Buscaba yo el otro día con mi amigo Damián Carrión Sotos el mojón que antaño servía de límite entre los términos de Martín Ovieco (San Blas), Belmonte y El Pedernoso, por aquel entonces en el cerro de la Calera de la Mujer (pues allí mataron a una en circunstancias desconocidas), también denominado cerro de las Majadas. En fin, dimos -pensamos- con él y desde allí se veía la "fortaleza de Belmonte", como se lee en el manuscrito del siglo XVI.
No hubo foto entonces, pero hoy domingo me di una vuelta por el cerro Francés, de Las Pedroñeras, y sus alrededores en busca de un mortero que Damián recordaba (ya os explicaré qué es eso). El mortero no ha aparecido, aunque he devorado las zapatillas pateando lomas pedregosamente impías, pero desde allí también se veía el castillo belmonteño. He sacado la cámara, le he puesto el objetivo de larga distancia y disparé. Magnífico, ahí estaba el castillo, casi al alcance de la mano, como para cogerlo y echárselo a la boca. El pardo verde de la loma salpicado de piedras sobre la tierra contrasta con el maravilloso azul del cielo que el día nos regalaba esta mañana. Y entre uno y otro manto la recortada silueta reconocible del monumento belmonteño. Se ven también los molinos de esa vecina población y una grúa, pues se conoce que andan en obras por ese cerro.
Ángel Carrasco Sotos
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