Fotografías de Eva del Lugar.
por Fabián Castillo Molina
—¿Cuánto
tiempo llevas tú aquí, lata?
—Yo…, ya he perdido la cuenta, en
vidas anteriores nunca me había pasado. Y tú, cajetilla, ¿cuánto hace que te arrojaron al
suelo? Porque yo no te he visto hasta ahora.
—Pues a mí tampoco me
había ocurrido
esto, y a mí
me arrastra el aire de un lado a otro,
así
pasa, que como soy de cartoncillo ya estoy casi deshecha,
gracias al plástico que me
recubre, si no, ya habría desaparecido sin poder volver a vivir otra vida. A
ti, además de lata ¿cómo te llamaban antes de estar aquí olvidada?
—Lata o bote de Cocacola me decían en esta vida, sobre todo aquí, en este lugar. Antes en otros
botes tenía nombres
diferentes, Mahou, Fanta y otros. ¿Y tú?
—Yo, Ducados, ahora y de otras
vidas no me acuerdo, porque al ser de cartón, si llueve, pronto me disuelvo
en el agua y me voy por los desagües o termino en el campo arrastrada y disuelta entre
la tierra.
—Oye, Ducados, ¿tú sabes cómo
llaman a este parque? Llevo tanto tiempo aquí tirada (o arrojao) como oigo que dicen cuando se han bebido todo mi jugo y me tiran al suelo sin
importarles nada.
— Yo no llevo tanto como tú, pero sí he oído hace poco decir que este es El
parque del olvido, pero no sé por qué.
—Pues sí, ese es el nombre que dan a este parque desde hace
tiempo, porque parece que lo tienen olvidado. Pero parece que no es este parque
el único.
Quienes deberían ocuparse
de tener limpios todos los parques, y recoger los restos de envoltorios o
envases que contienen cosas que les gustan a jóvenes y niños, y no solo a ellos. Creo que también deberían educar a la gente desde que
andan a no tirar cosas al suelo sin pensar en el mal que hacen. No sé por qué, cuando acaban de beber o comer
lo que contienen nos arrojan como despreciándonos. Como si desconocieran los
cuidados con los que fuimos fabricados y lo bien que nos trataron hasta llegar
aquí. Voy a
contarte lo que escuché hace unos días a dos mujeres que estuvieron
sentadas en este banco que tenemos al lado.
Cada una tenía su móvil como casi toda la gente, si te fijas lo puedes
ver, ya estén sentadas
en un parquecillo como este o vayan por la calle andando, mujeres,
hombres y jóvenes de
toda condición. Hablaban
de una conversación de grupo a través de “feisbu” como lo llaman ellas. Dijeron que
Eva fue la primera en iniciar el diálogo escrito.
Escribió que en los muchos años que tiene el parque ha tenido muchos nombres: “Caseta de la
luz, El Parquecillo, Parque Cerrillo Mirabueno, Parque Nuestra Señora Inmaculada
Concepción y también Parque del
Olvido”, y añadió:
“Pero de todos todos el que más le va, en
mi opinión claro, es
el nombre que me comentó un componente del taller de empleo que lo hizo, hará ya más de
cuarenta años, “PARQUE DEL
OLVIDO”.
Después Encarna
dijo:
“Parque de Ceci de toda la vida lo he escuchado yo.”
Y otra del
grupo, Felicidad, dijeron que escribió esto:
“Cuando yo me
iba allí con el noviete estaba precioso, pero fue muy
poco tiempo, después de hacerlo. Por entonces no en
todos los pueblos había macetas en
las puertas y aquí las rompían los machotes ridículos.”
Siguieron comentando y leyéndose lo escrito. Hablaban de un teatro de carpa, de
esos ambulantes que hubo aquí en los años 60 del
siglo pasado, con el que parte de la gente del pueblo lo pasó bien, no
solo con las obras que representaron, como Don Juan Tenorio, sino también por la
participación de la
gente del pueblo haciendo lo que artísticamente mejor sabía hacer, que era cantar. Dijeron que cantó “La Santos”, Antonio “Rubén”, quizás “Samuel, el de Pecherre” y “Chascas, creo que también cantó”, escribió un tal Jose. Y Felicidad dijeron que escribió otra vez:
“Y menudo teatro, sí, que me llevaron mis padres, yo era muy pequeña y la obra
era Genoveba de Brabante. Además creo que entonces venían más circos y se ponían en la era de Mendizábal.”
Asun escribió:
“Yo también me acuerdo del teatro circo de aquel año y sería por esa época.”
Mucha gente guarda buenos recuerdos de este islote,
por ejemplo, las mujeres que hablaban en el banco, leyeron también lo que Ángel escribió:
“Para mí y para los del barrio de los Viveros siempre será El Parquecillo, pues es así como lo llamábamos todos. Ahí pasé yo parte de mi infancia y primera juventud, jugando
al gua, echando partidillos de fútbul,
jugando a los hoyetes, al apedreo, al pelotazo… Allí quedó nuestra
infancia, en ese pequeño parque que
a mí me resulta de los más entrañable.”
Parece que este nombre, Parque del Olvido, ya le
viene casi desde el principio como escribió Eva, porque el pobre ha tenido tendencia a ser
olvidado. Por eso, los buenos recuerdos tienen comentarios de sorpresa. Eva,
escribía luego:
“Me sorprende
que guardéis de este parque tan buenos recuerdos. Es una pena,
creo que yo lo recordaré por la peregrinación que
tenemos que hacer por todos los bancos para que el olor a orín sea soportable o por tener que guardar nuestra
basura en bolsas para tirarla después ya que las
papeleras han desaparecido o…”
A lo que a continuación dijeron que escribió Ana:
“Yo también me sorprendo que guardéis buenos
recuerdos… mis hijos no los tendrán… el estado del parquecillo es penoso… es insoportable estar allí… años atrás eran los
propios vecinos los que lo mantenían limpio y
cuidado… citar con cariño y recuerdo
al hermano Luciano Valero… que Agustina… que limpia alrededor de los contenedores… y todo eso, desinteresadamente… para mí … contundente… es el PARQUE DE MIERDA…”
La verdad,
cuando leyeron eso a mí me dio pena
de este parque, y también de otros y
zonas de recreo, al parecer, son más las quejas que los buenos recuerdos.
—Pues sí que dijeron
cosas, sí, esas
mujeres del parquecillo, CocaCola. A mí también me hubiera gustado escucharlas leerse los
comentarios, y ese repaso que hicieron sentadas en el banco.
—Pero no te he contado todo, Ducados, ni mucho menos. Lo que al final pude sacar de
esa conversación fue el
descontento que hay del mantenimiento que se hace de estos lugares de encuentro
y descanso de la gente. Te voy a decir solamente unas cuantas más que leyeron. La primera una que se nombra como La Pal Mepa, escribió lo
siguiente:
“Pero que el
parque grande, en la zona de niños, también sería la zona
del olvido. Pipas, vidrios, pilas de reloj, etc… Esta un poco
que da vergüenza.”
“Tenemos
muchas cosas con ese nombre en el pueblo, es una pena”
“Si veo la
parada de autobús que también está sin limpiar,
y creo que solo la limpio yo algo cuando voy por allí”. Esto escribió Dolores.
“Lo de olvido
queda muy bien según se ve!!! Qué pena.” Añadió Carmen
Y añade Luciano:
“ Ahí me crié”
—Pero ¿cuanto duró esa
conversación? Ya me
cansa, Coca.
— ¡Huff!,
Ducados, el hablar no tiene fin, dicen por aquí. Todavía siguieron diciendo o escribiendo recuerdos y opiniones, pero ya
te voy a decir la última de
Eva, que era la que había abierto el melón, como también dicen:
“Ya veo que si ese parque o plaza
hablara tendría mucho pa
contar, me alegra mucho saberlo.”
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