¡¡¡Como si fuera yo alguien para criticar una delicia en papel, con una carga de profundidad mayor que la de aquellos submarinos de la segunda guerra mundial!! Solo os haré algunas sugerencias para quien aún no lo haya leído y para quien lo haya hecho, si lo relee, porque le parecerá nuevo, como ocurre con los cuentos de los grandes escritores:
- No leer mientras atiendes otras cosas.
- No pueden molestarte ruidos ni ajetreos caseros ni de fuera. Es mejor dedicarle los cinco sentidos, porque si no, te puedes perder algo importante.
- Quizá hasta sea mejor dosificarlos, como los antibióticos, para conseguir el máximo efecto terapéutico.
- Mejor, tómalos en orden, verás que su intensidad va subiendo, como el bolero de Ravel, esa sinfonía inolvidable e imprescindible.
Renuncio a señalar todos los que me gustan a rabiar, porque temo ser injusta con los otros, que también me gustan. En alguno he señalado “no lo pillo” y he tenido la tentación de llamar al autor para que me lo explique, porque lo bueno de leer libros cuyos autores están vivos (que sea por muchos años) y que además conoces, es esa, hacerles el interrogatorio sobre aquellos aspectos que se te escapan o sobre los que te dejan con ganas de enterarte de dónde “salen” esas criaturas tan vivas y tan espabiladas.
Pero alguno sí voy a repasar, porque es que ya están en el espacio sideral. Así que, voy con ellos. Seguro que cada lector, tendrá los suyos preferidos, pero estos son los míos:
- Basura espacial.
- Trapecista.
- Ahora quietos, ahora no.
- El futuro.
- Ángel.
- Indiferencia.
- Fin.
- Vuelo.
- Ese lago que hay en ti.
- Existencia.
- Terror fundado.
- Asombro.
- Engranaje.
- Ganar la orilla.
- Mosca de amor.
- Película.
- Insomnio.
- El hacedor. …………… Y ya no sigo!!.
Se me van a enfadar esos otros personajes geniales, inteligentes y algún que otro perdedor que vuelve a perder por mi silencio sobre su corta historia, que no menciono aquí, pero que sin embargo, le he cogido cariño.
La escritura de Ángel Carrasco Sotos es como el encaje. Me sorprende tanto como las mujeres (algún hombre también he visto) que lo hacen con bolillos. Cada hilo encaja en su sitio con precisión de cirujano dando vida a pequeñas obras de arte. No soy crítico literario, excepto si acaso, para uso doméstico. Pero tenía que contarlo, porque no se puede pasar de largo sobre algunos libros extraordinarios, como si no tuvieran importancia.
©Teresa Pacheco Iniesta
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