Aleaga es la variante dialectal (si se quiere) que aquí se utiliza (y no abunda en la contorna) para denominarlas, haciendo caso omiso de otros términos que la Academia adoptó como normativos, como aliaga o aulaga. Como recordarán algunos (entre los que no me encuentro), servían para chuscarrar la piel del gorrino durante la mantanza, e incluso había quien las vendía por las calles en esos días preinvernales a la voz de "¡A las aleagaaaas!" Mantenían la llama a modo de rústico soplete y se usaban para tal menester. En otros sitios de nuestra Mancha se les llama aliagas, abulagas, ulagas, y con otros nombres más extraños.
Un gusto saludarlas cuando paseamos a su lado para darles de nuevo la bienvenida y agradecerles su compañía. Seguro que ya están pensando en la fabricación de ese nuevo vestido de gala que lucirán, idéntico, para la moda de la primavera próxima... y que se parecerá mucho al de esta.
Le ruego tome nota en el G.P.S de los rodales para que cuando llegue la matanza podamos churrascar el gorrino. Como manda las buenas formas del afeitado.
ResponderEliminarJajaja, de esto hay muchismo toavía por el campo, no te preocupes.
EliminarPrecioso trabajo y qué curioso me resulta y qué casualidad o lo que sea. Hace un momento acabo de volver a leer por encontrar sin buscar el trabajo titulado El tostador de garbanzos: http://angelcarrascosotos.blogspot.com/2016/05/el-habla-y-los-trabajos-de-pedroneras.html donde las alegadas tienen un protagonismo que merece conocerse. Gracias por traerlas aquí cinco años después de que publicaras en este blog aquellas experiencias.
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