Palabras de humor y drama - Cómo habla nuestro pueblo | Las Pedroñeras

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domingo, 20 de marzo de 2016

Palabras de humor y drama - Cómo habla nuestro pueblo


por Fabián Castillo Molina 





Las escenas presenciadas esta semana por millones de espectadores en horarios de comida y cena no pueden dejar indiferente a nadie con un mínimo de humanidad. Cientos, miles de personas con lo puesto, huyen de la guerra y la destrucción. Niños, mujeres, hombres,  jóvenes y ancianos, de toda clase y condición, ateniéndose al derecho de asilo, creyendo ir hacia un lugar seguro, cruzan un río gélido con penalidades sin cuento, a pie, con niños en brazos y después, en la frontera, les dan con las alambradas en las narices; haciéndoles volver a desandar lo andado, hacia no se sabe dónde. ¿Qué pasa con los dirigentes de los países ricos de la Unión Europea y con sus votantes?


¿Qué ocurre también cuando un grupo numeroso de jóvenes de uno de esos países ricos (Holanda) se trasladan a España con todas las de la ley, con la excusa de seguir a su equipo de fútbol y mientras llega la hora del encuentro deportivo se divierten bebiendo, y no agua, humillando a la gente más pobre, a las mujeres mendigantes en la Plaza Mayor de Madrid, tirándoles monedas y riéndose miserablemente de ellas sin el menor pudor ni asomo de humanidad? ¿Dónde está la abundante policía que tiene la misión de velar por la ley, el orden y la justicia? ¿Dónde la sensibilidad y el valor de los otros ociosos que ven lo que no les gusta un pelo, pero callan?

Estos acontecimientos, entre otros muchos, se han mezclado con las palabras y expresiones propias de Pedroñeras, escogidas esta semana para recordar el habla de nuestro pueblo y les han hecho tomar un tinte quizás melodramático. Expresiones y ejemplos tomados durante la lectura de la letra M del diccionario de Ángel Carrasco Sotos en ciernes…,  bueno, ya maduro y próximo a entrar en fase de impresión. Algunas de estas palabras y expresiones son:Mugrerío”, ¡verás tú mayo!”, “¡Mia si te murieras!”, o “¡vaya mieja mieja!” entre otras. Esas palabras o ejemplos los he entrecomillado para respetar la procedencia. El trabajo es un experimento  que necesita del lector para completar la historia. Cada una y cada uno sacará sus propias conclusiones.


Palabras de humor y drama

Decía el padre: ¡Mia tú…, si es que nuncha trabajáu en su vida!, ¿cómo quieres que ahora trabaje? Si era ponese a comer y al momento un estendijal y al terminar un migueríooo..

Luego no digamos cómo era en el vestir. Podía presentase un domingo de visita  de tal manera que hasta la madre le espetaba: “¡Te paiquel mugrerío que me lleva en la chaqueta!, está eso embrolláu. Luego iba a hacer cualquier coseja, a na que tuviá que amagas´un poco, aunque fua pa coger dos tomates ´(y mira que le estaban güenos); pos no has dicho na. Venía ahí medio arriñonao. Él decía que maullau" del to. Yo no me explico qué le podía pasar a este hijo ya con aquellos años. Luego tenía una lechecejaaa, por menos de na le decía al que tuviera a lao ¡Si ves que tarreo así una mano güelta!, pero sin venir a cuento.

Es verdad que el pobre había sufrido mucho con los dichos y el trato que le daba su padre. De cuando en cuando le soltaba en público: ¿No le dará vergüenza, tos trabajando y él ahí manicruzao? Y él, a veces respondía:  ¡Pero si´esque tengo las gobanillas abiertas del to de tanto esgorollar ajooosss, muecagüen tooo!, que no hace usté na más que metese siempre conmigo, que un día me vi a ir ande no lleguen las cartas pa no golver más. A lo que el padre sin dudar contestaba: ¿Ah sí?, Modo mentira me paeceso que tantas veces has dicho pero luego na. ¡Mia si te murieras! Qué descanso ibas a dejar.

Otras veces por cualquier cosa, le salía con la amenaza ¡verás tú mayo!, y el muchacho sin saber a qué venía aquello se quejaba: ¿Pero qué hecho yo ahora pa decime eso a mí, Señor mío?

Cuando se ponía la cosa así ya era una pena. Daba lástima y vergüenza estar presente. Alguna vez que se levantaba con mejor humor le decía algo al padre de buenas. Entonces el hombre le salía por los cerros de Úbeda y claro, la criatura respondía humillado: ¡Miaquasí nunca venile na bien!

Otros días, el padre lo veía salir enhebrao bien temprano, sin decir ni buenos días ni hola y le decía: ¿qué marcha me llevas? y él ni le contestaba. Luego, a lo mejor venía de los melones con la  bicicleta y traía en las agüeras los dos más grandes que había visto, a ver si congraciaba algo y aunque estuvieran ya maduros, para comer, el comentario  favorito del padre: “¡vaya mieja mieja! él lo tomaba por lo peor y lo doblaba. ¿Qué le quedaba?, pues lo de siempre: ¡Miaquasí nunca , nunca, nunca venile na bien, Señor mío de mi vida!

Algún día a él le daba por ir a buscar al padre a casa de su abuelo y preguntaba “¿Ha venío mi padre?,  y se encontraba con la respuesta Ahora mismico sacaba dir daquí. Era una pena y una tristeza permanente, parecía que nada le salía bien. Daba lugar a pensar cual era el origen de comportamientos así y qué remedio podía tener aquello.

Libros de Fabián Castillo Molina

Al pueblo (poesía) y La Culpa (novela)



 

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