Este romance popular y tradicional ampliamente difundido por nuestra Península también se recitó en Las Pedroñeras (como en el resto de la comarca). En realidad, se trata de una composición elaborada a base de seguidillas engarzadas mediante un gracioso estribillo de tres versos de arte menor. El poema lo hizo más popular aún Federico García Lorca cuando lo interpretó al piano para La Argentinita. La versión que recogí para el Cancionero popular de la Mancha conquense es la que copié llegada de mis tías Antonia y Domi Carrasco Pérez. Más información y notas en ese libro, donde también registro una versión de Casas de Roldán.
Aún a la venta. Un prodigio, un tesoro.
Dos jóvenes, primo y prima, se dirigen a Roma para que el Papa les perdone un tropiezo, un pecado carnal cometido, y les conceda una bula exculpatoria. No quiero adelantar nada, pero la peregrina es muy guapa por añadidura y el Papa algo picarón. No faltan los motivos chuscos y cómicos: la misma penitencia. Emprendamos la romería.
[Decenas de estos poemas, canciones y romances populares que circularon por nuestro pueblo a lo largo de su historia se recogen en el Cancionero de Las Pedroñeras, un verdadero tesoro de nuestra siempre interesante y descuidada cultura popular. Al alcance de tus manos (hasta que se agoten existencias)].
Los primos romeros
Caminito de Roma
van dos romanos
porque pecaron siendo
primos hermanos.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Hacia Roma caminan
dos peregrinos
a que los case el Papa
porque son primos.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Sombrero rameado
lleva el mancebo
y la peregrinita
de terciopelo.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Salieron de la venta
y a Roma entraron,
y delante del Papa
se arrodillaron.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
El Papa les pregunta
qué tiempo tienen.
-La peregrina, quince;
yo, diecinueve.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
El Papa les ha echado
de penitencia
que no se den la mano
hasta Valencia.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Es el peregrinito
algo travieso
y a la peregrinita
le ha dado un beso.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Y el Papa les ha dicho:
-Yo, con ser santo,
¡quién tuviera licencia
para otro tanto!
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Al llegar a la venta
piden posada
para la peregrina,
que vie cansada.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Los mozos de la venta
le hacían señas
a la peregrinita,
que no se fuera.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Pícaro peregrino,
que les comprende:
-Vámonos, peregrina,
que nos conviene.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
Al llegar a Valencia
tuvo una niña,
y por nombre le han puesto
Rosa Divina.
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
De tres horas nacida
dijo la niña:
-¡Oh, qué larga que ha sido
mi romería!
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
-¿Quién me compra una capa
y una esclavina,
que mi niña no quiere
ser peregrina?
Olé, salero;
para lo que tú
vales,
de más te quiero.
©Ángel Carrasco Sotos
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