Foto extraída del libro Guía Secreta de Las Pedroñeras 1.
por Vicente Sotos Parra
No tenía Felipón grandes amigos de los que pudiera presumir. Sí presumía de juntarse con las personas mayores y escuchar sus relatos, o en su caso batallitas de personas con muchos más años que él.
De esas personas recogía sus sabiduría que no era moco de pavo. De ellos aprendía más que en la universidad, a la que nunca acudió.
De ellos aprendió por ejemplo a estar callado cuando hablaban. A no interrumpir en los relatos que contaban, con suma paciencia y detalle a pesar del tiempo trascurrido de los hechos.
Para algunos, pocos, ya quedan lejanos los tiempos en los que el equipo de futbol del pueblo jugaba en el barrio del Vivero. En él se jugaban la vida con aquel campo lleno de piedras y guesones tan duros como las piedras.
Su tío Manolo era el entrenador y por aquel entonces su jugador preferido era Cele portero de aquel tiempo. En el quipo lo formaban casi todos del lugar: Jesús Santano, Felipe el Chino. Luciano Moro. Paquito el Sastre, el Chato Quimeras... Y como ya dijimos, su ídolo era Cele, el portero, por lo que el día del partido no se separaba de él aprendiendo, escuchando sus consejos. Así fue que un día Cele no pudo jugar el partido contra Socuéllanos y todos los presentes estuvieron de acuerdo en que Felipón lo suplantase en la portería.
El equipaje de Cele le quedaba tan corto pues le faltaba tela por todas partes, no pudiendo aprovechar nada del equipaje, por lo que se ofreció a salir al campo con la camiseta de manga corta de color blanco, y sus calzoncillos de tres cuartos del mismo color, y sus zapatos de los domingos negros.
El personal acostumbrado a que los porteros vistiesen de color oscuro, para el equipo contrario fue motivo de burla, mofa, pitorreo y comentarios de todo tipo. Durante el descanso al gracioso del socuellamino se le escucho decir.
Muchos cuartos tenéis y
los guardáis bajo el colchón.
Pedroñeroos, pedroñerooos y
No tenéis ni cuartos paraa
Comprarle un traje al porterooo.
Ocurrió que en el primer tiempo los del lugar perdían tres a cero, pero he aquí que Paquito el Sastre despertó de su letargo y en la segunda parte marco cuatro goles. Lo que hoy sería un Mesi de nuestro tiempo, y en el minuto cuarenta y cinco con el tiempo a punto de acabar le pitan un penalti Jesús Santano por una entrada que solo fue penalti para el juez de la contienda pues la falta estaba dos metros fuera del área de castigo, pero entonces no tenían linieres ni Var para la repeticiones. Total, llega la hora del lanzamiento y allí estaba Felipón, que en su vida se las había visto más gordas, ni más flacas. Los consejos le llegaban por todas partes de cómo ponerse bajo los palos. Solo pensó en abrir los brazos y las piernas y que fuese lo que Dios quisiese que fuere.
El lanzamiento fue a la parte derecha de la portería y con la suerte para él que le pegó en la palma de la mano y como si se tratase de una pared de frontón el balón fue repelido con la misma fuerza que llegó.
No faltó nadie en el campo que no acudiera para ayudar a mantear aquel cuerpo de casi dos metros, que parecía un ángel que subía y caía una y otra vez, sin que se pudiese hacer nada para que le dejaran de mantear.
Se corrió la voz por el lugar del hecho. Solo decir que Cele esa temporada ya no faltó a ningún partido y en el lugar se quedó el siguiente chascarrillo que decía más o menos así.
Las Pedroñeras tiene a un Ángel de portero,
como los ángeles viste de blanco y no de negro.
A los de socuellaminos un sastre les metió cuatro goles
y Felipón sin moverse les para los penaltis con un dedo.
Un tonto es conocido por su discurso, y un hombre sabio por su silencio.
(Pitagoras)
Ese Felipon es capaz de eso y mucho más.
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