El otro día llegué del trabajo y al abrir la puerta de la cocina me encontré con dos platos de rolletes hasta los topes que decían a gritos "¡Cómeme, cómeme!" Tenían un aspecto delicioso: grandes, hermosos, calenticos y un poco tiernos por dentro (que es como a mí me gustan). Entonces le pregunté a Pili, mi santa, si recordaba que hubiéramos puesto por el blog la receta de los rolletes de sartén, que es una receta de mi madre. Como confirmamos que no estaba, pues nos pusimos manos a la obra para que todo pedroñero o persona forastera que quisiera acercarse por aquí pudiera hacerlos en casa. Todo lo bueno hay que compartirlo, hermanos, con altruismo y desinterés. O, mejor, con el interés que uno debería tener siempre por el bien de los demás. Así que allá va la receta de estos exquisitos rolletes pedroñeros. ¿Gustáis? Son una delicia, ya os aviso.
Os dejo los ingredientes para la cantidad que veis en las imágenes y, a continuación, el modo de elaborarlos, que es sencillo. Quien no los cate es porque no quiere.
Ingredientes:
- Una taza de huevos (cuatro huevos grandes): unos 200 mililitros
- Una taza de aceite de oliva virgen para la mezcla
- Una taza de azúcar
- La raspadura de dos limones grandes
- Una taza de zumo de naranja
- Por cada huevo, una gaseosa de sobre (los dos sobres: el blanco y el verde) marca El Tigre
- Un kilo de harina aproximadamente
- Más azúcar para rociarlos al sacarlos
- Aceite de oliva para freírlos
Cómo hacerlos
Primero se mezclan todos los ingredientes líquidos en un recipiente más el azúcar. En esa mezcla se vierte la harina poco a poco y se va mezclando convenientemente con una varilla, con la mano o una cuchara para evitar que se hagan grumos. Una vez se han mezclando tres cuartas partes de la harina, se añaden la raspadura de limón y las gaseosas, y se continúa mezclando todo a la vez que se le sigue añadiendo harina poco a poco hasta su término, que coincidirá con el momento en que la masa se desprenda de las paredes del recipiente y no se queda pegada a ellas.
Cuando la masa ya está preparada, se unta la mesa con aceite, así como las manos de uno para que la masa no se adhiera. Se van cogiendo entonces porciones de masa con el tamaño deseado y se les van dando la forma de rosquilla o rollete. Los rolletes, aún crudos, se dejan preparados sobre la superficie de la mesa enaceitada.
En la sartén, previamente, se ha puesto aceite a calentar: unos tres dedos más o menos, donde los rolletes que vayamos echando sobre él floten y se les pueda dar bien la vuelta con un tenedor mismamente. Al ir a verterlos en la sartén, bajamos un poco el fuego. Ponemos unos cuantos rolletes (sin que queden unidos) sobre el aceite hasta que se vayan dorando poco a poco, sin prisa, de modo que, en cuanto veamos que ya están hechos por un lado, les damos la vuelta para que terminen de hacerse por el otro.
A medida que se van haciendo, los vamos sacando y, una vez bien escurridos, los vamos poniendo sobre la superficie de una fuente o un plato, no sin antes rebozarlos generosamente en azúcar. Hay que cuidar de que no se pasen de fritura y salgan demasiado tostados. Y nada, los dejamos reposar un ratejo y ¡p'adentro! No olvidéis probarlos recién hechos.
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