Mañana de espesa niebla,
de escarcha en los reguerones,
de silencio por las calles,
de salir a los quiñones.
Hacha partiendo ceporros,
sobre una cepa gigante
y la gavilla sarmientos
pa echar lumbre y calentate.
Húmeda y espesa niebla,
el sol no puede con ella,
los hombres se van al campo,
los chiquetes a la escuela.
Los carros por los caminos,
tirando de ellos las mulas,
los labraores a su lau,
casi a tientas, medio a oscuras.
A pesar del gran nieblasco,
Emilio se ha adelantau
y a las diez de la mañana,
tiene ya bastante arau.
Y va con la vertedera
volviendo patas arriba
aquella tierra renegra
que le dará su comida.
Por su esfuerzo continuado,
echa la yunta de mulas,
blancos chorros de vapor,
por sus narices oscuras.
Las ves que van esgarrando,
queriendo romper el yugo,
hartas de trabajar tanto,
de tanto esfuerzo y tan duro.
Oirás decir al gañan
"¡Tente güóo!, ¡ven ac'aquíii!
¡ven acá pacáa, pelléeeja!,
¿ánde es ande quieres ir?"
Tendrás que parar y oler,
las cajonás de las mulas,
y silbarles pa que meen,
y pisar por sus lagunas.
Verás al llegar al cabo,
deshacer allí el embozo con la ijá
desembozar broza húmeda y grama,
que se había ido quedando
entre la reja y la cama enganchá.
También verás, bien seguro,
vapor salir de la tierra,
y pájaros revoloteando,
entre labrador y niebla.
Y oirás calzar el arau
golpear martillo en pescuño
fijar la reja al dental
p'hacer profundos los surcos.
Y pararán a comer
y les pondrá la pastura.
Él se pondrá su pelliza
y a cada mula su manta
al abrigo la pedriza
Les quitará los cabezales,
libres dejará de arreos
pa que se restrieguen fuerte
con la tierra, por el suelo.
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Por fin levanta la niebla,
mira bien desde la orilla
hasta el final la besana,
verás qué derechos salen
los surcos esa mañana.
Cuando al fin despeja el día,
verás cómo siembra el grano:
mete la mano al costal
agarra fuerte puñado,
lo que le abarca la mano
mientras da un paso cortico
la saca como volando
y lo extiende en abanico.
Trigo que caerá en la tierra
y viniendo bueno el tiempo,
podrás ver a segadores
en agosto recogiendo.
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Después de este día de niebla,
de silencio y día de campo
vuelven las mulas uncías
y el labrador a su lado.
©Fabián Castillo Molina
Sin palabras...
ResponderEliminarCasi dos años después, cuando pretendo compartir en el grupo "No eres del lugar si..., con algunas personas que hasta ahora no leyeron este trabajo, veo tu comentario tan breve como "Sin palabras..." pero me quedo un poco en dudas. ¿Lo apruebas o lo rechazas?
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