En ese recuadro que os marco estaban; puede verse la máquina de chicles en la pared.
(Fotografía cedida por Mª José Martínez)
No fue el primer local en que hubiese futbolines o billar, pues ya antes en bares o tabernas como Pikakí, Tano o el Mosquito los hubo, pero sí creo que fue la primera sala de juegos, los primeros recreativos que hubo en Pedroñeras. En 1968, mi padre abría "los futbolines" que luego se conocerían como "los del Ángel" o "los del Fraile". En realidad no tenían un nombre concreto, a no ser ese de "Bar Salón Recreo" que podía leerse en las cerillas que se dieron como regalo promocional. Yo tenía 5 años cuando mi padre los cerró, en 1974. Ni una foto tenemos de ellos, y claro que me gustaría tener alguna de su interior, pues por entre mesas de juego y máquinas corrí yo muchos kilómetros subido en el tacatá.
Estaban donde actualmente se encuentra la autoescuela Fénix, y en la pared, junto a la puerta, había instalada una máquina de color azul, siempre llena de aquellos deliciosos chicles de Cosmos en los que salían cromos que, completando un álbum y entregarlo, regalaban un balón de reglamento. Todo un lujo por aquel entonces, aunque uno, después de lo que le había costado rellenarlo, le costaba también trabajo entregar ese álbum plagado de satélites, aviones, cohetes y aparatos espaciales. Aún conservo yo uno de aquellos álbumes y un buen puñado de cromos.
En los futbolines del Ángel uno podía jugar a las tradicionales máquinas del millón, al billar de setas, al español o francés de tres bolas, al ping pong, a la rana, a las palas (que las hizo Teófilo), al futbolín o tirar flechas con una escopeta de aire comprimido hacia una diana para jugarse un botellín y un kimbo (aceituna con pepinillo). En fin, seguro que muchos de vosotros podréis contar alguna experiencia vivida en los futbolines. En mitad de la sala había una gran estufa que se alimentaba con cortezas secas de almendruco.
De ellos nos queda poco más que el recuerdo. Pero también conservamos algunas cosas que mi padre no pudo o no quiso vender tras el cierre. Las máquinas y billares volaron todos, pero conservamos un ping pong (que ya se "arrojó" a la basura por viejo y roto), las palas y la rana. A esta última ya apenas jugamos, y las fichas originales creo que están todas perdidas, pero ahí está como un bello adorno. A las palas desde luego no hemos dejado de jugar, yo de pequeño con mis amigos en aquellas tardes eternas de la infancia y ahora mis hijos, más aún en cumpleaños, en los que sigue siendo un juego muy atractivo para los pequeños. Os dejo unas fotos por si a alguno os trae recuerdos.
También conservamos este tocadiscos en donde se ponían algunos discos
(que también tenemos aún) con música de la época, más y menos moderna.
Anuncio en el libro de las fiestas de 1971.
La rana
Cuando estaba en los futbolines, creo que estaba pintada de azul.
Las palas
Ángel Carrasco Sotos
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