por Fabián Castillo Molina
El pasado 23 de abril se celebraba el día del libro, y en el grupo de Facebook “No eres de Perdroñeras si…” más de uno de sus asociados hablaba bien de la terapia que suponen los libros y la lectura, además de otras propiedades terapéuticas. Pensé entonces en lo que podría ser una especie de regalo relacionado con los libros, para los seguidores de este grupo: una parte de un libro hecho con el mayor cariño al pueblo, a las raíces que le vieron nacer al que lo escribió.
Pensé: puesto que la entrada del pasado sábado tuvo más de doscientas visitas, de gente que le gusta y quiere ver y oír lo que se dice de su pueblo, y puesto también que el título era "Campos y paisajes de Pedroñeras", y además de una mínima parte de sus paisajes y sus campos, la entrada incluía unos versos de John Lennon, que bien merecen aprenderse de memoria por suponer un mensaje tan hermoso; y atendiendo también al hecho de que el título citado, "Campos y paisajes de Pedroñeras", es el que puse en su día a un trabajo preparado para la que fue última Fiesta del Pozo Nuevo, trabajo que leí en público en 1995, hará pronto 20 años, y que tuvo una hermosa acogida y me motivó suficiente para preparar otro, mucho más complejo y profundo, relacionado con Pedroñeras, pero también cargado de emoción y cariño al pueblo y a sus gentes.
Ese trabajo preparado a lo largo de casi un año, luego al fin, no pudo ser leído puesto que ya no hubo fiesta. Esto supuso una especie de frustración que más tarde, varios años después, dio lugar a pensar en unirlo al primero y convertirlo en libro, que finalmente supuso una de las experiencias más emotivas e impensables que yo he vivido, por diversas razones.
Por tanto, hoy he decidido traer aquí, aunque solo sea fragmentos esenciales de ese trabajo y regalarlos a quien quiera leerlos. Por todo lo anterior, y sin más, aquí van esas combinaciones de palabras y fotos de la primera parte del libro titulado Al pueblo, que fue publicado y presentado en Las Pedroñeras en septiembre de 2001 y que sigue estando a vuestra disposición.
CAMPOS Y PAISAJES
DE PEDROÑERAS
Lagunas, pozos y cerros
caminos,
vados y puentes
casas, casillas,
corrales
chozos, pedrizas, vertientes…
Vecinos de Pedroñeras:
Hoy daremos un repaso
a nuestros campos y gentes.
Y como homenaje al pozo
que dio nombre a un barrio entero
y a través de sus corrientes…
vamos a comunicarnos
con otros pozos y aguas
tantas veces hechas fuentes.
Pozo Nuevo
Pozo Duz,
y Pozo de la Comadre.
Pozarrón, Pozo Pablico,
Pocillos. Pozo Juncares…
Pozos que vieron las manos,
garruchas, cubos y sogas.
Aguas claras y fresquitas
pa´refrescar las memorias.
Aguas que se comunican
con la Laguna El Taray,
con la de la Celadilla,
con la Laguna el Huevero
y con las de la venía
del Camino La Veguilla.
Lagunas que hemos usao
de baños en el verano
para mojarnos los pies,
para lavarnos las manos.
Lagunas llenas de vida
con cienos medicinales.
Con muchos patos y ranas
y con grandes carrizales.
Mas dejemos las lagunas.
Vayamos a los molinos.
A esos molinos de grano
que estaban junto a los ríos.
Llevad vuestro pensamiento
a los molinos al vuelo.
Al Molino de Las Monjas,
al del Moral, al Ituelo.
Escuchad cantar el agua
y cómo mueve las aspas
del Molino del Castillo
y cómo gira la piedra
y sale harina del trigo.
Fijaos en esa hiedra
de la piedra del cadejo
y en el lastón verde y viejo
de la ribera del río
del Molino del Concejo.
Y la Fuente de la Parra
en esos días chispeando
y con el cielo plomizo.
Carril de las piedras blancas
Fuente de Galindo y Záncara
con suelo resbaladizo.
Y los cerrojos y acequias
el buen servicio que hacen
para lavar el caldero,
pa´beber los animales
o para al cruzar el vado
y mojar los calcañares…
Visto ya que en nuestro término
no escaseaban las aguas,
ahora un poco por encima
repasaremos las casas.
Desde las más importantes
a los chozos más humildes
o a las casejas de huerta
como la Casilla de Balas
Miravillas. El Recreo.
Sebastián. Casa del Cristo.
Boleadores. La vereda.
Y entre viñedos y pinos
mirándolos San Isidro…
Y ese chozo tan hermoso
que tan buen servicio hizo:
El chozo de Navarrete,
o El chozo del Quiebraizo.
¿Quién podía imaginar
que techos tan pobrecicos
y tan insignificantes
quedarían en el recuerdo
como castillos gigantes?…
Fijaos en esa aldea:
Sábanas tendías al viento.
Gallinas picoteando,
y la hacina de sarmientos.
Mirad qué bando palomas
aterrizando en La Isilla,
y qué conejos y liebres
por medio de La Veguilla.
Y perdigones corriendo
por la Cuesta Palomino
y ese grupo codornices
que está cruzando el camino…
El río Záncara cangrejos,
El Fabián huevos y miel.
La Casa el Sol buenos quesos
y los vinos de La Mancha
lo mejor para beber.
¿Habéis visto las cerezas
de La Huerta la Ratona,
y el borrico uncío en la noria
chorreando los alcabuces
llenándose la bombona?
¿Y las frondosas higueras
libres en lindes silvestres
en El Barranco del Bu,
en La Cañá de los Peces?
¡Los chopos de Las Hoyuelas
con el viento cimbreándose!
¡Las nogueras de Pelayo
en el Camino las Huertas
con las nueces madurándose!
¿Y la Huerta de Gandú
pegau a lo de Palizas?
¡Qué hermosura de patatas!
¡Qué pepinos! ¡Qué hortalizas!
¿Y la Rocha de los Pozos
sembrada de girasoles?
¿Y toda La Tobosilla
roja viva de anapoles?
¿Y los aspersores vivos
echando agua como escarcha
en la Huerta de Zapata
regando el campo de alfalfa?
¿Y esos cerretes preciosos
con los almendros en flor
y entre medias olivares?
¡Ahí está El Cerro Ratón!
Plantas que crecen al sol
entre frutales y siembra
sin que nadie las plantara
y que llaman malas hierbas.
Peña Parda de cardonchas
Los Marines de uña en gato
La Cerca, lapa y abrojos,
donde teníamos el hato.
Ajares plagaos de cardos
que necesitan escarda.
Por las vegas de La Hoya,
los llanos de Navablanca
o la Casa La Giralda.
Grandes campos de ballueca
al lao mijo rileando
y matas de cabezuela
pa´balear en allegando.
Y trabajos bajo el sol
en cuadrillas, vigilados.
Recordad alguna vez
esos días espalotando;
levantarse a tomar aire,
y darte igual lo que ves,
Las Lagunas, El Navazo
La Hoya Galán
o El Andrés.
Luego ved esas criaturas
hartas ya de trabajar
pedaleando en bicicleta
camino de su lugar
desde El Cuarto hasta El Pilar…
sin haber comío caliente
y traen ganas de cantar…
Cenizos y cardos blancos
y los jarales en flor.
Por El Cerro de la Pila,
por El Cerrete Charcón,
por La Cueva de la Arena
y por El Cerro Monjón.
¿Y quién no ha visto las ovejas
en plena siesta de agosto,
debajo de una carrasca
allá en mitad del rastrojo?
La borrica el Garrotero
la de la oreja partía
y
n´el aguarón el cordero
de la oveja malparía…
Y en El Cerro Perdigón
la cuadrilla de Perona
moscas, tábanos, langostas
sobrevolando la lomas.
Vivir los amaneceres,
por agua a La Marañosa. Agua cristalina y pura
y más fresca que una rosa…
Y después de la vendimia…
azafranales. Escarcha.
Rojo. Amarillo. Morado.
Colores que están presentes
en las tierras de La Mancha
Y esos azules celestes
y rastrojeras ardiendo
para sembrar campos de ajos
cuando lo permita el tiempo.
Ya en invierno,
haciendo surcos con hielo,
las zarpas en las abarcas
y con rebaba poniendo.
El monte de La Saleta.
Destral partiendo tocones.
Y castillás de pedorras
y barro en los corvejones.
¿Y cómo había de olvidarme
de esos nevazos de enero?
Desde La Casa Perea
pasando por la del Cura
o La Cuesta el Aceitero,
tos los campos hechos uno
más blancos que los luceros…
Y ya cerrando el repaso
después de este recorrido
filtrándose tantas aguas
hasta las del aguacero
que bajó por el camino,
mezclándose bajo tierra
con las de lagos y pozos
con las de acequias y ríos...
He vuelto donde empecé.
Y digo:
¡Viva mi pueblo!
¡y todo lo que hay en él!
©Fabián Castillo Molina
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