por Fabián Castillo Molina
Aquellas dos parejas se consideraban mutuamente amigas aunque polemizaran en numerosas cuestiones. Tenían mucho en común: las edades, las raíces pedroñeras, la clase social…, pero algo marcaba una diferencia insalvable: Una pareja vivía en el pueblo desde siempre y la otra en la capital. Así ocurría que sus apreciaciones variaban con facilidad sobre temas que les resultaban familiares. Se habían marcado el reto de hablar sobre cualquier tema o asunto sin cortapisas, adentrarse en las conversaciones sin pretender tener toda la razón, dejando margen al interlocutor, escuchando sus razones sobre cualquier asunto.
B: —Te digo siempre, A, que lo mejor es dejar atrás los dichos del pueblo y prestar atención a lo nuevo, estar al día. En vez de estar siempre recordando antiguallas, aprender términos recientes, significados de palabras que vienen de las nuevas tecnologías y las modas. Aprender inglés o chino, y por ejemplo si escuchabas ahora la palabra vintage saber de qué estaban hablando.
A: —Mira, B, no estoy de acuerdo contigo en dejar atrás nuestras palabras y formas de hablar antiguas, porque eso te parece que es permanecer anclado en el pasado, ser demasiado de pueblo. Dime qué hago yo estudiando chino. Entiendo que hay que saber distinguir entre hablar correctamente y hablar como se habla en el lugar, según con quién y en qué momento.
C: —Yo estoy de acuerdo contigo, B. Hay que tratar de ir hacia delante sin mirar tanto al espejo retrovisor, porque cuando conduces, o vas por la vida, lo importante es lo que te viene de frente, mucho más que lo que vas dejando atrás.
D: — No jodáis…, porque si importante es lo que viene de frente, no hay que perder de vista el retrovisor, ya sabemos…, te pueden dar por detrás cuando menos lo esperas. Y de rebote te la puedes cascar. Sabemos lo importante que es el presente y futuro, pero también que casi todo lo que sabemos y aprendemos nos viene del pasado.
A: —Claro, fíjate en esto que hace unos días vi en el wuasap, le he quitao la foto, léelo para los cuatro. A ver cómo lo vas a entender si no tienes conocimiento del habla del pueblo o de cómo se habla en La Mancha.
“Vendo estufa de exterior de calor ecológico, respetuosa con el medio ambiente, no emite gases, ni contamina, combustible natural, la vendo barata y con garantía, si en 10 minutos al máximo rendimiento no sudas como un pollo se devuelve el dinero. Muy poco uso (el justo) esta tarde la he estado comprobando y a los 5 minutos me sobraba todo…¡efectiva 100%!. Tiene antirrobo, la puedes dejar donde quieras que nadie te la quita, ¡¡¡animaros que es una ganga!!!”
Publicado por Juan Ajenjo Chocano
B: —Mira, A, eso también lo conozco yo, con la foto que venía encima del anuncio se entiende antes de empezar a leer. Esto que a ti te hace tanta gracia, a mí sin embargo me deja frío. Ni siquiera me hizo sonreír.
A: —¿Te das cuenta?, ves como desentenderse del habla de tu tierra te priva del disfrute de estas cosas.
D: —Estoy de acuerdo, debemos saber lo que es Windows y cómo funciona, o qué dicen en Facebook o en Twitter, pero ¿no crees que también debemos entender qué significa “aquello rebotaba como granizo en albarda” o “ayer le di al fuego con Blanco España y me quedó que ni pintao”?
A: —O si alguien refiere cómo se decía antes “ mañana voy a dale una mano a la paer y la vi a dejar como la nieve”.
B: — Mirad, yo no entenderé como vosotros esas expresiones ni sacaré de ellas toda la gracia que puedan tener, pero me quedo con la corrección y con la necesidad de avanzar. No me importa entender en toda su amplitud lo que decías antes tú, de “vaya gachapazo que se arreó”. Más o menos lo entiendo. Creo que tampoco es necesario coger todos los matices.
Estufa manchega. ¡Calienta que no veas!
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