La foto semanal (7): Tableros

Podría ser un cuadro de Miró o de Kandinsky, pero no lo es. De hecho no es una pintura de un autor, sino de muchos. Quizá ni es una pintura. No, al menos, voluntaria. Además no es obra que se hiciese en una tarde, como tampoco en un año ni en dos. Se necesitaron dos décadas para crearla. Como lo oís, aunque pueda parecer un tiempo excesivo.

En la clase de Dibujo y Tecnología del instituto las antiguos tableros de las mesas había que cambiarlos y el pasado año se tomó tal determinación. Amontonados en el pasillo, poco se podía hacer con ellos, pintarrajeados, rajados y desmochados como estaban. Me pareció triste que se perdieran. Pedí permiso y me traje dos de esos tableros, para mí atractivos y llenos de la historia de las manos de los chicos que imprudente e involuntariamente habían ido llenando de historia esas mesas: la pincelada imperfecta de una brocha que se cae, de un tarro que derrama su contenido por descuido, trazos irregulares, la mancha que la manga de un niño dejó sobre el tablero, o los grafitis y marcas de los más osados. Todo anda revolucionado sobre el tablero, creando un mural de años, las huellas del tiempo dejando su estampación en la madera. Quizás la vida es solo eso: la huella en que conviven el sonido y la furia, el eco del río que nos lleva, un conjunto de manchas, de formas imprecisas, vagas, la impresión sobre un tablero de las capas superpuestas de cada momento de nuestra existencia.

Ahora los tengo colgados en mi garaje. Para mí también son arte.

ÁCS

Otras imágenes: