Moviéndonos, como quien dice, en un palmo de tierra, tras visitar la cantera de Josa y las casillas del Garrotero y de Cubero (de lo que dimos cuenta en entradas anteriores; pinchad en los enlaces), no tuvimos pereza en cruzar el camino de la casa el Sol y acercarnos a La Marañosa, y hacer ahí, también, alguna foteja para el recuerdo. El pozo permanece en el interior de la caseta superior, cerrada con su candado para evitar que nadie tire nada a su interior (como ha ocurrido recurrentemente en el pasado), de modo que no pudimos ver su brocal de piedra. Ahí seguirá y ya dimos cuenta de él en el libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica comentada.
No nos importa recordaros que este pozo es histórico para nuestro pueblo. Uno de los más antiguos sin duda, y hablo (con documentos en la mano) de una antigüedad de más de 700 años. El pozo, llamado en el siglo XIII pozuelo del Romeral y ya en el XIV también como de la Marañosa, sirvió como mojón de separación de tres pueblos distintos: Las Pedroñeras, Robredillo de Záncara y Martín Ovieco (San Blas, para que me entendáis todos). Por lo tanto, hay que mantenerlo, aunque lleve años más seco que un escarzo, que bien se recuerda hasta hace unas décadas la bondad de sus aguas, suaves y ricas al paladar, que incluso de otros pueblos venían aquí a coger agua... hasta que los nuevos tiempos acabaron por desecarlo para siempre. ¡Qué pena!
En fin, en tiempos que todavía recordamos se levantaron esas dos casetas de tejado maltrecho hoy en día. Una para el pozo, como he dicho, y la otra, la de abajo, para el grifo con el que uno podía llenar sus garrafas de agua y llevarse ese tesorillo o trofeíllo a casa, como si fuera vino de la cooperativa. Y es que resulta que el pozo lo encañaron hasta aquí para este menester. Como ocurre con todo lo que está en mitad del campo, que es de todos y, por lo tanto, de nadie, pues no hay piedad, y lo que no roban algunos malnacidos otros de igual ralea lo destrozan, solo por ese gozo, que no sé de dónde nace, de causar daño. Eso sí, para eso están los niños, para tener a quien echarles la culpa.
En fin, amigos, paisanos o no, tengo que recalcar que vale la pena (una vez que uno está por estos andurriales) acercarse a hacer una visita a este rodalete histórico aunque solo sea para recordarlo, y, si alguno se anima, hasta puede rezar alguna oración como quien la reza en un lugar sagrado. A los pies de la caseta de abajo, por cierto, tenéis la cañá Honda que en tramos da cuenta de su nombre. Cañada de nombre antiquísimo, todo sea dicho, que ya se menciona en la Edad Media: "Cannada Ffonda" en 1264.
Como en ocasiones anteriores, os dejamos unas pocas fotografías del momento de ese viajecito que mi hijo Ángel y yo hicimos por estos lares.
Recuerdo ir con mi madre, y después con mis hijas, a por agua a La Marañosa.
ResponderEliminarUn pozo de Pedroñeras pero del cual nos surtimos de excelente agua los pueblos de la comarca.
Soy de El Pedernoso, y son vivencias imborrables.
Un abrazo al autor del artículo.
Gracias a ti por dejar un comentario tan entrañable y de primera mano. Un saludo.
EliminarSoy de Pedroñeras pero nunca lo vi yo vivía en el cuartel antiguo
EliminarYo también iba allí a por agua con mi madre y soy del pedernoso ,un agua buenisima
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