Semblanza del jesuita Baltasar Álvarez y Manrique, fallecido en Belmonte: ¿quién fue? | Las Pedroñeras

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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Semblanza del jesuita Baltasar Álvarez y Manrique, fallecido en Belmonte: ¿quién fue?


Miguel Ángel Vellisco Bueno




Hijo de nobles labradores, nació en Cervera del río Alhama (Rioja) el día 26 de abril de 1533; murió el 25 de julio de 1580 en Belmonte (Cuenca).

Comenzó sus estudios en  su pueblo natal y más tarde en Alcalá de Henares, donde estudió gramática y Filosofía. En 1552 ingreso en la Cía. de Jesús, como novicio, en Simancas. Desde el año 1557-1558 estudio Teología en Ávila.

Una vez ordenado sacerdote, fue llamado para ejercer como confesor de SantaTeresa de Jesús, cargo que ejerció hasta el año 1562.

En 1566 fue destinado a Medina del Campo, como rector y maestro de novicios, en 1571 es nombrado procurador provincial en Roma, en 1573 ocupó el cargo de provincial de la orden en castilla, en 1573 fue rector en Salamanca, en 1576 fue rector y maestro de novicios en Villagarcía, en 1578  visitador de la provincia de Aragón, en 1579 provincial de la orden él le Perú.

Antiguo Colegio de la Cía. de Jesús de Belmonte

En 1580 provincial de Toledo, ese año murió estando de visita en el colegio de la Cia de Jesús de Belmonte:

Relato de su llegada  y muerte:

 “Allegóse a esto el grande calor que hacía, y los soles que había pasado por los caminos, por ser el mes de julio; y así, en llegando al Colegio de Belmonte, le dio una calentura, de la cual los médicos y los de casa hacían poco caso; más el santo Padre entendió que era llegada su hora, y luego se comenzó a prevenir para la muerte. Hizo una confesión general con su compañero el Padre Alonso de Montoya; comulgó con muy grande devoción; y, muy con tiempo, pidió y recibió la Extremaunción, con grandes muestras de la reverencia, amor y aprecio que tenía destos Santos Sacramentos y de los bienes que por ellos se le comunicaban, y de la merced que Dios le hacía en querer llevarle para sí. No quería admitir visitas, por estar desocupado para orar y tratar más con su Dios; y aun diciéndole su compañero que señalase alguno en su lugar, respondió: «No me hable, Padre, de negocios, que no es ahora tiempo deso.» Andaba por decirle el médico el peligro de su enfermedad, y cuán al fin estaba de su vida; y comenzó a hablarle por rodeos, temiendo de declarárselo; y como el santo Padre lo entendiese, díjole con grande señorío: «No tiene que temer el decirme que me muero, porque ni se me da nada de vivir, ni me pesa de morir.»
Otro Padre, viendo el contento que mostraba en salir de la cárcel del cuerpo, le preguntó si se holgaba de morir, y él respondió: «Si en algún tiempo, ¿por qué no ahora?» Con esto dio a entender la satisfacción interior que le daba su buena conciencia, y la grande confianza que tenía de su salvación., … Especialmente, habiendo tenido como ya se ha dicho, revelación de que era de los escogidos para el cielo.
Acudieron todos los del Colegio a su tránsito con muchas lágrimas, que derramaban tiernamente por sus ojos; y aunque todos deseaban que en aquella hora les dijese alguna cosa de edificación, el santo varón no quiso interrumpir su oración, ni la plática interior que con su Dios tenía trabada; en cuya presencia, con gran silencio y sosiego, dió fin a su peregrinación el día séptimo de su enfermedad, a las cinco de la tarde, a los veinte y cinco de julio, día de Santiago Apóstol, de quien era muy devoto, e1 año de mil quinientos ochenta, a los cuarenta y siete años de su edad y veinte y cinco de Compañía. Quedaron todos muy desconsolados, por verse privados de un tal dechado de virtud, y del provecho que esperaban había de hacer en aquella Provincia con su gobierno.
Sabida su muerte en aquel pueblo, acudió mucha gente por la fama de su santidad porque no había tenido ocasión ni lugar de tener dél otra noticia. Y como nuestro Señor quiso honrarle después de sus días, inspiró también al Cabildo de aquella iglesia Colegial que viniese, sin ser llamado, en forma capitular a enterrarle. Hiciéronle un solemne entierro con sus exequias; y fue colocado en una bóveda, donde se suelen enterrar los demás religiosos”.

Cabe destacar en la biografía de Baltasar Álvarez su actividad captadora de jóvenes para la Compañía de Jesús, su relación con Santa Teresa de Jesús, sus escritos y la proyección internacional de su espiritualidad.

La obra del P. Baltasar Álvarez trasciende los límites geográficos e institucionales eclesiásticos de España adquiriendo un renombre e influencias internacionales.

Publicaciones:

Relación que dio de su modo de oración al Padre General de la Compañía, Relación ampliada de su modo de oración al Padre General de la Compañía, Tratado de la oración de silencio, Sentimientos Espirituales, Ejercicios espirituales varios, Meditaciones sobre los Ejercicios de la Primera Semana, Instrucciones y pláticas, Algunos avisos espirituales, Cartas espirituales, Pláticas y Exposición de las Reglas Generales de la Compañía de Jesús
  
Bibliografía:

-Vida del Padre Baltasar Álvarez de Luis de la Puente.
-Diccionario Histórico de la Cía. de Jesús
-La Wed de las biografías, articulo de José  Manuel San Baldomero Ucar
-Enciclonet
-Wikipedia


Miguel Ángel Vellisco Bueno

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