, su observancia es completa. Su celo se manifiesta en el tesón por aprender la lengua guaraní. Su afabilidad y mansedumbre entusiasman a todos. Es bondadoso, desprendido y puro, amable de Dios y de los hombres”.
En la Colegiata de Belmonte se conserva una carta de Juan a su padre Don Alonso de esta época: "Con mucho deseo he querido este año recibir cartas suyas. Casi había perdido las esperanzas por estar el puerto de Buenos Aires cerrado y el comercio de Lisboa tan impedido.
De mis cosas le doy cuenta. En el mes de septiembre del año pasado de 1625 me ordene‚ de subdiácono y después de dos meses salí ordenado de sacerdote.
Dije mi primera misa ocho días después de la fiesta de la Inmaculada. La ofrecí por Ud. y por la señora, mi madre, como obligación tan debida. Muy a menudo ofrezco misas  por Uds. y mis abuelos, paternos y maternos. Mis estudios los acabaré dentro de cuatro meses. Después subir‚ a las misiones de Paraguay, a trabajar y morir entre ellos.
El portador de esta carta es el P. Gaspar Sobrino quien va a Roma como Procurador.
Me ha dado su palabra de que se verá con Ud. y que irá a Belmonte a sólo esto.
El año pasado le escribí acerca de mi hermano Melchor. Lo encomiendo muy de veras a Nuestro Señor. Yo confío que Ud. lo gobierne con amor, que ése es el camino mas ordinario por donde la gente moza se gobierna. Cuando Ud. me escriba le ruego me avise cómo van mis hermanas, las monjas, y qué se determina sobre Diego, si quiere ser de la Compañía. Muy en particular le ruego escribirme de cómo le va a mi hermana Catalina con Pedro, su marido, y si tienen hijos. De todo me holgaré mucho.
Yo quisiera enviar los mejores regalos del mundo, pero esta tierra es tan pobre que antes convida a pedir que a dar.
De Córdoba 8 de marzo de 1626. Indigno hijo, Juan.
Post data. Hoy los superiores me han señalado para las misiones del Paraguay. Saldré de aquí, el 13 de junio, para esta empresa de pelear con indios gentiles. Allí se me ofrecerán muchas ocasiones de larga paciencia".



CUADRO DE S. JUAN DEL CASTILLO EN LA EXCOLEGITA DE BELMONTE

Posteriormente es destinado a La Reducción del rio Yjuhí afluente del Uruguay, donde llegan el 15 de agosto de 1628,  los indios construyen una casa y una capilla al padre Juan y a sus compañeros, en esta misión se queda el padre Juan, mientras los padres Roque y Alfonso, se marchan para fundar otra misión, no muy lejos en Caaró. En un principio parece que son bien recibidos, Sin embargo el cacique principal de Yjuhí, llamado Yezú, se opone. No tolera abandonar la hechicería, ni la poligamia, ni convertirse al cristianismo.
Yezú reúne a los suyos y los persuade para eliminar a los Padres. Envía al cacique Caarupé y a otros dos indios a la reducción de Caaró, con la orden de matar a los Padres Roque González y Alfonso Rodríguez.
Después, se presentan, en la Reducción de la Asunción de Yjuhí. Donde encuentran al padre Juan rezando el breviario en la puerta de su choza. Un testigo presencial, llamado Pablo Arayú, narra lo ocurrido: “El Padre estaba matriculando a un cacique llamado Chetihagu‚ y su gente y les dio anzuelos y alfileres. Después el viejo cacique Quarabí mandó a un cacique, llamado Araguirá, que embistiera al Padre. Él lo hizo. Lo abrazó por la espalda y le torció los brazos. Así lo arrastraron hacia el bosque. Le rasgaron la ropa, sólo dejaron una media y las mangas en los brazos. Un indio, llamado Mirungá, lo derribó en tierra. Le pusieron dos cuerdas en las muñecas y lo arrastraron por el bosque. Desconcertaron un brazo. Otro indio, llamado Tacandá, con una maza de piedra lo golpeó varias veces en el vientre. Lo siguieron arrastrando, hasta un lodazal. Iba todo desgarrado, hecho sangre. Allí le destrozaron con una piedra grande la cabeza. Después quebraron los huesos y lo dejaron diciendo: déjenlo para que se lo coman los tigres. El no estuvo con los que quemaron el cuerpo, cuando volvieron en la mañana siguiente.
Preguntado de lo que hizo y dijo el Padre cuando lo prendieron y mataron, respondió: Cuando le echaron mano, hizo fuerza por soltarse. Dijo: Hijos, ¿qué pasa, qué es esto? Mientras lo tenían asido, llamó a los amigos en su favor. Cuando lo arrastraban le oyó decir: ¡Ay, Jesús! Y otras palabras en su lengua que no entendió. Cuando le rompían la ropa pedía que se la sacaran poco a poco. Después entraron en su casa e iglesia. Repartieron entre ellos las cosas pequeñas. Los ornamentos sagrados se los llevaron a ¥ezú".
El padre S. Juan del Castillo como Jesuita estuvo tres años en España, seis en Córdoba del Tucumán en dos etapas iguales, tres en Chile y casi tres en Uruguay.  Los procesos de su causa se iniciaron pronto. En Asunción, Buenos Aires y Corrientes.
En el siglo XX, fue beatificado en Roma por el papa Pío XI el día 28 de enero de 1934 junto a sus compañeros Roque González y Alfonso Rodríguez. El papa Juan Pablo II decidió efectuar la canonización de los "tres santos mártires", en Asunción del Paraguay el día 16 de mayo de 1988.
El día 28 de enero de 1934 el Papa Pío XI lo declara Beato..
Y el 16 de mayo de 1988, el Papa Juan Pablo II lo declaraba Santo en el Campo del Nu-Guazú en Asunción del Paraguay.


 Bibliografia:

-Belmonte, cuna de Fray Luis de León de Luis Andújar Ortega.
-S.Juan del Castillo de Jaime Correa Castelblanco.
 -Wikipedia.


 Miguel Ángel Vellisco Bueno

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