Foto: "La Fuente Jordana", Tresjuncos, 19 de agosto de 2016.
por Job Moya Peraira
Esta vez toca presentar a una de las rapaces más grandes, vistosas y singulares de la comarca. A diferencia de las demás rapaces diurnas, tiene la cabeza grande y redondeada, como los búhos, y los dos ojos casi en posición frontal, lo cual le permite tener visión estereoscópica, imprescindible para medir muy bien las distancias y ganar agilidad con sus presas, las culebras, que se mueven muy rápido y resultan potencialmente peligrosas, incluso mortales.
Foto: en línea de alta tensión, carretera de Belmonte a El Pedernoso, 25 Agosto de 2017.
Otra adaptación a sus presas son los grandes y gruesos tarsos o canillas, que alejan su cuerpo de las mordeduras y le permiten escamotear los nudos constrictores de los ofidios, cuando estos se defienden o agonizan.
El águila culebrera (Circaetus gallicus) es un visitante estival, que pasa el invierno en la sabana africana. A finales de marzo suelen llegar los primeros individuos, y no regresan a sus cuarteles de invierno hasta finales de septiembre. Pero varía mucho de un año a otro, dependiendo del calor y la actividad de sus presas. Puede llegarse a ver a finales de invierno cuando las temperaturas son altas y las culebras salen de sus guaridas a calentarse al sol.
Anida en árboles bastante altos, normalmente pinos piñoneros, e ingiere las culebras enteras para trasportarlas al nido, excepto la punta de la cola, que asoma por el pico para que los pollos tiren de ella y la extraigan entera del buche.
Foto: "Puente de los Borregos", Osa de la Vega, 26 de julio de 2017.
Sus poblaciones se han recuperado en los últimos años. La ignorancia del pasado llevó casi a su exterminio, pues se cazaba creyendo que así se favorecía la caza, resultando justo el efecto contrario, pues las culebras suelen ser grandes depredadoras de nidos, entre otros muchos de perdiz.
En el cielo resulta inconfundible, de gran tamaño, destacando la blancura de su plumaje ventral, con alas también blancas ligeramente moteadas por barras discontinuas pardo-negruzcas. Suele presentar un collar pardo, moteado de blanco, más o menos marcado, y tiene la cola ancha y triangular, para aterrizar con precisión, y sin generar ruido o turbulencias como las rapaces nocturnas.
Una de sus principales amenazas ha sido también la electrocución, pues le gusta otear desde grandes postes, y su gran envergadura puede favorecer la creación de puentes eléctricos, y, por ende, su muerte. La ley obliga a las distribuidoras de electricidad a proteger sus líneas para evitar electrocuciones, pero, en la práctica, son medidas correctoras que no se aplican o se incumplen.
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