Seguimos trayendo por este blog pedroñero partes de la tesis doctoral inédita de Pilar Martín Alonso (con el permiso de la misma) sobre aspectos que pensamos pueden interesar al lector. En esta caso copiamos íntegramente el apartado dedicado a la hidrología de nuestro término. Sirvan estos datos como una visión general con respecto a este tema.
Las Relaciones de Felipe II nos dicen que en la villa, hacia la zona donde sale el sol, pasa un arroyo llamado Záncara, que se seca durante los veranos. El pueblo es falto de agua y se bebe de pozos.
Tomás López menciona la existencia de una laguna denominada Taray, que se mantiene con agua en los años secos, cita al río Záncara y nos habla de una fuente de agua viva y dulce, en el término de Robledillo, que va a parar a dicho río y de la que sale abundante cantidad de agua.
El Miñano no da más características de estas agua, señalando que son gruesas.
De los cursos fluviales que surgen en el término de Las Pedroñeras, los hay de corrientes más o menos continua, como es el río Záncara, afluente del Guadiana que nace a 1.096 m. de altitud en la loma de La Pumareda, de los altos de Cabrejas, al sur del pueblo del mismo nombre y pasa al NO. y al S. del término de Las Pedroñeras. Este río se caracteriza por sus suaves pendientes e irregulares caudales, perdiendo sus aguas ocasionalmente en la estación veraniega por la evaporación del terreno y drenajes del riego, de modo que sus cuencas pantanosas, y de extensos cauces en le época de lluvia, quedan desprovistas de agua, apareciendo como zonas secas y duras.
Existen otros cursos de aguas alimentados por alguna de las lagunas que se encuentran en el término como es el caso del río Taray o río Ánimas, de 12 kms. de longitud, que vierte sus aguas en el pantano de los Muleteros.
También hay algunos cursos de agua que corren discontinuamente en época invernal o primaveral a lo largo de cañadas, como es el caso de la cañada de Bayoya, situada al N. de la población, y la acequia del Taray que transvasa agua a la laguna de dicho nombre.
No obstante, el paisaje hidrográfico de Las Pedroñeras ha cambiado radicalmente desde los años de 1960, sobre todo en el terreno lagunar. Así, hasta estos años, Las Pedroñeras disponían de un gran complejo lagunar situado al oeste de la población formado por las siguientes lagunas:
-Laguna del Huevero, de forma circular y de unos 800 metros de diámetro.
-Laguna del Taray, cortada por la divisoria jurídica de Las Pedroñeras y Las Mesas, con una dimensión de 550 x 400 m. de la que surge el río Taray.
-Laguna Grande, de forma irregular y con una dimensión de 1'42 km. de largo x 0'5 km. de ancho.
-Laguna de Navablanca, de forma piriforme, extendiéndose al norte por una zona pantanosa. El diámetro de la laguna es de 300 x 200 m. y el del pantano de 650 x 350 m.
Próximo al pueblo también en dirección oeste existía el paraje denominado de La Laguna, situado próximo al antiguo cementerio de Santa Catalina, sobre el que existieron diversas lagunas de pequeñas dimensiones.
Además de este complejo lagunas existieron tres lagunas que merecen destacar:
-Laguna de la Hoya, situada a 2'8 km. al sur de la población, de forma auricular, de 200 x 100 y aguas estacionales.
-Las lagunas de las Celadillas, situadas al sur del término municipal, estando muy próximas entre sí, de contorno navicular y con dimensiones de 200 x 100 m.
-La laguna del Pozo de Pablico, de forma circular con diámetro de 100 m. y aguas permanentes.
La mayor parte de todas estas lagunas contenían aguas salobres (sulfatadas).
De todas estas lagunas en la actualidad solo permanece la laguna del Taray, que posee un manantial en el fondo que la abastece permanentemente.
La transformación de este medio hidrográfico es debida, por un parte, a un proceso natural del desecación que en los últimos veinte años produce una disminución del nivel piezométrico de medio metro por año. Por otra parte, esta transformación también es debida a un proceso artificial como consecuencia de la introducción tecnológica que conlleva a obras hidráulicas realizadas, así como al drenaje de estas lagunas bajo la creencia de la nocividad de sus aguas y ampliación del terreno agrícola. Como consecuencia también se ha producido una modificación de la vegetación natural con la correspondiente pérdida de pinos, encinares y carrascales.
©Pilar Martín Alonso
de su tesis doctoral Antropología Médica de Las Pedroñeras (inédito)
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