por Fabián Castillo Molina
Poesía tragicómica realizada para recitarla en la fiesta del Pozo Nuevo de 1990. Se llegó a recitar en público pero ha permanecido inédita hasta fecha de hoy.
Un día es un día
No hay cosa que más
angustie
que ver a un hombre
correr
igual que desesperado
para el autobús coger.
Y cuando ya va llegando
y con la lengua defuera
ve cómo al fin se le
escapa
y él fatigado allí
queda.
Así empiezan muchos días
algunos trabajadores
que teniendo mucho sueño
despiertan
despertadores.
Y tras el primer
disgusto
por culpa del autobús
allí tiene que esperar,
en la cola, el buen
Jesús.
Al cabo de un cuarto de
hora
que por fin ya viene
otro,
apretujado ha de ir
como en vagón de ganado
igual que un potro.
Toca aguantar malas
caras
de todos, madrugadores
que, de poder vivir
libres,
dormirían ahora en
colchones.
Por perder el autobús
"va con la hora pegá al
culo”
y entra el último en la
fábrica
entre sirenas y humo.
Ya está en línea de
trabajo.
Ya están cerradas las
puertas.
Ya se ha colocao el
mono.
ya ha empezao a apretar
tuercas.
La cinta transportadora
las piezas le va
acercando
una detrás de la otra
sin aire lo va dejando.
En mitad de la mañana
le entran ganas de mear,
pero no se puede ir:
“Esto no se pué dejar”.
Un buen rato ya después
le entran ganas de
cagar,
pero… no se puede ir.
“Esto no se pué dejar”.
Al cabo de otro ratillo
se le va una pedorreta
¡Ay, me cagüenelcopón!
¡Parece que esto es cagueta!
Va y le dice al
encargado:
¡Por favor, que alguien
me atienda!
Por la forma de decirlo
le contesta: “huele a mierda”.
Y pone a otro en la
cadena
cubriendo el puesto de
él
y va para los servicios
como si echara la hiel.
Antes de llegar al váter
le pega un retortijón
y allí se cae de
rodillas
atravesao de dolor.
El primero que lo ve
y que le intenta ayudar
hace un comentario
fuerte
¡Este se ha vuelto a
cagar!
Y lo tumban en camilla,
lo llevan al hospital
y por la puerta de
urgencia
oye decir: ¡Va muy mal!
Pero le dan un lavado,
le ponen la lavativa
y también una inyección
de tal forma y tal
manera
que pronto da la
explosión.
Pierde la noción del
tiempo.
Cuando despierta no
sabe
si está vivo o está muerto.
Está frio como una llave.
A la hora de la comida,
por allí él no ve a
nadie.
Cuando por fin viene el
médico,
le manda que tome el
aire.
Por la calle entre los
coches,
las piernas le van
temblando
y por no llevar dinero
hasta casa se va
andando.
Y esto puede ser un día
de un trabajador
cualquiera
de los que en la capital
van a muy alcanzallega.
Y luego llega el verano
y se van de vacaciones
y les dicen los del
pueblo:
¡Que los toquen los…!
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