por Fabián Castillo Molina
[Nota previa: En el capítulo anterior, Isidora nos habló de dos casos en los que se ponían de manifiesto dos maneras distintas de conseguir alimentos sin dinero. Citaba el nombre de su tía “Podruana” de buen recuerdo y su prima Isabel. Sería extraordinario tener grabaciones de ambas mujeres, pero solo tenemos una grabación, aunque breve, de la madre, pero en ella, la madre habla de una historia ocurrida a su hija y en la que ella misma y otra de sus hijas, la María, también se involucró. La Pronuana, más conocida por “La Podruana” la de “Canroquis”, entra aquí en juego, porque está en la línea de su sobrina Isidora y además ha sido citada con cariño por ella. Este capítulo de memorias va dedicado a esta familia].
"Las espigadoras" del pintor francés Jean-François Millet (óleo de 1857)
Capítulo 5:
La necesidad de comer en tiempos de escasez
Las Espigadoras y otros medios para alimentarse
—Mis chicos han ido a por garbanzos, a rebuscalos después de sembrar. Cuando se enteraban ande estaban sembrando, iban y los desenterraban, se los limpiaban un poco en los pantalones y se los comían.
—Aquí las chicas han ido a espigar ya mu grandes cuando no tenían de quien segar. Y una vez mi Isabel se fue a espigar, ahí al Peralejo y mi Isabel ha sío muy humilde, mi Isabel no es mi María. Mi María no, esa le había quitáu la capa a Dios.
Pues aquel día se fueron a espigar. Vino mi Isabel un poco maleja y to. Pos se va con la Josefa, y estaban espigando en lo de don Sebastián, en El Peralejo, que había muchos restrojos y ahora no hay, porque entonces no había más que rochas de trigo, y había espiga, pero echaban los ganáus pa que se la comieran. Y va Sebastián cuando tenía ya el costal lleno mi Isabel y les quita la espiga. La pobre cogió una irritación que vino maleja y to. ¡Vino con una condenación! ¡Ay, qué condenación tenía! Dijo que la Josefa lo enganchó y to, pero les quitó los costales y extendió la espiga pa que se lo comiera el ganáu. Sí, a mí tamién me han quitáu la espiga. Sí, a mí tamién me la han quitáu. Sí, yo me acuerdo de muchas cosas ya. ¡Ay, qué condenación que tenía yo cuando la espiga! Una condenación grande. Y ella, mi Isabel, con la condenación, lloraba y to. Y le digo: "No llores hermosa. Pero descuida, mañana voy yo. Ahora que yo no voy sin mi María". Y dice: "No vaya usté, madre".
Pues aquel día se fueron a espigar. Vino mi Isabel un poco maleja y to. Pos se va con la Josefa, y estaban espigando en lo de don Sebastián, en El Peralejo, que había muchos restrojos y ahora no hay, porque entonces no había más que rochas de trigo, y había espiga, pero echaban los ganáus pa que se la comieran. Y va Sebastián cuando tenía ya el costal lleno mi Isabel y les quita la espiga. La pobre cogió una irritación que vino maleja y to. ¡Vino con una condenación! ¡Ay, qué condenación tenía! Dijo que la Josefa lo enganchó y to, pero les quitó los costales y extendió la espiga pa que se lo comiera el ganáu. Sí, a mí tamién me han quitáu la espiga. Sí, a mí tamién me la han quitáu. Sí, yo me acuerdo de muchas cosas ya. ¡Ay, qué condenación que tenía yo cuando la espiga! Una condenación grande. Y ella, mi Isabel, con la condenación, lloraba y to. Y le digo: "No llores hermosa. Pero descuida, mañana voy yo. Ahora que yo no voy sin mi María". Y dice: "No vaya usté, madre".
—¿No…? mañana el primer golpe va a ser al pasar El Peralejo, que está el río.
No había salío el sol y había allí una cuadrilla…, más de diez hombres; estaba el Zoco Roscas tamién allí segando y el mayordomo, que era el Chino. Y llego y me planto a espigar en mitá el restrojo, en una rocha grande, allí ande estaban. y digo entre mí: "aquí hasta que llene los dos costales". Y viene el mayoral y dice:
—Váyase usté que va a venir don Sebastián y le va a quitar to la espiga.
Y digo:
Y digo:
—Cuando llene los dos costales me voy. Mientras no llene los dos costales no me voy a ir. Y mientras, sin levantar cabeza, seguía allí mi María, na más que chas, chas, chas… ya digo, que no se le veían las manos del paso que llevaba espigando, echando al costalete. Y ya que los habíamos llenao, los pisamos, metíamos los pies. Traje diez kilos de trigo. Que lo traíamos pa hacer el pan. ¿Y nos lo iban a quitar pa echáselo a las ovejas? Y ya decían los segaores:
—Podruana veste, que va a venir. Veste, veste.
Y digo:
—Cuando llene los costales me voy a ir. Mientras, no me voy a ir. No me voy. Y mi María, dice:
—A ver si va a venir. Como llegue a venir, le corto el cuello.
—No llevábamos más herramienta para espigar que las manos; las manos y una navajilla. Y mi María llevaba una hoz. Si llega a venir, ¡no llevávamos menudo veneno! Tú fíjate al río, andando, pa'l amanecer estar allí ya. Salíamos a la tres de la mañana porque a las cinco ya amanecía. Tos los segaores: "váyase usté, váyase usté", pero llenamos los costales y don Sebastián no apareció. ¡Madre mía, cuando llegamos a mi casa con la espiga!. Después de to'l camino con los costales a las costillas, desde El Peralejo.
Mi marido no quería que fuera. La noche antes me decía:
—¡No vayas, muchacha! ¡No vayas!
—¿No voy a ir? Eso te estará a ti paeciendo, que no vi a ir yo mañana; antes de amanecer estoy allí en el restrejo. A ver si viene y me quita a mí la espiga don Sebastián. Que le vi´arrancar tos los pelos del cuerpo que tenga. Y mi María:
—Mañana voy yo con usté, a ver si me la quita a mí tamién.
Bueno, se habría puesto como un gallo en lo alto su cabeza.
Luego es más dura mi Isabel, pero pa to eso de genio, ¡menudo genio tiene mi María!
Hemos pasao, mucho, pero mucho ¿sabes?
[Grabación realizada en el fresco, una noche de verano de 1982, allí en la puerta de su casa, en Las Pedroñeras.
Transcripción del fragmento de grabación y composición del texto hecha en Leganés y San Martín de la Vega, los días 11 y 12 y 18 de octubre de 2017].
Extraordinaria historia. Estas memorias no se pueden perder.
ResponderEliminarEn ello estamos. Gracias por tu comentario Unknown. Me gustaría conocerte.
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