por Fabián Castillo Molina
En diciembre de 2012, el periódico Pedroñeras 30 días, publicaba un artículo con el título “Imaginemos” que había sido escrito como una necesidad de comunicar algo que yo sentía y que debía decir a quien quisiera leerlo alguna vez.
Por aquellas fechas no se había extendido todavía el uso del teléfono movil como ahora, y mucho menos con internet incorporado y con la facilidad que conlleva poder escuchar la canción que uno quiera e incluso con la traducción de la letra cantada en cualquier idioma. Así, tengo que reconocer con honestidad que desconocía lo que decía John Lennon cuando cantaba su canción "Imagine". La había compuesto en 1969, la publicó en Estados Unidos el 11 de octubre de 1971 y el 24 de octubre de 1975 en el Reino Unido. Esta canción se había convertido en una especie de himno mundial a favor de la paz, por la hermandad de todos los seres humanos y un mundo sin fronteras, entre otras muchas cosas. Y yo escuchaba la canción y la música, me gustaba aunque desconocía el contenido de la letra en castellano.
Fue bastante tiempo después de haber publicado el artículo "Imaginemos" en el periódico citado cuando por fin me enteré de la traducción al castellano de la letra de esa canción a través de Youtube, empresa que como sabemos se puso en marcha en 2005. Por su puesto que no se trata de comparar un texto y otro, simplemente dejar constancia de cómo a veces las personas, independientemente de nuestra nacionalidad o clase social, coincidimos en los deseos y sentimientos y los manifestamos quizás con el ánimo de hermanarnos con los demás y liberarnos de la necesidad de hacerlo público.
Aquí va el texto de 2002 que titulé "Imaginemos" y, la semana próxima pondremos en este blog la letra en castellano de Imagine; y añadiremos un vídeo que estoy montando con "Paisajes de campos de Pedroñeras" grabados esta Semana Santa, al que añadiremos como banda sonora la versión íntegra original de la canción citada.
Imaginemos
Imaginemos una familia donde al más débil, enfermo y desvalido se le quiere y ayuda especialmente, un poco más que al resto y así va saliendo adelante.
Imaginemos un pueblo en el que se apoyan los vecinos, se vuelcan todos con los más desfavorecidos. Al que se le arruina la cosecha o se le quema la casa y no tiene seguro que le ampare, el resto de la comunidad vecinal de forma solidaria le repara los daños y el mal producido por esa catástrofe para él, se convierte en un mal menor y casi inapreciable para el conjunto.
Imaginemos que en ese mismo pueblo una persona se queda sin trabajo hoy, pero al día siguiente ya tiene nuevo tajo donde ir a trabajar. Y si es inmigrante y quiere ganarse la vida honradamente no se le pregunta por papeles, ni tienen nada que temer empleador y empleado; y de esta forma el inmigrante desconocido va incorporándose y queriendo al pueblo como si hubiera nacido en él y fuera esa su tierra desde siempre.
Imaginemos una Comunidad Autónoma donde los habitantes de sus ciudades, pueblos, aldeas o caseríos, se sienten orgullosos de sus singularidad, sin conocer la palabra nacionalismo. Donde el flujo de bienes, riqueza y progreso se intercambian; donde día a día mejoran los servicios públicos y se nota y se sabe con certeza y transparencia dónde van a parar los impuestos que se pagan y se aprecia que sirven para algo bueno para todos. Una comunidad donde lo de la ventanilla única funciona de verdad, y no hay que hacer largas colas para ser atendidos ni hay que hacer dos o tres viajes para gestionar un papel.
Imaginemos un Estado que ha erradicado la violencia: ya nadie muere de hambre, ni en accidente laboral ni de tráfico. Ya no se mata la gente en sus casas porque se vuelve loca o no logra entenderse con quien convive a la fuerza y con quienes debería estar unida por auténtico amor. Ya no hay crímenes pasionales o violencia de género. Nadie conoce ya las palabras desnutrición, violencia doméstica, corrupción, terrorismo, xenofobia, drogodependencia, ejército, fanatismo, especulación, soledad, viejos, venganza, odio, culpa, envidia…, un país donde se hablan veinte idiomas y todos se entienden con uno común a la nación, pero se respetan y admiran las palabras, los acentos, formas de expresión y giros del lenguaje con los que a sus vecinos se les ve tan contentos.
Imaginemos una sociedad de naciones donde para carecer de exiliados a la fuerza, inmigrantes, progresa y todos sus excedentes se destinan a las personas que huyen del hambre, la miseria y la guerra en el punto de origen, y con esas ayudas al núcleo del problema se detiene esa gigantesca injusticia y sangría humana.
Imaginemos que todo eso es posible, que muchas mujeres y hombres lo vienen intentando porque lo desean de verdad desde hace muchos años, y aunque no lo consiguen, continúan creyendo que es alcanzable, hasta el extremo de entregar su vida por la idea.
Ahora quizás sea el momento de empezar a preguntarnos por qué no se consigue y cómo podría lograrse al fin. Dónde está la inteligencia humana que avanza tanto en ciencia y tecnología. Para qué la emplean los que mueven los hilos, los que manejan el poder y el dinero.
Probablemente ahora en estas fechas especiales sea un buen momento para la reflexión. En cualquier caso, cualquier momento es bueno para imaginar un mundo mejor que haga un poco más felices a todos y cada uno de nosotros, aunque solo sea en contados instantes. Y cuando digo a todos no excluyo a nadie.
©Fabián Castillo Molina
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