por Ignacio de la Rosa Ferrer
San Clemente se había visto muy favorecida por la Corona durante la guerra del Marquesado, que cerró los ojos ante las apetencias territoriales sanclementinas. Dichas pretensiones iban contra los privilegios que don Juan Manuel había otorgado a El Provencio con motivo de su fundación como puebla. Aunque los conflictos por términos se retrotraían a los conflictos de delimitación de términos entre la villa de Alarcón y la ciudad de Alcaraz.
Los documentos antiguos daban la razón a El Provencio, pero allá por 1540, la actividad roturadora había allanado las tierras, siendo difícil diferenciar los pequeños cerros que habrían de servir de referencias. Tal pasaba con la cabezuela o atalayuela de Majara Hollín, que nadie sabía o quería situar en el terreno. Especialmente San Clemente, que deseaba llevar sus mojones, tal como denunciaban los provencianos, hasta el término de Santiago de la Torre o, al menos, internarse cien pasos desde el punto llamado el Pozo de las Saleguillas, junto al río Rus, haciéndose reconocer la propiedad de la dehesa Majora Hollín, y que, a ojos de El Provencio, era suya, negando tal pretensión, por la ejecutoria conseguida en 1540, ratificando sentencia anterior de 1537.
La sentencia de cinco de agosto de 1537 pretendía fijar definitivamente los mojones entre San Clemente y El Provencio, y aunque ratificada, después de probanza pedida por San Clemente en 1538, por otra sentencia de 16 de septiembre de 1539, no consiguió su cometido
començando desde el mojón que dizen de la Losilla del caldero hasta dar al çerro e mojón que dizen de las Saleguillas que es junto con el camino que va de Sant Clemeynte al Provençio a la mano izquierda que es el postrero mojón de los dichos términos por do el juez e su aconpañado los limitaron e amojonaron ... començando del mojón que se dize en nonbra de las Cucleras que está çerca del camino que va de Villarrobledo a Sant Clemente e de allí derecho a dar al dicho çerro mojón que dizen de las Saleguillas por manera que de la dehesa que se dize de Majara Hollín hasia la dicha parte del Provençio con más çient pasos
La disputa se enconaba porque ambas partes disentían donde se encontraba la antigua cabezuela de Majara Hollín, ahora confundida con un nuevo cerro, que, para los provencianos, se situaba junto al Pozo de la Señora y para los, sanclementinos en el cerro de Santa Catalina, y que fijaba una línea hasta la cabezuela de Peña Parda, que dejaba como propia la dehesa de Majara Hollín. El contencioso se complicaba sobremanera por la supuesta parcialidad, a decir de los sanclementinos, del alguacil del Marquesado de Villena Martín Segura a la hora de poner los mojones. El treinta de abril de 1540, la Chancillería de Granada revocaba las actuaciones de Martín Segura e imponía nuevo amojonamiento entre el cerro de las Atalayuelas y el pozo de Saleguillas.
Hasta los campos de viñas entre El Provencio y San Clemente se tuvo que desplazar un oidor de la Chancillería de Granada para fijar, a vista de sus ojos, los mojones. La sentencia de primero de abril de 1541 fijaba definitivamente los mojones entre ambas villas
que el mojón de las Saleguillas que por las dichas sus sentençias mandaron que fuese límite de los términos de entre las dichas partes es y se entiende en un pozo que al presente está en el camino que sale e va de la villa de Sant Clemeynte a la dicha villa del Provençio que está a la mano izquierda como van del dicho camino a un altillo a manera de çerro e por más adelante del dicho pozo e Saleguillas va un arroyo de agua que sale de Majara Hollín en el qual arroyo pareçe que están agora çiertas casas de molinos y pasa por entre medias de las viñas de las dichas villas del Provençio
e otrosi declaran que el mojón de la Atalayuela de Majar Hollín que asimismo se puso por limitación de los dichos términos es y se entiende en un cerro que está cerca del camino que va del Provençio a la villa del Alberca çerca de un pozo que dizen el pozo de la Señora donde agora está fecho un mojón de tierra y atocha
e otrosi que mandavan e mandaron que se ponga otro mojón a çient pasos del cabo de la dehesa de Majar Hollín por la parte que la dicha dehesa estoviere más apartada de la dicha villa del Provençio e más çercana a la dicha villa de Sant Clemeynte por manera que desde el mojón que mandaron poner junto al camino que va de Villarrobledo a Sant Clemeynte se pongan entre mojones que vayan a dar derechamente al dicho mojón de las Saleguillas y desde allí vaya derechamente la mojonera a dar al dicho mojón que mandan poner e se pusiera çient pasos de la dicha dehesa de Majar Hollín y que desde allí vaya la mojonera todavía derechamente a dar al dicho mojón de Atalayuela
La colocación del mojón de la Atalayuela, cerca del Pozo de la Señora, fue visto como una afrenta por la villa de San Clemente, que denunciaba que los provencianos se habían introducido tres cuartos de legua en su término. Unos tres mil pasos. Pero los provencianos tampoco estaban conformes con la colocación del mojón de las Saleguillas pues dejaba varias viñas cultivadas por los provencianos en los términos de la villa de San Clemente ni tampoco los sanclementinos que querían llevarlo a las puertas de El Provencio. A pesar de las quejas, la Chancillería de Granada confirmó el 31 de mayo en grado de revista la sentencia de primero de abril y definitivamente el siete de julio de 1542. El valor de estas dos últimas sentencias era significativo, pues el veinte de mayo de 1542, los sanclementinos armados a pie y a caballo derribaron los mojones del Atalayuela, junto al pozo de la Señora, de la dehesa de Majara Hollín y del cerro de las Saleguillas, que poco antes, el veinte de mayo, y con piedras había hecho levantar el alcalde mayor de El Provencio, Pedro de Almenara.
Los términos defendidos por San Clemente y su adversaria villa de El Provencio giraban en torno a la ubicación de estos tres mojones derribados. El mojón de la Atalayuela de Majara Hollín, para la villa de El Provencio, se debía situar en un cerro junto al pozo de la Señora, en el camino que iba de El Provencio a La Alberca. Los provencianos defendían los términos de su villa, pero ante todo sus tierras de labor que veían amenazadas. Es simbólica la acción del labrador provenciano Mateo López de Villaescusa que hacia 1485 ante su hijo y otros mancebos provencianos pisó el mojón de tierra y atocha, mientras pronunciaba estas palabras:
"este es el mojón que dizen de la Atalayuela de Majara Hollín" e los dichos Esteban Sánchez e Pero López le dixeron "por qué dezís eso agora" dixo el dicho Mateo López "dígolo porque lo oygan estos muchachos que están aquí para que lo sepan para que sy algún día fuere menester"
El mojón, situado en el cerro bermejo a un tiro de ballesta del pozo (unos doscientos pasos a mano derecha yendo de El Provencio a La Alberca), debía llevar tiempo, tal como atestiguaban los pastores que pasaban por allí; más numerosos en ese final de siglo que los labradores. El valor del testimonio de los pastores tiene mayor peso, si pensamos que al cuidado de su ganado hollaban un suelo considerado pasto común, donde poco importaban las rayas. Los pastores servían a provencianos o sanclementinos, importándoles únicamente recibir su soldada. Conocemos algunos de los nombres de los ganaderos principales a finales del siglo XV: Sancho López, Esteban Sánchez o los Carrascos, en El Provencio, Martín López del Provencio, Martín Ruiz (de Villamediana) o Juan López de Perona, en la villa de San Clemente. El mojón era un símbolo de jurisdicción para los provencianos, pues los vecinos de esta villa con sus carretas iban al monte de La Alberca a robar leña, sintiéndose solamente seguros de la justicia vecina, una vez llegados a ese mojón. El cerro de la Atalayuela, cerrico pequeño para algunos, cerro alto, para otros, desde donde se ve y atalaya los llanos de toda la comarca.
Para los sanclementinos, el supuesto mojón de la Atalayuela no era sino testigo de la separación de términos entre La Alberca y San Clemente y llevaban el que consideraban verdadero mojón a las inmediaciones del río Záncara. Por eso, vieron con especial inquina como los provencianos, que acompañaban al alcalde mayor del Marquesado Martín Segura, en la fijación de términos, levantaban un mojón de un estado de alto, es decir de la altura de un hombre, y de piedra. La ceremonia de colocación del mojón fue humillante para los sanclementinos. Martín Segura en una mano llevaba la vara de justicia, mientras en la otra llevaba un azadón. Acalló las protestas de los sanclementinos con amenazas de multas de cincuenta mil maravedíes y llevarlos a las mazmorras de la fortaleza de Santiago de la Torre.
Los sanclementinos consideraban que la verdadera Atalayuela de Majara Hollín era el llamado cerro Mojón entre las dehesas de El Provencio y Santiago el Quebrado, en la llamada Puerta del Collado, aunque para los provencianos era simple mojoncillo del donadío de Santiago de la Torre.
que no sabe este que depone el çerro mojón sino el Atalayuela de Majala Hollín porque desde allí se atalaya e vee la dicha dehesa e desde allí los pastores puestos que guardaban ganados podían ver e veían que sus ganados no entrasen en la dicha dehesa
A los provencianos no les faltaba razón para llamar a tal mojón como mojoncillo, pues si se partía desde el mojón de Peña Parda hacia la Puerta del Collado, el resultado es que la línea trazada derechamente atravesaba el término de Santiago de la Torre. El mojón de Peña Parda era línea divisoria entre Las Pedroñeras, El Provencio, Santiago de la Torre y San Clemente. Por tanto, una referencia nodal en la comarca. Trazar líneas desde él, suponía enajenar en favor de San Clemente gran parte del término de El Provencio hasta el mojón que separaba a San Clemente y El Provencio, camino de Villarrobledo a San Clemente, pasando por la ermita de Santa Catalina (la que luego sería ermita del Cristo) y el pozo de las Salegas, en el camino de El Provencio a San Clemente. Dicho en otras palabras, San Clemente quería llevar sus mojones a las lindes de Santiago de la Torre y a las mismas puertas de la villa de El Provencio, actuando el río Záncara como frontera natural.
Tampoco era aceptado ni por unos ni por otros el mojón del cerro de las Saleguillas, que estaba situado a la izquierda del camino de El Provencio a San Clemente, junto al río Rus. Aparte la discusión hacia donde iba la línea fronteriza; si iba hacia la Puerta Collado o hacia el cerro próximo al pozo de la Señora. En frente del cerro, a mano derecha del camino, estaba el pozo de las Saleguillas. Dicho pozo había sido hecho, según los sanclementinos, por vecinos que querían salir del término de El Provencio, levantando en ese lugar unas casas, que, abandonadas por unos moradores establecidos en San Clemente, fueron aprovechadas por los pastores como salegas para dar sal a sus ganados. Esas casas derruidas, de las que solo quedaban piedras hacia 1540, eran término fuera de El Provencio, según los sanclementinos que alegaban la existencia de otro pozo del mismo nombre más cercano a la villa de El Provencio, cosa poco creíble, y que se debía tomar como punto para el establecimiento de un mojón. El pozo, por esas fechas, ya estaba ciego, pues había perdido su uso, ya que los viñedos se habían adueñado del paisaje. Los pastores habían desaparecido de esos lares. Sesenta años antes un pastor del provenciano Esteban Sánchez de don Romero recordaba dar sal a los ganados en un pozo como hoyo grande. Al igual que Francisco Mateo, el abuelo de un morador de Santiago de la Torre, que había conocido el pozo con agua y las piedras o salegas que procuraban la sal a los ganados.
Torticeramente, San Clemente quería ver las Saleguillas antiguas en la hoya del Pozo Bermejo, junto a un majuelo de Alonso Carrasco, donde había un pequeño alto y un pozo ya seco junto a un haza del ya mencionado Esteban Sánchez de don Romero. Mientras defendía la pertenencia como propio del pozo de las Saleguillas; se amparaba en el hecho real ya mencionado y que debió ocurrir en torno a comienzos del quinientos, cuando varios vecinos huyeron de la villa de El Provencio y se presentaron en la villa de San Clemente, en cuya plaza la justicia de este pueblo les dio licencia para levantar casa e iglesias en el mencionado pozo. Por entonces, y como se ha dicho, San Clemente estaba en una posición de fuerza con Alonso de Calatayud y medio centenar de provencianos recientemente condenados por la Chancillería de Ciudad Real. Los sanclementinos imponían su ley, embargando los ganados de los provencianos en Majara Hollín, tal como le ocurrió a un tal Castillo, que vio prendadas dos manadas de cabras. Tales embargos de ganados eran comunes en la parte sur en torno al pozo del Arenal, donde los villarrobletanos pagaban herbaje a la justicia de San Clemente al igual que en la citada dehesa de Majara Hollín, que por otra parte era usada como dehesa boyal de los vecinos de San Clemente y los de La Alberca, por considerarse parte del suelo de Alarcón.
En los amojonamientos el Pozo de las Saleguillas era conocido como el Pozo del Arenal, aunque los sanclementinos preferían olvidar el nombre, al igual que el de la Atalayuela, sencillamente porque recordaba hasta donde llegaba la parte de porción arrebatada a la ciudad de Alcaraz, y que ahora el Provencio pretendía hacer suyo. Pero la tradición y memoria del Pozo del Arenal se mantenían vivas. Valga como ejemplo que cuando un alcalde mayor del marquesado de Villena prohibió el juego de naipes en San Clemente, los jugadores con una espuerta de tierra levantaron un pequeño montículo para recordar al alcalde mayor donde acababa su jurisdicción con estas palabras
no les podían prendar ni penar porque no estavan en tierra de su término e jurisdición porque la tierra sobre que estavan jugando la avían traydo de la otra parte del Pozo del Arenal que hera término e jurisdiçión de la villa del Provençio
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