Aprovechamos el otro día nuestra visita a la cantera de Josa para visitar, puesto que a mano nos quedaba, las casillas del Garrotero y Cubero. De ambas hablamos ya en el libro Mapa de Las Pedroñeras. Toponimia histórica comentada. Pero nos hemos propuesto, pasada ya casi una década de su publicación (y la hará, sin duda, o más en la mayoría de los casos, de las fotos que aparecen en él), recorrer de nuevo nuestro término municipal para ver cómo anda todo aquello de lo que se habló, para dar cuenta de su estado, si es que está, y de las impresiones que nos causen estas nuevas visitas.
Foto aérea donde pueden verse las casillas desde el cielo: la del Garrotero arriba a la derecha; la de Cubero abajo a la izquierda. En medio, la cantera de Josa.
La casilla del Garrotero se llama así por haber pertenecido a Félix Redondo Higueras, quien llevó hace años la posada conocida por este mismo apodo, como también así se le llamó a su huerta en el paraje del Valcuervo. Ya observamos, nada más verla, que del tejado que mantenía (ved, si no, las fotos del libro) ha quedado desposeída pues se ha venido abajo, de modo que de ella ya solo quedan (como suele decirse por aquí) los paerazos. Tampoco su interior está en mucho mejor estado, pues tanto de los pesebres, como de la chimenea o de la tarima que existía a su lado, solo queda el recuerdo de sus ruinas. Suponemos que no se vendrá abajo enseguida porque es de las pocas en nuestro término levantada con piedra. Muy próxima la tenían y de ella echaron mano. Seguro que cuando la estaban haciendo, como para siempre, no pensaron nunca que se vería en este estado. Dejaron de usarse estas casillas, se abandonaron y el tiempo (y la gravedad) hicieron el resto.
Algo similar ha ocurrido con la de Cubero, que a duras penas mantiene en pie los tapiales que conforman, ahora, su esqueleto. De este, es más, ni se atisban sus pesebre, su chimenea... nada. Es puro armazón, pura cáscara. Y, por supuesto, sin tejado. Nada. Un vestigio, una ruina. Pero nos gusta ver esos paerazos aún en pie, ocupando su lugar. Perteneció a Pedro Cubero Ruiz (panadero él) y, como la anterior, es del siglo XX, y, posiblemente, de después de la Guerra. Apenas ha cambiado su fisonomía con respecto a las fotografías que tomamos hace diez años como poco.
Al hilo de esto, y como es habitual, os ponemos una selección de imágenes tomadas in situ de estas viejas edificaciones. Espero que os gusten y os motiven o conciencien en la conservación de nuestro patrimonio.
Uno que pasaba por allí junto a la casilla del Garrotero.
Los pesebres se entrevén a duras penas.
Lo que queda de la chimenea y de la tarima. Todo anda en el suelo: el tejado, con sus tejas y vigas, en un enmarañado desorden.
Puro esqueleto. Pura ruina. Como salida de un bombardeo.
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Si uno se acerca desde la anterior hasta la de Cubero (al fondo) se dará de morros con este dique "antivenías". Forma también parte singular del paisaje.
Otra de las ventanas.
La puerta de salida al exterior. Fuera se observan la paredes derruidas del corral que la casa tenía; aún se conserva.
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