"Esgorollando ajos".
Fotografía incluida en el libro Jardín de curiosidades sobre el ajo
(cedida por Emilia Azabarte).
Noche de esgorolle
por Fabián Castillo Molina
Chambra, pelerina y chal,
mandil y saya bajera.
Vamos a'sgorollar ajos
en una casa cualquiera.
Pasamos a esgorollar en cocinilla
vecinos, primos, amigos
y miembros de la familia
vienen solos o en cuadrilla.
Esgorolle en noche polvorienta.
En la calle hay fría niebla,
y, aquí adentro, la'stufa
con broza d'ajos nos calienta.
Se pone al rojo vivo.
Quien está cerca suda.
El qu'está largo tiembla.
"¡Cierra pronto la puerta!",
le dice el jefe a uno qu'entra.
Por ser el último'n llegar
y no tener más sillas
sobr'un haz d'ajos
pilla y s'asienta.
Aquí s'habla de to
y, aun siendo invierno,
del verano y la siesta,
y de la preciosa primavera,
y de aquella tormenta.
Y así, entre dichos y hechos,
y entr'el último qu'al entrar
cerró la puerta
los ajos esgranaus
van cayendo'n la espuerta.
Al ir cogiendo colmo, va y s'arrama.
Entonces el amo se levanta
y sin llamar al ama
dic'al primero que pilla:
"¡Anda, levántate ya d'esa silla!,
aboca bien el saco,
y traite ya por fin la última gavilla.
La broza ya les lleg'a la rodilla
y no la sacan, por aquello
de seguir manteniendo calorcilla.
Por fin se termina por hoy el esgorolle
y ahora vien'el convite.
Sobre la'spuerta rasa d'ajos esgorollaus
se colocan las fuentes y platos del puñau,
y entr'otras cuantas viandas
entr'ellas nunca faltan
garbanzos, alcagüetes, alvellanas,
higos secos, cañamones y castañas
y un tazón d'acitunas bien amargas.
¿Y cómo iban a faltar
patatas asás en lumbre,
melón chino con botana
y la última cuerda d'uvas
que siempre queda'n la cámara.
La redoma del vino que no pare.
Dos porrones de tinto hasta'l gollete.
Más d'uno sale esta noche bien caliente
y aunque duerma'n camastro con las mulas,
seguro que sueña buenamente.
Pero antes, a medida que baja
el vino y la comida, sube
y se va calentando'l ambiente.
La sesión d'esta noche ha terminao.
En buen'armonía y paz s'ha trabajao.
Al salir a la calle alguno dice:
“Paice que v'a llover, me duel'el brazo”.
A lo qu'otro contesta:
“Por la recochura qu'hace,
lo que caerá será un nevazo”.
"No lo quia Dios", -dic'el amo-,
que con nieve no se puen poner los ajos
Cuando se van los invitaos,
los miembros de la casa
sacan la broza en baleos y capachos
y en medio la calle hacen montón,
le prenden fuego por los cuatro costaos...
y en la noche de niebla huel'ajos.
Libros de Fabián Castillo Molina:
Al pueblo (poesía) y La Culpa (novela)
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