por Pedro Sotos Gabaldón
Recuerdo aquellos labradores por cuenta ajena. En Las Pedroñeras se les llamaba mozos. Eran hombres acostumbrados a las inclemencias del tiempo, al trabajo duro, al frío, al calor, a la lluvia, y dormir poco. Era muy duro lo poco considerados que se sentían.
El trabajo que realizaban estaba mal pagado, a pesar de estar día y noche al pie del cañón. Nunca eran valorados lo suficiente. Con sueldos bajísimos. La paga que tenían la ajustaban para todo el año; ajustaban al gusto del patrón. Recibían un carro de paja ,una fanega de trigo y dinero poquito. Apenas llegaban a final de mes. Y aun así, había que aceptar, pues según el patrón decía: "Esto son lentejas si quieres las tomas y si no las dejas ".
No les pagaban la Seguridad Social ni nada por el estilo. Después de toda una vida de esfuerzo, al llegar la jubilación se encontraban con que no habían cotizado. Tenían que aportar un dinero a la Seguridad Social, por adelantado, y esperar un año para poder cobrar una pensión de risa. Los hijos tenían que ayudarles para poder llegar a final de mes.
Me acuerdo cuando los labradores contraían matrimonio y se veían obligados a dejar a la esposa la segunda noche de casados, sola en casa. Se colgaban las alforjas al hombro para ir a la cuadra a dormir al camastro junto a las mulas pues tenía que levantarse cada dos horas para echarles a las mulas la pastura que era lo acordado. Llegaba San Miguel y otra vez a buscar otro nuevo patrón, cambiando de casa para ver si al siguiente patrón le podían sacar media fanega de trigo más o unos reales, y así, toda la vida. Eran hombres curtidos a merced de los terratenientes.
Pienso que son merecedores por méritos propios de tener un homenaje, y proponer una calle en su nombre, en reconocimiento a los duros trabajos y sin ser reconocidos.
SON LOS "MOZOS DE LABRANZA" POR CUENTA AJENA.
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