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miércoles, 9 de diciembre de 2015

La conquista de Archidona por el belmonteño Pedro Girón Pacheco

ANTIGUO CASTILLO MUSULMAN DE ARCHIDONA

LA CONQUISTA DE ARCHIDONA

Miguel Ángel Vellisco Bueno



El artífice de la conquista de  villa de Archidona en la provincia de Málaga, el  15 de agosto de 1462, fue D. Pedro Girón Pacheco, Maestre de Calatrava, nacido en Belmonte en el año 1423,  hermano menor del marques de Villena D. Juan Pacheco.
En 1461 es  nombrado Capitán General de la Frontera de Andalucía, se decía que como militar ningún caballero de la época se le podía igualar.

En esta época se reanudaron las campañas para la conquista definitiva de Andalucía; pero el rey Enrique IV de Castilla, estando asediada la ciudad de Granada, abandonó la contienda, sin tener en cuenta los consejos de no hacerlo. Lo que provocó un gran descontento a D. Pedro Girón, produciéndose un enfrentamiento entre ellos. A pesar de este contratiempo y convencido de que se debía seguir con la guerra, él siguió con la campaña poniendo sitio a Archidona, una de las principales plazas fuertes en poder de los musulmanes, defendida por una triple muralla, que estaba al mando del temible alcaide Ibrahim; el cerco duro aproximadamente dos meses, hasta que por fin gracias a su habilidad como estratega y continua y empeñada batalla, logró vencer la resistencia de los defensores musulmanes.

D. Pedro Girón, poniéndose a la cabeza de sus hombres, subió el primero por una escala a la torre del homenaje, una vez dentro se desarrolló una gran batalla, que culminó con la derrota y rendición definitiva de sus defensores. Durante el asalto sufrió una herida en la cabeza, la toca ensangrentada que lo cubría en ese momento la envió  como regalo al papa Calisto III, el cual  le hizo merced de los diezmos de la nueva villa y su término,  posteriormente el rey de Castilla lo confirmo como Señor de Archidona como recompensa.



VISTA AÉREA, CASTILLO Y  TÉRMINO DE ARCHIDONA

D. Emilio Castelar en su obra  Suspiro del Moro, Leyendas tradicionales: Historias referente a la Conquista de Granada  parte I capitulo III ,describe así la conquista de Archidona:

“…fortaleza tal como Archidona. Tres sierras, que parecen como tres leguas de fuego…veíanse juntas, y por fuertes  muros ceñidas… Estos muros, cortados a cada paso por altos y formidables torreones parecidos a gigantescas estatuas, erigidas en las cumbres, entraban con sus dentadas almenas por las regiones superiores del aire y relucían como transparentes y lustrosos ámbares… Era tal fortaleza inexpugnable, porque a sus pies se habría un tajo, tan liso como una pared inmensa y tan profunda como un abismo insondable… al frente de la misma estaba el temido e invencible  alcaide Ibrahim.

Al mando de D. Pedro Girón  … Era de ver aquel ejército pasando por estos mismos sitios, al congregarlo en torno suyo el pendón glorioso de los altivos Girones. Aquí, los caballeros de Calatrava en la vanguardia con todas sus armas y armaduras cargados; allí, los advenedizos de diversas gentes y naciones, a nuestras puertas llegados en demanda de alistarse y combatir dentro de las cruzadas españolas…; allá, el celebrado conde de Cabra, con las huestes levantadas en los surcos de sus propios terruños y los antiguos siervos convertidos en libres y peleadores soldados; acullá los comendadores de Santiago con su caballería, los fronteros de Écija montados en briosísimos potros, los alcaides de Osuna, de Morón, de Arjona, y cerrándolo todo a retaguardia, el Comendador D. Fadrique…No bien había columbrado el alcaide moro desde los altos y erguidos torreones el penacho rojo que al viento volaba, el centelleo vario de la luz en los damasquinados petos, descendió del monte al llano con todo el ímpetu de sus feroces instintos y todo el arrojo de su valor. Conocedores los nuestros del número de sus enemigos y del terreno donde iban a pelear, burlaron la furia mora que retrocedió, espantada por la vista de tantas fuerzas, al seguro de sus castillos y torres. Situáronse unos cristianos en la parte meridional de la campiña para cortar las aguas de los claros manantiales e impedir que se surtiesen de ellas y situáronse otra parte en los riscos cercanos a los alcázares para evitar que por las montañas y bosques de Cantaril  pudiesen saltearles inesperada sorpresa…. Reinase los sitiados ya de los sitiadores; mientras el mayor número de estos murmuraba de sus jefes. No hubo remedio. La necesidad impuso el combate. Mucho costó llevar por aquellas enriscadas los instrumentos de más activo asedio; pero ningún obstáculo desconcertaba el valor  de los nuestros, empeñado en tal atrevida empresa. La sierra del Conjuro dominaba un poco, pero al fin y al cabo dominaba un tanto a la sierra del sol, y allí pusieron los nuestros sus piezas de batir que disparaban audaces, acompañando los disparos con gritos y clamores a la virgen. Cuando los sitiados oían estas invocaciones a la madre del Verbo, burlábanse de los nuestros y les decían que no estaba mal invocar en aquellos trances auxilios de mujer, porque la femenil intervención podría trocar las lanzas en husos y las espadas en ruecas, a cuyas gracias respondían los cristianos lanzando, estopas encendidas, alquitrán ardiente, bombas innumerables, y otros devastadores proyectiles: << ahí van, y de prisa, nuestros copos hilados.>> Bien puede asegurarse que aquellos moros se asemejaban a las incombustibles salamandras puesto que vivían sin recelos en medio de las llamas. El incendio consumió con tal y tanta voracidad la población, que sus hogares quedaron reducidos a montes de rescoldo y a cordilleras de cenizas. Ya les aquejaba mucho la sed producida naturalmente por el infierno, y para templarla, salían a tiro de ballesta con zeques y odres bien apercibidos y a riesgo y ventura de correr tremendas zalagardas. No había otro remedio sino intentar el asalto y lo intentaron los nuestros. Diríase que tenían alas según montaban por los muros. Jamás cayeron los lobos en rebaño, los leones en caravana, los milanos en palomar, como los nuestros en Archidona. Girón (D. Pedro Girón Pacheco) dio ejemplo acercando al frente de la más atrevida columna su escala propia con la derecha mano al muro entre nubes de piedras y lluvias de flechas que llovían la muerte. Un peñasco desprendido… tocó en la frente de Girón y lo dejó sin sentido. Pero aquel desmayo de su general no hizo más que alentar a sus soldados, los cuales, subiendo sobre los mismos cadáveres hacinados, entraron en las fortalezas, arremetiendo ciegos con sus defensores, y los pasaron todos a cuchillo. …Poco después, aquella fortaleza de Archidona fabricada en sitio a que ni las águilas pueden llegar fácilmente, cae so los freires calatraveños, presididos por su maestre el de Girón (D. Pedro Girón Pacheco), tan fuerte en el ataque, tan audaz en el cerco, tan furioso en la acometida, que lo han creído hasta sus mismos enemigos, vista la imposibilidad de subir por los repechos erizados de muros donde ha plantado sus pendones, un siniestro ángel exterminador bajado del cielo como bajarán los encargados de preceder al último juicio, y depositario de la ira de Dios, con la cual ha consumido lugares que parecían inaccesibles a la cólera devastadora del hombre…”

Allí, fundo en la antigua mezquita, el templo que dedicó a la virgen de nuestra Señora de Gracia, patrona de su pueblo natal, Belmonte, y a partir de entones también patrona de Archidona.


ERMITA DE NTRA. SEÑORA DE GRACIA DE ARCHIDONA

Con la conquista de esta población, se convirtió en el  dueño de Andalucía, lo que le ocasionó grandes enemigos en la corte del rey de castilla, entre los que se encontraba otro Belmonteño: el Condestable Miguel Lucas de Iranzo, con el que tuvo varios enfrentamientos.

 Bibliografia:

-Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española de D.Francisco Fernández de Bethencourt.
- Suspiro del Moro, Leyendas Tradicionales: Historias referente a la conquista de Granada  parte I capítulo III  de Emilio Castelar.
- Crónica de la vieja Mezquita de Archidona de Manuel Mateo Pérez.
- Girón o Téllez Girón, Pedro publicado en la Wed de la Biografías de Oscar Perea
Rodríguez.


Miguel Ángel Vellisco Bueno

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