por Ignacio de la Rosa Ferrer
Podrá aver treynta años y más tienpo que algunos vezinos de la dicha villa del Provençio vinyeron a la dicha villa de San Clemeynte a pedir liçençia a la dicha villa para fazer un lugar que fuese aldea de la dicha villa de San Clemeynte çerca de las viñas de la dicha villa del Provençio e que la dicha villa de San Clemeynte les señaló en aquella parte el lugar y sytio por donde pudiesen fazer y edeficar el dicho lugar e que los vezinos de la dicha villa del Provençio enpeçaron a traer piedra e a fazer un pozo como en término de la dicha villa de San Clemeynte viéndolo y sabiéndolo don Alonso de Calatayud y los vezinos e justiçia della.
(Declaración de Pedro Iniesta, escribano de Iniesta y natural de San Clemente, ante el receptor de la Chancillería de Granada Diego Vázquez en 1538)[1]
Hoy nos puede parecer irreal, pero tras la guerra del Marquesado y pasados unos años, en los que las villas se recuperaron de los destrozos de la contienda, la villa de San Clemente aspiró a crearse un espacio propio. No era más que una villa allá por 1500 de unos doscientos vecinos y mil almas, presa de las rencillas internas e incapaz de someter en la práctica a sus vasallos vararreyenses. Pero su aspiración de llevar sus términos desde el río Júcar al río Záncara y hacer del pequeño río Rus el eje de vertebración de un espacio agrario, que se extendiera de las heredades de pan llevar de Villar de Cantos a las viñas próximas a El Provencio era más fuerte que nunca. Contaba con el apoyo de la Corona y de los gobernadores del Marquesado de Villena, especialmente desinteresada contra el soberbio don Alonso de Calatayud, pero asimismo contaba con el impulso de sus labradores y hombres de otras partes, llegados a la villa, y dispuestos a conquistar con sus azadas y arados los campos llecos. Los sanclementinos labraban las tierras de pan llevar de Majara Hollín, antigua dehesa boyal de uso común por todos los vecinos y moradores de la Tierra de Alarcón, y plantaban viñas en competencia con los provencianos en torno a las márgenes del río Rus, antes de desembocar en el río Záncara. Es en este espacio donde las propiedades de provencianos y sanclementinos se mezclaban unas con otras, en difícil convivencia, cuando no odio mutuo de unos vecinos hacia otros que veían como sus viñas llegaban y traspasaban los límites de los pueblos.
El contencioso por términos entre San Clemente y El Provencio se remontaba al año 1498. Por entonces, el concejo provenciano había dado poder a Pedro Bonillo para defender los intereses de la villa. Los provencianos alegaban que sus términos ya habían sido fijados en el momento que la Tierra de Alcaraz había dividido sus campos con la Tierra de Alarcón allá en los años del reinado de Alfonso X, tal como recogía el fuero de Alcaraz; obviando la sentencia entre Alcaraz y Alarcón de 1318,
primeramente por las lauores del Quebrado e de ay en derecho al mojón del Atalayuela de Majara Hollín e de ay al Poso del Arenal e al Pozo Seco que es en el Villar de Guillamón e de ay adelante por el camino que va de Sant Clemeynte a Minaya e el postrero mojón fasta dar en el mojón de el Espartosilla donde se parten los términos entre el Provençio Sant Clemeynte e Chinchilla
Esta lectura coincidía con la letra del traslado, sacado a petición del procurador de El Provencio del original del fuero de Alcaraz, en su versión romanceada, que había mandado redactar el rey Alfonso X, en un momento que sus términos estaban siendo muy contestados por las Órdenes militares, Alarcón y Chinchilla,
e dende adelante al rryo Zámcara emçima de las lauores del Quebrado término de Alcaraz e dende adelante a la talayuela de Mahara Hollín et casi derecho como va al pozo de Llarenal e el pozo Mojón et dende adelante al Pozo Seco en el villar de Guillamón e dende adelante va por el camino derecho al Pozo Minaya mojón et dende adelante anda en derredor todo el llano e va a la cabeça de Espartosa que dizen la Coscoja e dende adelante a la Espartosilla Fondonera e desde el mojón adelante parte término de Alcaraz con Chinchilla
Pero esos mismos términos ya habían sido cercenados en favor de Alarcón por la sentencia de Sancho Jiménez de Nanclares, hombre de confianza de don Juan Manuel, en 1318. La sentencia fue dictada en San Clemente. El original hoy se nos conserva en el Archivo Diocesano de Cuenca, y una copia en el de San Clemente. Los vecinos todavía recordaban en 1538, los mojones que separaban ambos términos, tal como rezaba Garci López de Montejano, vecino de setenta y dos años de La Alberca:
el dicho mojón de la cabeça de la Espartosylla que está çerca del camino que va de San Clemente a Balazote e del mojón que está en la orilla del Monte Moreno derechamente más adelante del mojón de la carrasca del Milano e más adelante del mojón de la Rretamosa e más adelante del mojón de las Huesas que está en el camyno que va de San Clemente a Munera e dende adelante del mojón de la Losylla de Calderonzillo e dende adelante del mojón de las Cucleras e dende adelante del mojón del Rromeral e dende adelante del mojón que está en el camyno que va de Villarrobledo al Provençio e dende adelante del mojón que está çerca del rryo de Çáncara que se dize mojón del Prado Ancho e dende adelante el rrío de Záncara abaxo el qual es avido por mojonera fasia el camyno que va del Villarejo Rruvio a las Mesas
LAS PRIMERAS DISPUTAS EN TORNO AL AÑO 1500
La disputa entre las villas de San Clemente y El Provencio se centraba en torno a los mojones del Pozo del Arenal y la Atalayuela de Majara Hollín, donde los sanclementinos habían cerrado una dehesa boyal para sus bestias de labor. Para su defensa, los sanclementinos eligieron como procurador a su vecino Antón García el 14 de septiembre de 1498, caballero y hombre rico con intereses agrarios en la zona. Nueve días antes la Chancillería de Ciudad Real había emplazado a las partes a presentar probanzas de los derechos alegados.
No es que a primera vista hubiera diferencias nítidas entre la apreciación de los mojones de unos y otros, pero en un terreno tan llano como el que separaba y unía ambos pueblos, las entradas en los términos se hacían más por relaciones de fuerza que por rayas sobre plano. Las rectas se convertían en curvas, y en este caso, la curva se adentraba en los términos del Provencio en los lugares de Pozo Arenal y la Cabezuela de Majara Hollín. Pequeñas elevaciones y pozos se convertían en referentes topográficos para establecer límites, pero, al fin y al cabo, referentes insignificantes en el horizonte de la llanura manchega.
La entrada de los sanclementinos en el término de El Provencio respondía a la necesidad de hacerse con una dehesa boyal para sus bueyes de labor. Eran usos pasados y provocadores, pues los provencianos, en ese pedazo de tierra usurpado en torno a Majara Hollín, tenían puestas sus esperanzas de crear una redonda. Aunque parece que, entrado el siglo XVI, lo que preocupaba a provencianos y sanclementinos era quién se hacía con este trozo de tierra al sur de Majara Hollín para la plantación de majuelos de vides.
El conflicto había surgido en 1496, cuando don Alonso de Calatayud decidió quintar los ganados de un villarrobletano que había pedido para pacer en las yerbas de Mahara Hollín a la villa de San Clemente. Don Alonso vio como agravio lo que era hollar términos provencianos con licencia de la villa vecina. Pues a San Clemente se había dirigido Pedro Sánchez de la Plaza para obtener licencia para que sus cabras pastaran en la dehesa. Las doscientas cincuenta cabezas caprinas del villarrobletano Pedro Sánchez de la Plaza fueron prendadas y quintadas por don Alonso de Calatayud, que no previó la reacción de la villa de San Clemente, apoyada por la justicia del marquesado. Un lunes de agosto de 1496, el alcalde mayor Juan Veles, el alguacil Leonis y los vecinos de San Clemente Antón García, Gonzalo Merchante, Fernando Alonso, Gil de Alfaro, Juan Romero y García de la Osa, fueron armados hasta la dehesa de Mahara Hollín y allí requisaron mil quinientas cabezas de ganado, propiedad de vecinos de El Provencio. Acción de represalia, pero asimismo de reafirmación de pretendidos derechos de San Clemente sobre la dehesa de Majara Hollín. San Clemente acudió a la Chancillería de Ciudad Real, pidiendo amparo en la posesión de Majara Hollín. Los sanclementinos se gastaron en el pleito cincuenta mil maravedíes, pagados por los particulares acusados de prender el ganado. Y lo ganaron. La ejecutoria favorable a San Clemente es de 19 de septiembre de 1498.
Los pleitos, sin embargo, se superponían y acumulaban. El conflicto era por la definición de términos. El Provencio luchaba por unos mojones definidos, mientras San Clemente se guiaba por la ficción de que sus tierras llegaban hasta el Záncara. La parcialidad de la justicia no ayudaba a El Provencio, que era villa bajo jurisdicción señorial de los Calatayud. Por contra, San Clemente gozaba del favor del gobernador del Marquesado y de un juez de comisión, llamado Álvaro de Santisteban. Además, para los sanclementinos siempre era preferible que un tema fuera tratado por un juez de comisión real, más proclive a sus intereses, con término de plazo en su cometido, que por una Chancillería. Para El Provencio, el licenciado Santisteban era enemigo capital de la villa, que le ha costado muchos dineros.
El Provencio consiguió una primera victoria el cinco de noviembre de 1498, al considerarse competente la Chancillería de Ciudad Real, reabriéndose una nueva causa, que, aunque hacía poco había sentenciado en su contra, se consideraba más imparcial que los jueces de comisión que pudiera mandar el Consejo Real. Sin embargo, San Clemente apeló la decisión a los monarcas, consiguiendo amparo de los Reyes Católicos que por carta firmada de su puño y letra de ocho de octubre de 1500 nombra como juez de comisión al bachiller Lope de Lodio, fiscal de esa Chancillería, para entender exclusivamente en el caso.
La protección de San Clemente por la Corona y la presentación del conflicto como una agresión a la jurisdicción real, no arredró a los provencianos. En la fijación de los términos, don Alonso de Calatayud, señor de El Provencio, tan mal querido por sus vasallos, contaba con el apoyo de sus parroquianos. La fijación de términos entre San Clemente, como heredera de los derechos de Alarcón, y El Provencio en los límites de la ciudad de Alcaraz era una humillación para los provencianos, pues la justicia de la gobernación, acompañada de la justicia sanclementina procedía a renovar unos mojones de San Clemente o Las Pedroñeras que estaban situados en las hazas o majuelos de los vecinos de El Provencio. Se ninguneaba a esta villa, a la que se consideraba que sus términos no iban más allá de las casas y calles del pueblo. No es de extrañar que, cuando el gobernador del Marquesado Juan Pérez de Barradas fue, avanzado el año 1500, a fijar los términos entre ambas villas, don Alonso de Calatayud contara con la compañía de ciento cincuenta provencianos, armados con cualquier cosa que fuera arrojadiza, para defender su tierra. A la actitud altiva del gobernador, que le dijo a don Alonso que él hollaba la tierra del Rey, los provencianos respondieron con un repetitivo a ellos, a ellos, derribando al alguacil, golpeando al gobernador y poniendo en fuga a la comitiva durante media legua hasta el molino de Santiago
don alonso de calatayud cuya es la villa del provençio e quatro o çinco de cauallo e fasta çiento e çinquenta peones que con él yvan armados de muchas armas ofensivas e defensivas avyan ydo a los dichos términos adonde andava el dicho governador e le dixeron muchas palabras feas e injuriosas e le amenasaron e porque el dicho governador les requerió que se fuesen syn faser alboroto alguno e que sy en algo les agraviase que se quexasen del desafuero contra el dicho governador e contra los otros que con él yvan disyendo mueran desparando vallestas e tirando muchas lanças e dardos e piedras e que dieron al dicho governador muchos golpes de lança e pedradas que firieron al alguasil mayor del dicho governador e a su cauallo e le tomaron e lleuaron preso e le quebraron la vara de justiçia que lleuava e que firieron a miguel sánchez de los herreros e a otros veçinos de la dicha villa que yban con el dicho governador e que fueron tras dellos más de un quarto de legua tirando lanças e dardos e piedras e disiendo muchas palabras feas e ynjuriosas e que llevaron al dicho alguasil mayor del dicho governador e al alguasil de la villa de san clemente presos a la dicha villa del provençio maltratándolos e ynjuriándolos que los touieron presos çiertos días e tomaron al alguasil su cavallo[2]
En pocas ocasiones los provencianos han apoyado a sus señores, la familia de Calatayud, pero ésta fue una de esas raras veces. La razón era que los mojones visitados eran aquellos próximos a Las Pedroñeras y lindantes con la Tierra de Alcaraz. El incidente se produjo en torno al mojón de la Mohedilla. Era una provocación, ningunear a la villa y dudar de la propia razón de la existencia. Cuarenta años después, un provenciano afincado en Socuéllamos recordaba los hechos tal como habían ocurrido, sintiéndose orgulloso de un pueblo armado y unido defendiendo su tierra
podrá aver treynta seys o treynta e syete años poco más o menos que vinieron Juan Pérez de Barrada governador que a la sazón hera del marquesado de Villena e veynte onbres de a cavallo con él e otros peones a rrenovar e visitar los mojones e que en el dicho tienpo se dezían de Prado Ancho e de la Camarilla e que al tienpo que la dicha villa del Provençio lo supo el señor don Alonso de Calatayud señor que a la sazón hera de la dicha villa del Provençio mandó que saliesen todos sus vasallos con armas e defendiesen e estorvasen al dicho governador e a su jente que no rrenovasen ni visytasen los dichos mojones porque dezía el dicho don Alonso que heran suyos e de la dicha villa e que luego salieron los alcaldes e rregidores de la dicha villa e veçinos della con la más gente que pudieron e fueron por el camino que dizen Navas las Dueñas e donde el dicho governador estava e su gente e quando se llegaron los unos a los otros e dicho don Alonso e el dicho governador se hizieron çiertos rrequerimientos de palabra e que estando en los dichos rrequerimientos los del Provençio abaxaron las lanças para contra el dicho governador e su gente e derribaron al alguazil del dicho governador que se dezía Rrobredo del cavallo abaxo e dieron al governador çierto bote de lança e le rrasgaron la chamarra e los corrieron al dicho governador e a su gente hasta la Esperilla camino de las Pedroñeras e dende allí el dicho don Alonso e su gente se volvieron a la dicha villa del Provençio e no los dexaron visitar e rrenovar los dichos mojones
Al arresto del alguacil mayor del Marquesado de Villena, Francisco de Robredo, y de algunos vecinos de San Clemente, entre ellos un principal sanclementino como era Miguel Sánchez de los Herreros, que resulto herido por los provencianos, siguió la ocupación del pueblo de El Provencio por los habitantes de San Clemente, encabezados por el gobernador. En la ocupación de El Provencio intervinieron, junto al gobernador Barradas, vecinos de San Clemente, pero también de Vara de Rey, El Cañavate y Villarrobledo. Huido don Alonso de Calatayud, la villa sería entregada en tercería y en nombre de la Corona a don Juan Pacheco, señor de Minaya. Testigo de esta ocupación había sido un criado de Miguel Sánchez de los Herreros, que nos narraba el suceso cuarenta años después
que fue con muncha gente (el gobernador) ansy de la dicha villa de San Clemente como del Cañavate e Vala de Rrey e de Villarrobledo e este testigo con ellos a la dicha villa del Provençio donde vido este testigo que el dicho don Alonso se avía salido huyendo e que el dicho gobernador entregó la villa a don Juan Pacheco señor que hera de Minaya para que la toviese por el Rrey
En el momento de expedirse el documento abajo escrito, El Provencio continuaba ocupado en tercería. El consejo real determinaría por carta receptoría de 12 de octubre de 1500, que el corregidor de Alcaraz pasará a El Provencio a recoger en información de testigos los descargos de los vecinos y señor de El Provencio.
... nos fue fecha rrelaçión por parte del conçejo justicia rregidores de la villa de sant clemente que andando el nuestro governador del marquesado de villena vesytando los términos de la dicha villa avya venydo don alonso de calatayud cuya es la villa del provençio con mucha gente de pie e de cauallo e avyan resistido al dicho governador que no vesytase los dichos términos e avían ferido al alguasil mayor de dicho governador e a otras personas e avían leuado preso al dicho alguasil e a otras personas nos vos ovimos mandado (al corregidor de la ciudad de Alcaraz) que fuésedes a las dichas villas de sant clemente e el prouençio e ouiesedes ynformaçión de lo susodicho e a los que por ella fallásedes culpables los prendiésedes los cuerpos e los traxésedes o enbiasedes a esta nuestra corte e agora por parte del dicho don alonso de calatayud nos fue fecha rrelaçión por su petyción que ante nos en el nuestro consejo fue presentada desiendo quel dicho governador con muchos vecinos de la dicha villa de sant clemente avía ydo a los términos de la villa del prouençio con mucha gente de pie e de cauallo en forma de alboroto a entrar e tomar los términos della e que por escusar que no se quitasen los mojones de los términos de la dicha villa e no se echasen otros de nuevo avía auido çierta quistión e alboroto e que después el dicho governador avia ydo a la dicha villa con mucha gente de pie e de cauallo e la avía entrado e tomado e puesto en terçería e como quier que no tenía poder para ello por obedesçer a la vuestra justiçia que la avían entergado libremente syn defensyón alguna e que todavía estava puesta en terçería e que todo lo susodicho avía sido a causa e culpa del dicho governador e que las personas que avían salido de la dicha villa del prouençio a procurar que no se quitasen los mojones heran ynocentes e syn culpa alguna... [3]
Las averiguaciones del corregidor de Alcaraz inculparon a don Alonso de Calatayud, pero también a una cuarentena de vecinos provencianos, lo que da fe de la gravedad de los sucesos, ordenándoles que se presentaran en la cárcel real. El pleito se entendería en el Consejo Real; como parte acusadora el gobernador del Marquesado de Villena, Juan Pérez de Barradas, su alguacil mayor, Carlos de Carranza, y el lugarteniente de alguacil Francisco Robredo, y como parte acusada don Alonso de Calatayud y cuarenta y seis provencianos. Se litigaba la rivalidad de dos villas, San Clemente y El Provencio, pero sobre todo la supremacía de la jurisdicción real sobre la señorial en un territorio, como el Marquesado, roto por la reciente guerra, en el que la Corona no estaba dispuesta a que se cuestionara su autoridad. O al menos, no se cuestionó hasta después de la reina Isabel. Don Alonso de Calatayud será desterrado por cinco años de los Reinos de Castilla, León y Granada (destierro que indulgentemente se levantaría un año después) y al pago de una pena de cincuenta mil maravedíes y de las costas judiciales. Aunque lo más llamativo fue la condena de cuarenta y seis vecinos provencianos; algunos de ellos pagaron el escarmiento que no padeció su señor. Un tal Gómez, que pasaba por ser el más activo entre los que infringieron las heridas al alguacil Robredo, fue condenado a ser clavada públicamente su mano y a ser desterrado tres años de la villa de El Provencio; Juan Grande, Juan López y Alonso de las Mesas, también verían clavadas su manos y obligados a pagar dos mil maravedíes. Pero los instigadores de los alborotos se hallaban entre las autoridades concejiles provencianas, fieles a su señor de Calatayud. El regidor Alonso Heredero fue condenado a recibir públicamente cien azotes, a destierro de la villa durante dos años y a pagar cinco mil maravedíes. Pedro Félez, a medio año de destierro de la villa de El Provencio. El resto de los acusados serían condenados a penas de ochocientos maravedíes cada uno, en la mayoría de los casos, y en algunos otros a penas de quinientos y mil maravedíes. La sentencia sería apelada por algunos de los condenados, que, en el caso de Juan Grande y Alonso de las Mesas, se saldaría con una moderación de la condena, evitando la clavazón de la mano por una permuta de dos meses de destierro y quinientos maravedíes respectivamente. Pero la sentencia definitiva de cinco de octubre de 1501, dada en Granada, vino a confirmar las penas condenatorias en su mayoría. Dos días antes, para escarnio de sus convecinos, le era levantado el destierro a don Alonso de Calatayud.[4]
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El libro da cabida a numerosos documentos fundamentales cuyo estudio ayuda a que conozcamos cómo era la sociedad de entonces y cómo se fue formando y desarrollando el conjunto de localidades que conforman nuestro entorno (entre las que se encuentra nuestro pueblo de Las Pedroñeras). El año Mil Quinientos de la Mancha Conquense ya está disponible y yo ya he reservado mi ejemplar.
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